Sin noticias
Llevamos dos salidas sin noticias del Alcoyano. En Reus le cayeron tres goles tras una segunda parte en la que los de Palop se quedaron en blanco, y en Badalona se llevó dos goles más, que sumados a los tres del Barça B, son ocho en tres partidos.
En el Municipal de Montigalà ni siquera llegó a comparecer en el campo. El equipo debió escuchar la charla del técnico en vestuarios y luego desconectó al saltar al césped. Salió vacío al partido. Jugaron, es un decir, once futbolistas sin alma. Si les llegan a pinchar durante el encuentro en una vena, en vez de sangre seguramente hubieran extraido un líquido desbrabado e insípido.
Otra vez el Alcoyano dejó la sensación de que al rival le cuesta muy poco o nada hacerle daño. Al equipo –contra el Badalona llueve sobre mojado y en la primera vuelta ya ganó en el Collao con un clamoroso error de colocación– le volvieron a coger fuera de sitio. A dos meses para que finalice la temporada, los de Palop no pueden transmitir esa sensación de inconsistencia y falta de fiabilidad.
No puede ser que logre estar siete jornadas sin perder y luego en las cinco siguientes, situación en la que se encuentra en estos momentos, pase de largo la victoria. Desde que el técnico de L’Alcúdia tomó las riendas del banquillo, los aficionados blanquiazules no saben a qué carta atenerse.
Los blanquiazules son capaces de marcarse una soberbia actuación contra el Barça, a no enterarse en todo el partido como sucedió el domingo en el Municipal de Montigalà.
A la hora de personalizar, Fran Miranda y Alfaro no tienen lamentablemente repuesto en este equipo. Ante el Badalona se echó en falta la capacidad que tiene el extremeño de contagiar y arrastrar al resto de compañeros y el talento y ese instinto asesino del andaluz. Liberto es muy bueno, seguramente será un futbolista importante en el futuro, pero está por hacer. Y Anaba es otro jugador en formación.
Por si no hubiera bastante, el esperpeto del cambio de Devesa por Mode, lateral por lateral, a falta de cuatro minutos para el final. Una maniobra tan fuera de sitio como innecesaria, una completa falta de tacto para quien es el capitán del equipo. Y ya es la segunda vez.