Ya está bien
Fulgencio Sánchez, un ciclista alcoyano de ultrafondo, le echó un pulso al tren Alcoy-Xàtiva y lo ganó. Normal. Este pasado sábado recorrió en bicicleta el trayecto que cubre las capitales de l’Alcoià y La Costera en una hora y 14 minutos. Aventajó al Xitxarra 2.0 en casi un cuarto de hora. Vamos, que habría podido parar a tomarse un café y darle una ojeada a la prensa en cualquier bar de carretera y le habría sobrado tiempo para llegar a la estación de Xàtiva, levantar los brazos en señal de victoria y saludar al maquinista mientras hacía su entrada en la estación setabense.
La parida fue una ocurrencia de la plataforma Salvem el Tren, para reivindicar la mejora para la línea ferroviaria, un servicio para el que no pasan los años. Sigue siendo tan malo como al principio. La culpa, a estas alturas ya lo tenemos claro, la tienen los que mandan, los que vienen pasándose por el forro el convenio que un día firmaron Fomento y Generalitat para modernizar la línea y los que hicieron aquellas promesas que lanzaron a los cuatro vientos, promesas que, al igual que a María Sarmiento, también se las llevó el viento.
El deplorable estado en que se encuentra el tren y sus instalaciones, sí, es responsabilidad de la negligencia, incapacidad, burrera y todo lo que a ustedes se les pueda ocurrir por parte de los dirigentes de Renfe y Adif, de los ministros de Fomento de este y los anteriores gobiernos y los consellers de Infraestructuras que han pasado por el cargo desde que un servidor tomó la Primera Comunión. Pero después de tanto tiempo transcurrido, ese argumento ya no vale.
Responsables somos todos, como Hacienda. Habrá que pedir responsabilidades también, ya toca, a los alcaldes de todos y cada uno de los consistorios por los que transcurre la línea, por ‘recordar-se’n de Santa Bàrbara quan trona’, es decir cada vez que el Ministerio y Generalitat dan a conocer sus presupuestos y ¡oh sorpresa! no hay incluida más que una mísera partida para el tren.
Ahora toca rasgarse las vestiduras, lamentar que, un año más, nos tienen olvidados, marginados y dejados de la mano de Dios. Habrá que ir a quejarse a Madrid, a Valencia. Habrá que recoger firmas y montar algún numerito con tal de hacerse oír. Y a otra cosa. Hasta el año que viene. Así vamos.
También nosotros, los ciudadanos, podríamos hacer algo más. Utilizarlo, por ejemplo. Pero claro, ¿cómo vamos a subir en un tren en el que se tarda más tiempo en llegar a Xàtiva que yendo en bicicleta? Qué vergüenza.