Previsiones que nunca se cumplen

El documento previo a la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Alcoy (PGOU) recoge las directrices de Consellería respecto a población y apunta que en el año 2030 el padrón municipal alcoyano podría situarse en los 73.470 habitantes. Actualmente el padrón está fijado en los 60.837 vecinos, según el último dato del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta noticia, publicada el martes día 24 de septiembre en El Nostre Ciutat se ampliaba señalando que se estima que con los crecimientos previstos a nivel económico Alcoy podría contar en el año 2030 con un total de 22.676 empleos. En estos momentos el número está situado en los 17.863 empleos, contando el sector industrial y el terciario.

No me gustaría pecar de cenizo pero cuando leo datos que apuntan a futuros crecimientos la verdad es que no acabo de creérmelos. Son datos avalados por técnicos ya que si los estudios hubiesen sido firmados por políticos ni siquiera les concedería el beneficio de la duda, simplemente afirmaría que son electorales o sea, falsos.

Porque los políticos españoles, la mayoría de aquellos que gobiernan o han gobernado desde que se restauró en España la democracia en 1978, con la obsesión de continuar mandando nos han contado tantas mentiras y han cometido tal cantidad de desmanes económicos que lo raro es que muchos de ellos todavía continúen en el poder, sobre todo los valencianos, desde el descomunal aumento de gasto del complejo de las Artes y las Ciencias de Valencia hasta el aeropuerto (¿) de Castellón y los Estudios de Cine de Alicante, por citar tres despilfarros de todos conocidos.

Pero estas reservas mías sobre aquellas previsiones de futuro que conocemos por los medios informativos se deben a que en anteriores manifestaciones del mismo carácter, aprobadas y publicadas, casi nunca se cumplieron. Por ejemplo, en el libro “Alcoy Horizonte 2000”, jornadas sobre el futuro industrial de Alcoy celebradas en 1985 en los salones de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia de la calle Rigoberto Albors cuando sus directivos y el gobierno autonómico del PP aún no habían llevado a nuestra Caja a la quiebra, en la ponencia “Previsión de Futuro y Nuevas Alternativas” a cargo del ingeniero de minas Enrique de Miguel Fernández y el ingeniero industrial Francisco Cruz-Lario, en la página 137 del citado volumen los autores previenen que el censo de Alcoy, en el año 2000 alcanzaría los 73.500 habitantes pero llegada esa fecha aquí apenas éramos poco más de 62.000 almas. También se estimó que para crecer la industria local necesitaría unos 600.000 m2 de nuevo suelo industrial; no se construyó ni un metro pero se potenciaron cuatro urbanizaciones residenciales alrededor de la ciudad y una en término de Cocentaina.

En aquellas Jornadas las previsiones respecto al crecimiento del empleo aún fueron peores, porque partiendo los autores de la hipótesis de una población activa del 40% para el año 2000, situaban la cifra en 29.400 trabajadores cuando esos años no alcanzó los veinte millares. El pragmático abogado Rafael Terol Aznar, en su libro “La Textil Alcoyana S.A. Historia de una etapa de la Industria Textil de Alcoy (1940-1998)” publicado en el año 2000, ya señalaba la imparable caída del empleo en la industria textil alcoyana, que pasó de 3.093 empleados en 1985 a los 2.216 en 1998. La metalurgia ya había cerrado casi todos los talleres y la industria papelera se había liquidado. Los grandes edificios fabriles se transformaron, antes de finalizar el siglo XX, en sedes de filaes, salas de fiesta, supermercados, bares y restaurantes, centros médicos, estación de autobuses, viviendas… Alcoy perdía así su espíritu obrerista, se aburguesaba y hasta la derecha ganaba elecciones. Había iniciado su suicidio como pueblo industrial.

En resumen, que no me creo las previsiones del futuro PGOU ni los datos que dan los políticos. Y no sólo hay que ponerlos en solfa en ocasiones habría que investigarlos a fondo porque la inmensa mayoría de las infraestructuras que acuerdan ejecutar gobiernos y ayuntamientos españoles, el presupuesto aprobado oficialmente nunca se cumple; los costes siempre sufren desviaciones al alza. Lo he escrito muchas veces: hay que guardar todo lo que dicen o prometen los políticos y compararlo años más tarde con la realidad. Enseguida se darán cuenta que a pesar de disponer de asesores a cientos, estas previsiones casi siempre fallan.

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