Tarjeta roja a la corrupción. DAVID SABIDO BUSTOS

No hay un solo día en que la corrupción nos de tregua. En cada informativo, en cada uno de los medios escritos de papel, en los digitales, radios… todos y cada uno de los días podemos encontrar casos de corrupción. Escriban la palabra “corrupción” en Google y podrán observar que se encuentran más de 41.000.000 de resultados, alrededor de 144.000 noticias. Partidos políticos de todo color, sindicatos, empresarios, funcionarios… pocos sectores escapan a esta lacra.

Y es que en los diarios podemos encontrar imputaciones y casos de corrupción de lo más variados y exóticos. Desde la ya más que conocida y reimputadísima alcaldesa de Alicante Sonia Castedo, la cual parece tener sección propia en la prensa diaria junto a su amigo Ortiz (siempre Ortiz), pasando por las lamentables noticias con los sindicatos como protagonistas hasta finalizar esta misma semana con noticias de lo más inauditas como la que conocíamos sobre un vehículo diplomático del Vaticano que transportaba kilos de cocaína.

Y ante esto, la desesperación en la ciudadanía es cada vez más profunda. Porque es desesperante ver que en España resulta muy “barato” robar a gran escala. Es desesperante observar como el reparto de la justicia que llevan a cabo los viejos partidos, tiene como consecuencia que en muchos casos los corruptos son juzgados por jueces nombrados por el partido político de turno. Resulta desesperante presenciar la arbitrariedad con que se conceden indultos. Porque es desesperante observar que con unos pocos años de cárcel cinco estrellas, políticos que han dedicado su vida a robar “pagan por su delito” sin devolver un solo euro de los que se apropió desde su privilegiada posición.

Es por la desesperación que existe en la ciudadanía que ante cualquier sospecha o indicio de corrupción, los poderes públicos tienen el deber de actuar de una forma contundente. Porque estamos ya cansados de palabras, de amenazas entre políticos de uno y otro color, estamos cansados de tapar tropelías de unos con tropelías de otros.

Ya no sólo por una cuestión de justicia con la ciudadanía a la que se ha esquilmado durante tantos años y con tan poca vergüenza. También para dignificar la política, para que deje de relacionarse la política con la corrupción, los poderes públicos no pueden seguir apartando la mirada cuando existen indicios, ni a nivel nacional, ni a nivel autonómico ni a nivel local.
Hay que expulsar la corrupción de la política y dignificar esa noble tarea que es hacer política por y para el ciudadano.

Advertisements

Send this to a friend