Un psicólogo en el vestuario

Mientras que a nivel individual la figura del psicólgo lleva años implanda y goza de un enorme prestigio, siendo una parte esencial de la preparación de los deportistas de élite, en los deportes colectivos, pero en especial en el denominado deporte rey, sigue generando rechazo y son contados los casos, sobre todo en los clubes más modestos, que apuestan por tener esta figura en su organigrama. “Lo primero que te dice un padre es que su hijo no está loco”. Quien así se expresa es Marcos Jordá Santacreu, de 28 años, máster en psicología deportiva y profesional de la rama sanitaria, en la que está especializado desde hace un par de años en TEA (Transtornos del Especto Autista).

Desde marzo pasado ejerce como piscólogo en la Fundación del CD Alcoyano ocupándose de la parte mental y motivacional de todos los equipos de la base, tanto de F8 como de F11. Todo un reto a nivel profesional, pero también una gran experiencia personal por la posibilidad de poder trabajar en un espectro tan variado de edades y con chavales que nunca hasta ahora había tenido la oportunidad de tener ese apoyo en su formación como jugadores, pero sobre todo como personas.

–¿Cómo se llevan estos primeros meses como psicólogo deportivo en un club como el Alcoyano?

–“Muy bien, sobre todo quiero destacar la colaboración que estoy encontrando a todos los niveles y eso hace que mi tarea sea más fácil y menos complicada. Las ideas estaban, el problema que me encontré al llegar es que no habían los recursos suficientes para poner en práctica unas bases a nivel psicopedagógico. Lo primero que he tratado de hacer es sentar unas bases. Para mí hay tres pilares fundamentales a nivel formativo: en primer lugar están los chavales, luego el entrenador que es quien mejor los conoce porque está casi a diario con ellos y, por último, los padres”.

–Muchas veces, más que una ayuda son un obstáculo…

–“Hablo de padres, pero también incluyo aquí a los abuelos, a los tíos… Hemos creado la escuela de familia pensando en ello. Soy también árbitro, llevo cuatro años pitando, y en ese tiempo he visto de todo, desde padres que son una verdadera ayuda para todos, desde el chaval, al entrenador y el árbitro, hasta padres que han ido a por mí o que exigen a sus hijos cosas para las cuales no están preparados, algo que pasa mucho en F8 donde es normal que la familia vaya a verles todos los partidos que disputan. Queremos programar diez sesiones al año, casi una por mes, para tratar cuestiones desde temas que ves con frecuencia por televisión con peleas entre los propios padres, padres que se meten con los árbitros o el entrenador de su hijo, cuestiones de nutrición o la actitud que deben adoptar cuando termina un partido. Es habitual ver a un padre recriminarle algo por alguna acción, cuando eso es una cuestión del entrenador, lo normal sería preguntarle cómo se ha sentido en el partido. Nadie mejor que él sabe si ha jugado bien o mal y dará su opinión, pero si el padre le dice directamente que no le ha gustado cómo ha jugado, ese chaval lo has perdido para toda la semana, ya que el padre es muchas veces su modelo e incluso hay muchos casos de chavales que están jugando al fútbol más porque le hace ilusión a su progenitor que a ellos mismos. Nos gustaría que a esas sesiones no solo vinieran familiares de la Fundación, sino de otros clubes locales, porque queremos que estén abiertas a padres con hijos jugando al fútbol o cualquier otro deporte”.

–¿Y cuál es la relación que mantienes con los entrenadores de la Fundación?

–“Dedico tres días a la semana a trabajar a pie de campo. Durante esas jornadas trato de hablar con ellos, grabo las sesiones de entrenamiento, también los partidos porque visualizando lo que allí pasa es la mejor herramienta para luego establecer métodos de trabajo”

–¿Cuáles son los problemas más frecuentes?

–“El estrés delante de la competición. Sobre todo me ha llamado la atención los problemas que suelen tener los porteros. En un deporte colectivo, ellos son una isla, saben que si un delantero falla no pasa nada, pero si lo hacen ellos es un gol seguro y no hay vuelta de hoja. Otro problema que estamos encontrando es la actitud del jugador ante una lesión grave. Nos ha pasado con un futbolista con una lesión de dos meses, no salía de casa, apenas se relacionaba, y su rendimiento académico también había descendido. Son niños muchos de ellos que no solo se están formando a nivel futbolístico, sino también su personalidad. Muchos de ellos tienen problemas en casa, con amigos, a nivel de estudios, que luego se refleja en los partidos. Cuando detectamos algún problema de este tipo o de cualquier otra índole, como el que nos ha pasado recientemente con un jugador nuestro que tenía miedo a los truenos, tratamos de hablar con ellos y buscar soluciones”.

–¿Retos para el nuevo curso deportivo?

–“Sobre todo queremos crear una misma metodología de trabajo para todos los equipos de la Fundación. Sabemos que no es lo mismo trabajar con niños de 5 o 6 años que de 14 o 15. Otro objetivo es inculcar desde bien pequeño que ser del Alcoyano es un sentimiento, un valor añadido en su formación. Se va a plantear la temporada en tres partes, con objetivos a cada diez partidos, porque parece que a corto plazo la mentalización es diferente y el jugador se esfuerza más por alcanzarlos. Me pasó al llegar con el Cadete A. Estaban penúltimos con 11 puntos y habían sido capaces de marcar solo 19 goles. Hablé con ellos, les dije que se olvidaran de la clasificación y nos planteamos buscar soluciones para esas nueve jornadas que faltaban. Tratamos de buscar objetivos reales, que fueran factibles y crear retos nuevos en cada partido. El problema que tenían era que encajaban un gol y se venían abajo enseguida. Se logró dejar dos partidos la portería a cero y en los nueve partidos que restaban se sumaron 15 puntos, que no estuvo mal”.

–Se habla de formar en la base pero el objetivo final sigue siendo ganar

–“Sobre todo queremos que los jugadores puedan pensar en objetivos reales. En una sesión grupal, le pregunté a un delantero que esperaba del siguiente partido y me contestó que quería marcar cuatro goles. Le dije que si era un objetivo posible y él mismo reconoció que no. Sobre todo en F8, queremos que el niño disfrute y adquiera unos valores. En un equipo hay distintos roles y tan importante es el que hace los goles como el que cuenta los chistes o el serio de turno que cumple en todo aquello que le pidas. Lo difícil es conseguir que todo ese abanico de personalidades se una para dar el 100 por 100 en un objetivo común. Normalmente la figura del líder no siempre coincide con el goleador. Corresponde más a un jugador del centro del campo. Sobre todo es importante que la figura del líder sea un activador de grupo, una referencia en el factor motivacional. Otro aspecto que tratamos de cuidar es la forma de comunicarse. Lo practicamos con los porteros y también los propios entrenadores en la forma de dirigirse en los partidos a los jugadores, porque cada uno es un mundo. Es importante a nivel grupal que se conozcan entre ellos. Muchos no saben nada a nivel personal de su compañero. Puede parecer una tontería pero ayuda a que el grupo sea más fuerte”.

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