“Urge un cambio de rumbo hacia un urbanismo austero y compacto”

Arquitecto técnico y profesor titular de la Universitat d’Alacant, Jorge Doménech Romá es autor de 14 libros de geometría descriptiva y arquitectura histórica y sociológica. De este interés suyo por el urbanismo y la arquitectura en su contexto nace su último trabajo, sobre la vivienda obrera en Alcoy.

Sorprende escucharle decir que la arquitectura en sí le parece “aburrida”, tras años ejerciendo como aparejador y 31 impartiendo clases de geometría descriptiva en la Universitat d’Alacant. Pero inmediatamente aclara que sus intereses van más por el lado de la arquitectura histórica. No en vano, ya cuenta en su haber con un total de cinco libros sobre la materia: Modernismo en Alcoy, Del modernismo al funcionalismo, Las iglesias de Alcoy, Apuntes en torno a la Arquitectura (La Escuela de Chicago), y Urbanismo y vivienda obrera en Alcoy, siglos XIX y XX, su último trabajo.

–Explíquenos brevemente el contenido de su última propuesta como escritor.

–Este libro sobre urbanismo y vivienda obrera en Alcoy tiene un doble enfoque, el local y el general. En su inicio se describen diversos modelos de urbanismo que durante los siglos XIX y XX configuraron nuestras ciudades. En Alcoy se reflejaron las principales ideas urbanísticas de esta época, destacando su temprano Plan de Ensanche. En esta ciudad, además, el proceso de industrialización conllevó gravísimos problemas de alojamiento para la clase trabajadora, una situación que es descrita en el libro con su fuerte carga social.

–Cuéntenos cómo ha sido el proceso de investigación y documentación que ha plasmado en el libro.

–Normalmente tardo entre dos y cuatro años en escribir un libro. En este han sido dos años, porque he tenido mucha suerte con los archivos, especialmente, el material perteneciente al organismo de Aeronaútica Militar de Roma, que me contestó con muchísima rapidez, y gracias a esto he podido incluir en el trabajo fotografías aéreas de los bombardeos italianos sobre la ciudad. También me han facilitado mucho la tarea en el archivo de Alcoy, que funciona muy bien y es un gran archivo histórico. Me alegro de haber podido hacer averiguaciones que me han sorprendido como profesional de la arquitectura.

–¿Destacaría alguna sobre las demás?

–Bueno, en las conclusiones finales hago mención de ellas, por ejemplo, sobre la suerte que tuvo Alcoy de contar con la intervención de grandes humanistas locales, caso del ingeniero Enrique Vilaplana Juliá, del médico higienista Domingo Espinós o el arquitecto Vicente Pascual. Ellos, junto a otros profesionales e intelectuales alcoyanos conformaron un nutrido grupo de ciudadanos que supieron aportar soluciones eficaces a los importantes problemas sociales que existían entonces. Hay que tener en cuenta que Alcoy, a pesar de nacer en un agujero orográfico, ha sabido estar a la vanguardia de iniciativas de carácter urbanístico de la talla del Plan de Ensanche de Barcelona. Y respecto a los distintos tipos de casas obreras que se describen en el libro, hago referencia a las favelas de Río de Janeiro, los conventillos de Buenos Aires y las corralas de Madrid y Sevilla, que fueron y son ejemplos de alojamientos obreros precarios en distintos lugares geográficos. En el caso de Alcoy, adquirieron especial relevancia las denominadas ‘cases de dos claus’, que debido a la presión de los movimientos migratorios originados durante el proceso de industrialización, llegaron a convertirse en ‘cases de tres, quatre, cinc o sis claus’. Un hacinamiento extremo al que habría que añadir la usura de los alquileres que los propietarios de esos inmuebles imponían a los inquilinos. Llama la atención que actualmente en las zonas degradadas o ya demolidas del casco antiguo no se haya tenido en cuenta la reserva de algunas casas obreras como ejemplo, al menos para que las conozcan y estudien las generaciones venideras.

–Y ahora que habla del casco histórico de Alcoy, ¿qué opina del debate sobre el modelo urbanístico empleado en la revitalización del Centro de la ciudad?

–Transcurridos ya más de 25 años, las buenas intenciones del Plan ARA podemos concluir que presentan luces y sombras. Fue un intento loable de procurar dinamizar el comercio, la vida ciudadana y las condiciones de habitabilidad de zonas urbanas degradadas. No obstante, se cometió el error de no tener la previsión de que el crecimiento económico y el desarrollo urbanístico podría detenerse en algún momento. No estaba contemplado el estancamiento social y una recesión económica tan persistente y profunda como la acaecida en los últimos años y de la que todavía no hemos salido. Las zonas demolidas unas veces sí fueron construidas y dichas viviendas, de nuevo ocupadas, como ocurrió por ejemplo con el barrio de La Sang. Pero otras zonas no fueron tan afortunadas y tras las demoliciones de los edificios en ruinas, han quedado solares vacíos y calles fantasmales donde las vallas metálicas rodean solares.

–En este sentido, usted habla en su libro de la necesidad de un urbanismo compacto.

–La comparación entre la realidad urbanística de finales del siglo XX y la actual está llena de fuertes contrastes. El urbanismo expansivo suponía que el crecimiento económico siempre sería exponencial, que todas las viviendas construidas se venderían, aunque su construcción no estuviera justificada por el crecimiento demográfico. Y lo cierto es que nos hemos dado de bruces con la realidad. La crisis económica y social es profunda y persistente, mientras el crecimiento demográfico es negativo. Los centros históricos de nuestras ciudades están despoblados y degradados, muchas infraestructuras urbanísticas creadas al amparo de las aspiraciones desarrollistas de finales del siglo XX, en ocasiones impregnadas de despilfarro, evidencian ahora el error de sus planteamientos. En el caso de Alcoy, es significativo el estado actual de los parques públicos. En relación al Plan ARA de rehabilitación integral de la ciudad, es también revelador el uso de algunos materiales caros e inadecuados. Es necesario un cambio de rumbo hacia un urbanismo más austero y compacto.

–Está ahora de actualidad un problema con una infraestructura emblemática de la época a la que se refiere, como es el puente Fernando Reig. Desde su punto de vista como profesional en la materia, ¿qué cree que está ocurriendo?

–El alcance y causa exacta del motivo por el que fue cerrado repentinamente al tráfico este verano no lo sabemos aún (no cuando fue entrevistado por El Nostre), en el momento de cerrar la redacción de mi libro, pudiera tratarse de la rotura o la pérdida de tensión de uno de sus tirantes, pero resulta extraño como mínimo que un puente que no tiene ni treinta años de antigüedad presente estos problemas. Recordemos que el puente obtuvo, incluso, el premio Construmat de 1986 de la Generalitat de Catalunya como mejor obra civil española de ese período. El concepto y la técnica de puente atirantado representa la concepción de finales del siglo XX, completa una variada tipología de puentes según cada época y consagra a Alcoy como ciudad de los puentes. Pero la situación actual y el problema al que nos enfrentamos nos lleva a pensar de modo irremediable que lamentablemente algo no se hizo bien o faltó previsión.

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