No soy perfecto

Lo siento, no soy perfecto. Hay noches en las que llego a casa, a mi maravilloso hogar que comparto con esa extraordinaria familia que es la mejor que tengo porque no tengo otra y, digo, llego a ese piso de algo más de 90 metros cuadrados y lo último en que pienso es en bajar la basura. No me viene a la mente, ya que solo pensarlo me pongo a sudar. Ese luminoso inmueble que uno habita está ubicado en el cosmopolita y hacinado barrio de Santa Rosa, ese que configuran un compendio de calles que debió diseñar alguien con muy mala leche y pocas nociones de urbanismo y en las que uno se puede encontrar cualquier cosa menos aparcamiento. Decía que aquel soleado piso que a uno tanto le agradó en su día, es un último piso. Un quinto. Sin ascensor. Y a determinadas horas y en determinados días, lo último que uno quiere escuchar justo después de desparramarse en el sofá es a la jefa de la intendencia doméstica recordarle que el cubo de la basura se ha rebelado y ha tomado al asalto parte de la cocina y amenaza con avanzar y atrincherarse en mitad del pasillo.

Bajar cinco pisos con la bolsa del orgánico en una mano, la de los envases y la del cristal en la otra, y las cajas de cartón aprisionadas bajo el brazo es cuestión de práctica y algún que otro accidente del que no daré detalles. Lo difícil es cruzarte con un vecino por la escalera y que las bolsas superen el obstáculo sin ningún problema. Si se apaga la luz, lo mejor es rezar. Superado este trance y el de abrir el portal de la calle con el codo, lo peor está por llegar. Lo anterior no tendría importancia si alcanzados los contenedores uno no se encontrara lo que se encuentra. Y no es otra cosa más que un muestrario de suciedad, de restos, de regueros, de desperdicios e inmundicias varias. Más que puntos verdes son puntos negros. Algunos restos alcanzan la categoría de arqueológicos y deberían ser catalogados porque darían mucha información de cómo viven los habitantes de la zona. Los de Isurus, el CAEHA y el Museu Arqueológic deberían pasarse a inspeccionar con detalle los contenedores de mi barrio, no vaya a ser que algún operario de Fomento se pase por allí y borre todas las huellas de nuestro pasado. Oscuro pasado.

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