Santiago Blanquer, un dirigente irrepetible

Santigo Blanquer forma parte de esa generación de dirigentes locales hechos así mismo, inquebrantables con el paso del tiempo y que con su tenacidad contribuyeron a levantar un deporte local que estaba en paños menores. Ahora ya en la reserva, tras más de cuatro décadas al frente de la Unión Ciclista Alcoy, mira todos esos años con nostalgia pero con el orgullo de haber conseguido traer a nuestra ciudad las carreras más importantes.

Los achaques de sus 75 años le dejan alguna laguna en su memoria, que por momentos le juega una mala pasada, pero es encomiable su esfuerzo por recordar tiempos pasados que se han ganado por derecho propio formar parte de alguna de las páginas más brillantes de la historia de nuestro deporte. Santiago Blanquer dejó a comienzos de año la presidencia de la Unión Ciclista Alcoy tras más de cuatro décadas. Llegó con 31 años y 44 después, renunciaba al cargo que le mantenía como el mandatario más longevo de nuestro deporte. Fulgencio Sánchez, un cartagenero afincado desde hace años en nuestra ciudad, vigente campeón de España de ultrafondo, ha tomado su relevo y porqué no decirlo, la herencia de un inmenso legado.

Santiago Blanquer se ha ido sin el reconocimiento de los suyos, quizás en parte debido al enquistamiento motivado de tantos años en un mismo cargo, pero con el reconocimiento general del deporte alcoyano. Hace un mes el Alcoyano le rindió un homenaje y realizó el saque de honor en los prolegómenos del derbi contra el Eldense y el Centre d’Esports tiene previsto aprovechar la celebración de la próxima edición del Esport en 3D para tributarle otro merecido homenaje,

–Es curioso, tantos años en un mismo cargo y aquella acción de salir a la calle para recaudar fondos para un Alcoyano que agonizaba económicamente es algo de lo que aún muchos se acuerdan. ¿Cómo surgió todo aquello?

–Fue todo sobre la marcha, me dolía mucho la situación que estaba atravesando el Alcoyano. Fue la temporada 2001/02, el club atravesaba una difícil situación, los jugadores no cobraban, y el equipo estaba en Tercera. Hablé con Eduardo Latorre y le dije que estaba dispuesto a salir a la calle en mi coche con la megafonía que utilizaba para las carreras para recaudar fondos. Se hicieron unos bonos de siete partidos hasta final de temporada. Me recorrí todos los barrios de la ciudad ese fin de semana. Delante de la puerta del Ayuntamiento colocamos una mesa que alguine incomprensiblemente mandó retirar pero la intervención de Nuria Trenzano hizo que nadie se fuera de allí. En el Collao se colocaron urnas en las puertas de acceso para que aquellos aficionados que quisieran de forma anónima depositaran su donativo. Aquel fin de semana se registró la mejor entrada de la temporada. Hubo colas en las taquillas. Creo recordar que entre la venta de entradas y abonos, las urnas, los donativos de anónimos y entidades y asociaciones que quisieron colaborar se llegaron a recaudar más de 25.000 euros. Fue todo un éxito y para mi un orgullo haber contribuido a salvar aquel difícil momento. Dos años después el Alcoyano subió a Segunda B y vino lo que ya todos conocemos.

–Otro momento entrañable fue los detalles que envolvieron la primera llegada de etapa a nuestra ciudad de la Vuelta a España en 1979. ¿Es así?

–Ciertamente porque es uno de los recuerdos más gratos que guardo de mi etapa como presidente de la Unión Ciclista. Iba hacia Muro en mi coche escuchando que la celebración de la Vuelta a España estaba en peligro. Aquello me dolió en el alma porque su desaparición hubiera significado un duro golpe para el ciclismo. Entonces la organización de la prueba la llevaba el Correo Vasco. Ni la Federación ni los clubes tenían el suficiente poder económico para asumir un gasto tan grande y comenzaron los rumores de que el periódico quería dejar de asumir la organización de la carrera. Nada más llegar a Muro, paro el coche y aparco junto al kiosko que había a la entrada para llamar por teléfono a casa de Luis Puig, que aún no era presidente de la UCI y lo era solamente de la Federación Valenciana. No estaba y su mujer me da el teléfono de una emisora de radio en la que estaba para hacer una entrevista. Consigo hablar con él y le digo que cuente con tres etapas: Murcia-Alcoy, Alcoy-Sedaví y Sedaví-Albacete. Me dice que le acompañe al día siguiente a Madrid que hay asamblea para tratar el tema. Decido coger el Citröen Dyane 6 que tenía y allá que me voy, junto a Miguel Mora y Rafael Pérez ‘Martinico’. Hable con Paco Agudo y le dije que necesitábamos un aval y me dijo que el dinero del siguiente televisor que vendiera era para traer una etapa a Alcoy. La Vuelta Ciclista no desapareció y al año siguiente nuestra ciudad tuvo un final de etapa en Oliver.

