Pero sigo sieeenndo el Reeeyyy…
Yo sé bien que estoy afuera
Pero el día en que yo me muera
Se que tendrás que llorar (Llorar y llorar. Llorar y llorar.)
Estoy agotada, cansada. Esta semana no puedo con mi alma. No hay cosa que me fatigue más que la certeza de que, por mucho que lo intente, no voy a arreglar los estropicios ajenos. Y sí, digo esto porque el rey ha dimitido, y acto seguido, en la mayoría de las mentes de los españoles se ha activado el virus del olvido. Digo yo que será por eso, que –tras treinta y nueve años de reinado de Juan Carlos I, en los cuales, si descontamos los últimos cinco, hemos vivido los años más prósperos y pacíficos de la historia de España–, resulta que según algunos, –muchos desgraciadamente– el resto somos unos exagerados. “…Naaaaa, no ha sido pa’tanto…”, es lo más suave que he escuchado estos días acerca del rey.
De pequeña, para consolarme, me contaban cuentos. Ahora, prefiero que no me los cuente nadie, así que, de vez en cuando, escribo los míos.
Érase una vez, en un reino muy cercano, habitó un rey tan querido por sus súbditos, como admirado por la mayoría de reinos, más o menos, vecinos. Del uno al otro confín de la tierra, se le aplaudió su enorme y fructífero trabajo a la hora de conciliar a todos los habitantes, los cuales reconocían en él, a la persona que giró como a un calcetín al antiguo régimen. El trabajo no fue baladí. Junto con sesudos consejeros, el rey, –refrendado por el pueblo– dirigió una extraordinaria operación, para establecer una monarquía democrática tan eficaz, como las más antiguas del mundo, Gran Bretaña, Suecia, Holanda o Bélgica. Y así, desde entonces, con más o menos perdices, aquel país fue feliz.
Mas, hete aquí, que aquella prosperidad no era del gusto de todos. Repartidas a lo largo y ancho del reino se ocultaban unas brujas, cuyo resentimiento por los tiempos anteriores al reinado no conocía límites. Y de esa forma, esperaron agazapadas a que vinieran tiempos difíciles, tiempos de debilidad.
Y esos tiempos llegaron.
Se empezó a robar sin control, en todas las aldeas, incluso desde dentro de la familia real, el más alto y más rubio de sus integrantes, sucumbió al oro. Los dirigentes del reino se habrían avergonzado, si es que a estos les hubiera quedado un poco de vergüenza. Pero no.
Olvidando que estaban al servicio de aquellos que los habían elegido, se dieron a la rapiña.
El pueblo empezó a cansarse y las brujas pusieron a hervir sus viejos calderos.
En algunos mezclaron ojos de tritón con delirantes ideas independentistas, a sabiendas de que la desunión hace la debilidad.
En otros, además de polvo de ala de murciélago, echaron ralladura de desencanto general y unas gotas de odio visceral.
En el resto mezclaron escamas de dragón con esencia de “melocreosinpensar”. Y salieron a
hechizar los pozos de las aldeas. Luego enviaron a los trovadores a cantar las malas nuevas.
Les cantaron que unas aldeas robaban a otras, que algunos aldeanos eran de menor categoría porque no tenían un idioma propio, o una situación geográfica privilegiada.
Les dijeron que el reino no tenía arreglo, que los jóvenes no conseguirían medrar y que la culpa era de los gnomos, mientras que a los gnomos les contaron que la culpa era de los elfos.
Y para que nadie pensara que las brujas eran las causantes de los maleficios, dijeron que el problema era el rey…
(El cuento se alarga mucho, pero pierde bastante la gracia, porque se hace necesario empezar a nombrar y apellidar a dirigentes y brujas. Además llega un momento en el que ambos se mezclan y me hago un pequeño lío, así que, iré concluyendo…)
El rey, –humano– como todo hijo de aldeano, fue denostado de tal forma, que quiso hacer un último servicio y anunció su abdicación.
Y desde entonces, trovadores bien aleccionados por brujas desdentadas cantan cada vez más alto, para que no percibamos los acontecimientos tan importantes que van a acontecer en nuestro reino.
FIN
P.D. Cuando escucho ese eslogan tan directo de “monarquía o democracia”, pienso… ¿por qué o una cosa o la otra?, ¿no es monarquía democrática lo que hemos vivido durante 39 años? Porque entonces también podríamos preguntar si “república o democracia”, sobre todo a chinos, cubanos, venezolanos…, etc. y etc.