Obediencia básica
Una de las situaciones más comunes que nos ocurre en Diéresis animal es que, cuando un propietario nos contacta porque tiene ‘x’ problema con su perro, siempre le preguntamos en primer lugar cómo tiene la obediencia básica, si está bien entrenada, si la tasa de respuesta es alta; en definitiva, si ha enseñado algo a su perro y cómo lo ha hecho. Parece ridículo que, ante un perro con problemas de destrucción en el hogar, por ejemplo, se le pregunte sobre la obediencia básica.
Pero… ¿sabemos realmente qué es y qué beneficios aporta?
La obediencia básica no son nada más que una serie de ejercicios o comportamientos que enseñamos a los perros para poder tener “control sobre ellos” en ciertas situaciones. Por lo general, todos los educadores incluimos los siguientes ejercicios: sentado, tumbado, quieto, acudir a la llamada y caminar sin tirar de la correa. Nosotros incluimos dos ejercicios más: target y autocontrol. Esos siete ejercicios son los que nosotros consideramos que cubren lo que se conoce como “obediencia básica”, aunque preferimos llamarle “comportamientos de educación básica” o “el maletín básico de herramientas para convivir con perros”.
Esta definición inicial sería la más acertada y generalizada, pero la realidad es que la obediencia básica va mucho más allá de eso. La obediencia básica nos aporta las herramientas para poder pedir a nuestro perro cualquier cosa en cualquier situación. Estos siete ejercicios cubren cualquier situación problemática o incierta que podamos encontrarnos con nuestro perro. Vamos a resumir algunos de sus beneficios.
1. El perro sabe qué debe hacer
Uno de los errores más comunes en los propietarios es reñir constantemente a los perros cuando hacen algo mal. Como ya comentamos en anteriores artículos, eso solo le da la información al perro de lo que no debe hacer, no de lo que debe hacer. Recuerda, cualquier comportamiento esconde una necesidad sin cubrir o una emoción en desequilibrio. No basta con decir “así no puedes conseguir lo que necesitas”, sino “para conseguir eso, debes hacer ésto”. Ejemplo: un perro quiere llegar hasta una persona para recibir atención, lo intenta, como es lógico, tirando de la correa a lo loco para llegar antes. Si tenemos la obediencia básica entrenada, solo debemos pedirle “camina junto a mi”, y le llevaremos hasta el objetivo. Mismo resultado, pero con otra forma de conseguirlo más adecuada para la convivencia con personas.
2.Mejoramos el vínculo con nuestro perro
Esta premisa se cumple siempre que entrenemos estos ejercicios de forma ética, empática y científica. Al fin y al cabo, la obediencia básica es una forma de comunicarnos con nuestro perro, él entiende qué le pedimos y nosotros conseguimos entenderle cuando algo no funciona. Ejemplo: si mi perro sabe sentarse, y en una situación determinada ladra hacia algún estímulo nuevo, – por ejemplo, un autobús -, y aunque le pidamos que se siente no lo hace, sabemos que el perro tiene demasiado miedo como para ponerse en esa posición que implica vulnerabilidad. Conclusión: deberemos trabajar el miedo a los autobuses. El vínculo al fin y al cabo no es más que una relación fortalecida por el entendimiento, la comprensión y el compartir experiencias positivas juntos. La obediencia básica facilita todo esto, además de suponer una estupenda estimulación mental para ellos. ¡Aprender es divertido y estimulante!
3. Tenemos herramientas para solventar cualquier situación
Estos siete ejercicios nos permiten salir airosos de cualquier situación con nuestros perros. Una de las premisas de la educación en positivo, nuestra forma de trabajar en Diéresis animal, es no castigar comportamientos incorrectos, sino pedir conductas alternativas, a poder ser incompatibles, con la incorrecta; esto en psicología se conoce como Reforzamiento diferencial, y es la base de la educación infantil, incluso de la educación especial.
¿Cuáles suelen ser los problemas de conducta más comunes en los perros? Tirar de la correa, reactividades, coger comida del suelo, ladrar o llamar la atención de formas molestas, intentar robar comida… Cualquiera de estas situaciones se puede solventar pidiendo al perro una o varias de las conductas de obediencia básica. Por tanto, estaremos entrenando de una forma ética, empática y científica; y sobre todo, educando sin usar dolor ni miedo.
Ejemplo: los perros se vuelven reactivos cuando tienen miedo porque entran en una situación conocida como Condicionamiento supersticioso. Si cogemos el caso de un perro que ha tenido varias experiencias negativas con otros perros, o simplemente los encuentros con correa le agobian, comenzará a probar comportamientos para intentar evitar esos encuentros. El más común cuando hay miedo es la reactividad – ladrar o intentar morder al perro que se acerca -. Los propietarios, cuando ven esa reacción por parte de su perro, lo primero que hacen es apartarle del camino del otro perro, por tanto, refuerzan el comportamiento de su perro; le hacen entender que esa es la forma correcta de pedir que el otro perro no se acerque. El perro, por tanto, empieza a utilizar esa conducta agresiva de forma recurrente, simplemente por que le da muy buen resultado. Si tenemos la obediencia básica entrenada, podemos sacar al perro de ese circulo vicioso, simplemente pidiéndole un “camina junto a mi”, y dándole el mismo espacio con el otro perro, para que el nuestro entienda que aunque él no ladre, el otro perro no se va a acercar, es decir, que no es necesario que ladre. Por otro lado, tendríamos que trabajar el miedo a los otros perros, que en este caso sería la emoción encubierta que estaría causando la conducta. Siempre tratamos primero el comportamiento – la parte del iceberg que se ve – porque es lo que nos causa problemas, pero debemos tratar siempre también la necesidad sin cubrir o la emoción en desequilibrio que causa la conducta –la parte del iceberg que no se ve–.