Quererte a tí…

Hará unos meses estuve en una farmacia de guardia aquí en Alcoy y mientras esperaba en la cola, estuve observando los productos que allí se exponían hasta que tropecé con uno que me llamó la atención. Se trataba de unas gomas adhesivas que se pegan detrás de las orejas para evitar que los niños dejen de sufrir acoso escolar, llamándolos con el original apodo de “dumbo”, “orejón”, etc.

La perfección continúa siendo la madre del cordero en esta sociedad modernista, no me imaginaba que los farmacéuticos llegasen a ver como negocio el que una persona tenga las orejas muy separadas o grandes. Se me ocurre que para la gente que tenga heridas en la punta de la nariz, una verruga o un grano juvenil que desentona en todo su físico, debería comprarse una nariz roja de payaso que taparía sus “tremendos defectos físicos” y además haría reir a toda la gente que se cruzara en su camino. No encuentro solución para las personas que tienen joroba, para los calvos existen pelucas de todos los tamaños y colores, los que no quieren gafas existen lentillas; nadie quiere ser realmente como es o mejor dicho, nadie quiere que no lo acepten como es y hay que aparentar, ser más alto, colocándose tacones en los zapatos que le den diez centímetros más de estatura, por consiguiente tienen también sabañones, rozaduras en los pies e incluso hongos, pero hay que aparentar físicamente lo que quieren los demás.

Recuerdo al galán de los años 40 y 50 Arturo Fernández, que salió de su letargo de falta de popularidad para decir que todos los que iban a las manifestaciones eran feísimos -en superlativo- no se conformó con decir simplemente “feos”. y matizaba: “son feos del carajo”, bien, sr. D. Arturo Fernández, y qué?, ¿donde está su modestia, donde está su capacidad como ser humano, para calificar su perfección al sentirse mejor y más guapo que los demás, con sus casi 80 años? Si nunca ha ido a una manifestación, ¿como puede afirmar tal cosa sin estar al lado de ninguno de ellos?, seguro que lo vio por televisión, pero sepa que en la pequeña pantalla se amañan las caras para que no se reconozcan ni los atacantes ni los atacados, ¿o acaso los polis eran muy guapos? También sabe que los maquilladores hacen milagros con Vd., por eso llega tres horas antes al teatro para que le hagan el milagro diario, pero sepa que los demás ni nos importa ser feos, ya que no vivimos de nuestra cara, trabajamos con nuestras manos y con el carácter que vamos perfeccionando con el paso de los años. Razón por la cual los años cultivan la educación, la sencillez, los modales, pero no arreglan las arrugas, ni el orgullo, ni la mala leche que algunos gastan por no aceptar la vejez.

Hace años los calvos utilizaban boina, sombrero o gorra, pero no para esconder su calvicie, tan sólo para evitar el frío; esa lógica es la que tenemos que cuidar, cubrir nuestra cara con una buena bufanda, pero no para tapar nuestra fea cara, sino para refugiarse del frío, de los malos olores; no seamos esclavos de la rutinariez de los demás. Aceptarse como uno es, siempre será el mejor consejo aprendido de aquellos que verdaderamente te quieren y saben tus otros dones que no nacen contigo, tienes que cultivarlos y perfeccionarlos para ser más querido por los demás.

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