Que Dios reparta suerte

Vísperas de Ilusión, llenas de Superstición.
Padre, Bendígame. Madre, Santígüeme.
Que Dios Reparta Suerte…

GABINETE CALIGARI

Doce de julio ya… y aquí seguimos! Cada uno a lo nuestro.
Pasado mañana, lunes, los pamplonicas y los miles de borrachuzos que queden por allí, entonarán el “…pobre de mí…” y ese mismo día, los que terminen sus vacaciones y se pongan a trabajar el martes, cantarán lo mismo. Unos y otros llegarán –…sin calor de nadie y sin consuelo, (como dijo Miguel Hernández)…a sus asuntos–, mientras, los que cogen la segunda quincena de julio, es posible que el lunes cuando acaben su jornada laboral, se tomen un ‘chupinazo’ o dos, o tres.

Las vacaciones se notan y no solo en el moreno de la piel. Los que tienen vacaciones, aunque se queden en sus casas, adquieren un brillo en la mirada distinto. Su tono de voz, baja al menos un grado, debido al relax. Salen de casa a la hora del desayuno, con un lado de la cara con marcas de la almohada. Los ves sentados en las terracitas aguantando el calor estupendamente, cosa que no es ninguna tontería. Debería escribirse un tratado sobre las personas según su capacidad para soportar el calor.

Las hay de las que necesitan consultar la temperatura a cada momento. ¡Vamos a centrarnos!, si ya sabes que tienes calor, no es necesario que también sepas exactamente “cuánto” calor tienes, al ver un simple número en una pantalla. Pero también las hay que ni sienten, ni padecen. Nunca se quejan, no notan el bochorno, aunque a su alrededor haya un revoloteo de abanicos, un guirigay de cubitos de hielo entrechocando en los vasos, unos labios superiores traicioneramente húmedos, unos cercos en las camisetas en la zona axilar, unos pies indecorosamente descalzos… este tema se está poniendo desagradable. Punto y aparte.

A mí el calor me altera los gustos. Es pasar de bajar las ventanillas del coche, a poner el aire acondicionado y apetecerme otro tipo de lecturas y otro repertorio musical. Un repertorio que yo catalogo como “de Karaoke” y que no tiene por qué ser malo, necesariamente.
Siempre he pensado en que alguien debería haber escrito una novela que se titulase “Los Karaokes son para el verano” No tendría el éxito de la de Fernando Fernán Gómez, pero sería una guía divertida que te ahorraría tiempo en las noches de Benidorm o en las verbenas de los pueblos.

Aviso desde ahora que la experiencia karaokil es muy dura. Por bueno que sea el intérprete, que no suele serlo, has de añadir un par de obstáculos a la experiencia.

El primero, es que a un karaoke no suele acercarse nadie que no lleve su ración de cervecitas o de bebidas espirituosas y, como todo el mundo sabe, a más “ración” aumenta la separación que existe entre lo mal que uno canta, con lo bien que se cree uno que canta. Hay que ponerse en el papel de imaginarse lo peor:

– De por qué te estoy queriendo, no me pidas la razooooón….
Todo esto, con la cara roja y el cuello estirado al máximo porque, no, no eres Nino Bravo, aunque puede que llamarte Nino Cobarde sea exagerar, lo dejaremos en Nino Apocado.

El segundo, es que todo el que se anima a la experiencia, lleva una cohorte de amigos detrás, que se empeñan en “mejorar” la actuación en forma de coro:

–Te quieroooo vida míaaaaaa….

Hasta el solista es consciente de que cada uno va por un lado, pero no puede aleccionarlos porque los muy atrevidos cantan con los ojos cerrados, así, sintiéndolo profundamente, tanto como los que están escuchando, que también lo sienten mucho…

Cuando vamos a cantar un karaoke siempre estamos, al menos la mayoría de nosotros, dispuestos a pasar un buen rato y rozar el ridículo con nuestra interpretación, pero…, por favor, por favor de verdad, que nadie se pida Staying Alive, ¡nadie puede igualar el falsete de Barry Gibb!

A los que imagino hoy micro en mano y cantando para rebajar tensiones de cara a la final de mañana, es a los papas, Francisco y Benedicto. Argentina y Alemania… ¿Cantarán el éxito de Gabinete Caligari, “Que Dios reparta suerte?” Sería un puntazo y un descanso de tanto rezo, porque rezar han rezado… ¿Cómo, si no ha sido a base de rezos, ha llegado Argentina a la final? ¡Luego dirán por ahí que rezar no sirve para nada!

P.D. Diecisiete años sin Miguel Ángel Blanco. Israel y Palestina envueltos en una guerra sangrienta. Bárcenas codeándose con la mafia italiana… Es tan difícil disfrazarse de verano… ¡Que Dios reparta cordura!

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