Un repasito a la canción del verano

En España desde la mitad de los años 60, irremediablemente, cada temporada estival, hemos asistido al acontecimiento musical por excelencia: “La canción del verano”. Una melodía que ambientaba la etapa más calurosa del año, que se erigía en reina de las noches caniculares, tras ganar el reto a otros temas más o menos machacones, con letras habitualmente insulsas y muchas veces adornadas con una puesta en escena en forma de baile repetitivo. Son muchas las canciones que han tenido sus “cinco minutos de gloria” gracias a los festivales de la canción que se celebraban expresamente para encontrarla y a las emisoras de radio con sus concursos para votar lo que sería un éxito inmediato y, muchas veces, efímero.

La canción del verano llegó a ser un estilo musical que el público o el oyente convertía en un impacto mediático pasajero. La mayoría fueron cancioncillas intrascendentes que hablaban de playa, sol, chiringuitos, cerveza y amores fugaces, pero también se escribieron temas que han acabado siendo grandes clásicos.
El caso es que en verano tenemos el cerebro al ralentí y claro, aceptamos cualquier cosa que suene, siempre que suene mientras estamos relajados con un tinto de verano en la mano y una aceituna rellena como ninguna en la otra. Sólo así se puede explicar que, unos siendo muy niños (como yo, por supuesto) y otros ya adolescentes creyéramos en 1970 que “Un rayo de sol” de Los Diablos era lo más y que perdiéramos la voz a fuerza de repetir -Uoh, oh,oh-.

Durante los 70, el que hizo “el agosto” fue Georgie Dann con temas como “El Bimbó”. El cantante francés es el rey de la canción del verano sin discusión. Además inventó el bailecito; cadera –cadera, cadera-hombro, cadera-trasero y todo eso mientras se daban pequeños saltitos. Bueno, que no lo explico más, que todo el mundo lo conoce, que me sé de muchos que como pinchen la canción, todavía la bailan. Por cierto, Georgie Dann estudió los ocho años de carrera de clarinete y se formó escuchando a los grandes del jazz norteamericanos, incluido el mítico Louis Armstrong. ¿Falta de talento o un superdotado olfato para crear éxitos?

Durante los años 80 la típica “canción del verano” cedió su terreno a la “movida” y su fiel público seguidor. Un buen ejemplo es “Escuela de calor” de Radio Futura.
“Macarena” de Los del Río no sólo fue una canción de verano de los 90, además se convirtió en un éxito mundial. Su música y su baile se hicieron tan populares que pudimos ver al presidente de EE.UU. y a su esposa extendiendo los brazos y dando saltos de cuarto de reloj.

En la década del 2000 se dieron casos realmente curiosos. Por primera vez triunfan temas al margen de las discográficas, gracias a San You Tube, es el caso de “Opá” de El Koala. Por otra parte irrumpen con fuerza las canciones creadas para “publicitar”, recordemos “Amo a Laura” de Los Happiness, (cuatro jóvenes vestidos con tonos pastel) que promocionaba la cadena MTV o “Tú me das cremita” y el resto de cancioncitas responsables de la campaña más exitosa de las vacaciones del 2003, las que promocionaban el sorteo de la ONCE.

¿Y ahora? Bueno, que la canción del verano está en declive (como casi todo) es algo sabido, pero que en España gozamos de una fina ironía, también. Así pues, y aunque ya tenemos el verano bien entrado, me apuesto un mojito a que escucharemos una canción cuyo estribillo sea “Fin de la cita”. ¿Qué no?

(ROSA GARCÍA es empresaria)

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