Sant Jordi ya no nos ayuda

Si no teníamos suficiente con el elevado nivel de paro que supera más de siete mil personas desempleadas, ni con aquellos asuntos que hace años que deberían haberse solucionado como devolver la plaza de la Rosaleda a su estado original, abrir al tráfico la calle Calderón y resolver el problema de la planta de transferencia, también el traslado y ampliación de los Juzgados, solucionar el desastre de Serelles, el acceso fluido al polígono Santiago Payá, la restauración del puente de Sant Jordi o finalizar las obras del Barranquet de Soler del Centro de Enfermos Mentales, por citar algunas de las infraestructuras ciudadanas más importantes que llevan camino de eternizarse, ahora surge un nuevo brote epidémico de legionela que llega para amargarnos un poco más la vida a quienes vivimos, o simplemente subsistimos, en este pueblo.

El nuevo brote de legionela que se ha declarado en esta ciudad es como para desmoralizar al más optimista. Independientemente de las víctimas que ha producido y que afecta a la salud pública, que es lo más grave, el nuevo brote de legionela, además de sembrar el desconcierto entre los facultativos y autoridades sanitarias conseguirá que el agua potable de la red pública aumente su sabor a cloro y de paso continuará clausurando la preciosa taza de bronce del Parterre, la fantástica fuente del parque de Zona Nord o la de la plaza de España poblada de surtidores que Calatrava diseñó y los técnicos alcoyanos pusieron en marcha. De hecho, la legionela se cargó, “sine die”, todas las fuentes monumentales que la etapa socialista denominada “Alcoi de fil de vint” nos trajo.

La última década del pasado siglo XX y los catorce años que llevamos del XXI no han sido muy generosos con Alcoy. Aunque cada persona habla de la feria según le ha ido o le conviene, la realidad es que en el último cuarto de siglo nuestra ciudad ha perdido tanto peso industrial y comercial que ha elevado el número de desempleados hasta cifras jamás conocidas en este pueblo. Mas lo peor de todo es que ha dificultado y casi cerrado las posibilidades de empleo para miles de jóvenes alcoyanos muchos de ellos obligados, a la fuerza, a trabajar fuera de su pueblo, incluso no pocos lejos de su país.

Los sucesivos brotes de legionela, que arrastramos desde el mes de noviembre de 1999 que se declaró el primero -¡desde entonces llevamos dieciocho¡-, decía más arriba que nos están amargando la vida pero habría que recordar, aunque no sea agradable por lo mortífero que fue, el brote de fibrosis pulmonar, conocido como el “Síndrome Ardystil” vinculado a las aerografías textiles, que sufrimos a partir del mes de mayo de 1992 y que involucró a trabajadores tanto de Alcoy como de Cocentaina. Aquél enorme problema sanitario, laboral y social duró algunos años y desapareció, más que por las medidas sanitarias y políticas que se tomaron, por el cierre de las empresas de estas comarcas que dejaron de fabricar cortinas, cuyo acabado exigía el uso de productos químicos para su estampación a pistola.

En resumen, ahora entre brote y brote de legionela, además de los problemas que nos acosan a diario porque el ciudadano/a que carece de problemas y tampoco toma algunas pastillas es que se ha muerto, en este pueblo siempre estamos en un ¡ay¡, voz que según el diccionario expresa dolor o aflicción. Escribía el exalcalde Jordi Sedano al final del artículo que publicó en ENC el pasado martes, cuando a los alcoyanos algún asunto se nos complica el patrón “sempre mos tira una maneta”.

A mí me parece que Sant Jordi ya no nos ayuda porque debe estar de nosotros hasta el gorro pues de lo contrario no se comprende porqué los problemas que tiene Alcoy se eternizan, y muchas personas y algunas instituciones no se entienden y el Ayuntamiento comenzó con un tripartito, pasó a bipartito y da la impresión que los dogmas, las intolerancias y los programas que tanto separan a las nuestras y a todas las izquierdas españolas, aquí podrían acabar una vez más con cada cual por su lado. Encima, el mundo de la Fiesta está dividido, incluso la directiva de la Asociación podría sentarse en el banquillo. “Tirarnos una maneta” Sant Jordi?, ni soñarlo. Somos tan desastre que sería un milagro que no renuncie a continuar siendo nuestro patrón.

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