Una pequeña esperanza
La Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Alcoy, entidad que gestiona el albergue canino municipal, puede respirar aliviada en este inicio de año, puesto que por primera vez en mucho tiempo son menos de cien los perros que habitan las instalaciones, junto con 78 gatos. La cifra sigue generando tristeza, ya que lo deseable, en realidad, sería que no hubiera ningún animal sin hogar. Pero un descenso en la cifra de entradas, unido al incremento de las salidas –normalmente por adopción– siempre es una noticia bienvenida. En 2016 hubo en total 196 entradas, por 267 salidas. No obstante, resulta esclarecedor el desglose de salidas, ya que las cifras absolutas pueden llevar a engaño puesto que no todas las salidas contabilizadas en un año corresponden a animales recogidos durante ese mismo ejercicio. De hecho, a pesar de que las salidas normalmente se producen por adopción, este año las adopciones nacionales de perros han seguido cayendo –de 145 en 2015 a 101 en 2016, y ya es el cuarto descenso desde que comenzó el declive en 2013, cuando se llegó a las 184 adopciones nacionales–, aunque no así las internacionales, que este año han experimentado un aumento considerable en perros –casi triplicándose, pasando de 30 en 2015 a 83 en 2016– y se ha mantenido en gatos –9 internacionales, por 67 nacionales, en 2016–.
Por otro lado, ha sido notable también el descenso de animales recuperados, lo que significa que se han escapado menos, “confiamos en que sea por el cuidado de sus propietarios”, afirma Gonzalo Gisbert, presidente de la Protectora de Alcoy.
Respecto al descenso de las entradas, la entidad lo achaca a la creación de las protectoras de Cocentaina y Muro, cuyos animales son recogidos y gestionados por el albergue de Ibi. “Con estas cifras podemos hacernos una idea de los animales que sin pertenecer al municipio, han estado siendo gestionados desde Alcoy, con lo que esto representa tanto a nivel de trabajo, como económico”, destaca Gisbert, quien incide en la necesidad de creación de un albergue mancomunado, tal y como se planteó a principios del pasado año. “Ayudaría a una mejor gestión y evitaría la masificación”, señala.
Un dato a tener en cuenta también es la ratio de permanencia de los animales en el albergue, que en el caso de los perros ha aumentado de 113 días en 2015 a 224 en 2016. Además de encarecerse el mantenimiento del animal, otra lectura que nos da este dato es que los cachorros y animales jóvenes salen pronto, en detrimento de los de mayor edad. Respecto a los cachorros abandonados, Gisbert subraya la continua lucha de la Protectora a favor de la esterilización para evitar camadas indeseadas, un fenómeno que se repite con demasiada frecuencia y que puntualmente satura los centros de acogida.