–Luego ha venido otras dos veces

–Sí, pero aquella de 1979 fue un gran orgullo para mí por la importancia que tuvo aquella edición en el futuro de la carrera. Si de algo me siento satisfecho de mi paso por la Unión Ciclista es por haber conseguido traer las mejores carreras ciclistas a nuestra ciudad. Se consiguió que el Trofeo San Jorge y el Virgen de los Lirios fueran dos de las carreras amateurs más importantes del país. Aquí han ganado René Marigil, Angelino Soler, Juan Guillem, Rubén Plaza… Recuerdo en una Vuelta a España que Blas Domingo Llidó se escapó subiendo La Carrasqueta y Domingo Perurena empezó a pegar gritos en el pelotón diciendo que no se marchara porque había ganado tres veces el Trofeo Virgen de los Lirios. Ahí entendí la importancia de la carrera.

–Viviste de cerca los gloriosos años 70 con aquel duelo comarcal entre Blas Domingo Llidó-Vicente Belda.

–En Alcoy habían habido siempre buenos ciclistas, pero ninguno como ellos, dos fueras de serie. Vicente Belda era la perseverancia, una mentalidad de hierro, todo lo contrario que Blas Domingo Llidó, que no era tan explosivo en sus arracadas, era más de subir a ritmo, pero al que le costaba sobreponerse de cualquier fracaso. Cuando todo le iba rodado, era impresionante, un placer verle correr. Lo que rodeó a su accidente bajando de Banyeres tras ser atropellado por un camión y su posterior fallecimiento después de pasar por un coma fue muy triste, una de las mayores penas que he tenido en mi vida, porque lo sufrí muy de cerca junto a sus padres. Aún me acuerdo que su madre no quería que fuera ciclista y yo iba a su casa para decirle que lo dejara, que hiciera deporte. Aquello me marcó. Me acuerdo de mi madre. Tampoco quería que fuera ciclista. Haciendo ciclocross en el Barranquet tuve una caída en la que me partí la cara. Me cosieron en vivo. Aún tengo la cicatriz. Del disgusto que cogió mi madre lo tuve que dejar. Llegué a ir a un Campeonato de España amateur en Tarragona. Era escalador. Llegué a ganar una Subida a El Salt.

–Te has ido de la Unión Ciclista sin poder ver cumplido tu gran sueño: construir un velódromo en la ciudad.

–Yo no quería un velódromo, entre otras cosas porque es una instalación muy cara de mantener y ahí tenemos los ejemplos de Castalla, Sax o Elda. Lo que yo pretendía era una pista de entrenamiento, similar a un campo de fútbol, en la que los niños se iniciaran en el ciclismo y perfeccionaran su técnica. Con Miguel Valor en Diputación estaba el dinero pero José Sanus se negó a su construcción. Estando Jorge Sedano de alcalde también se estuvo muy cerca de su construcción.

–Contigo de presidente de la UCA, rara era la población de nuestra comarca que no incluyera una carrera de Escuelas en su programa de fiestas patronales.

–No solo en la zona, también en la costa, sobre todo en La Marina. Conocía a muchos alcaldes y me aprovechaba de ello para organizar carreras. Era una forma muy buena de promocionar el ciclismo. Ahora ya está todo más controlado, se ha hecho un buen trabajo en esa dirección, pero años atrás cuando surgió todo el tema del dopaje me entristecía mucho cada caso que salía en los medios de comunicación. Los ciclistas parecían apestados, cuando es un deporte muy noble y bonito, precisoso a la hora de practicar y también de seguir por la televisión

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