Navidad y el coronavirus
Este año es, lo saben, un año más que especial, envenenado por el maldito coronavirus, pandemia sustituta-prostituta de aquellas pestes de la antigüedad. En septiembre del pasado año los científicos avisaron, de ahí que se le bautizara COVID-19, sin embargo la mayoría de gobiernos –del mundo- queriendo evitar alarmar a la población no dijeron nada, lo cual puede comprenderse, lo incomprensible es que no se tomaran medidas de alerta, de precaución, cosa que unos pocos sí que hicieron, mas cuando en enero de este año la plaga se precipitó inundando el planeta, los hubo que, por ignorancia o por conveniencias políticas, dejaron correr la cosa como si se tratara de un nuevo tipo de simple gripe, y ya sabemos dónde nos llevaron.
Estamos ya en Navidad 2020 que, naturalmente, también ha de ser muy especial. La fiesta más universal y familiar, en la que de nuevo plantamos los belenes, que son una página gloriosa del evangelio cristiano que, por el maldito coronavirus, la celebraremos con veladas y comidas, a hora fija, casi clandestinas, pero con la confianza en que venceremos a la pandemia, así como también abatiremos al más peligroso virus, que ataca a los valores fundamentales de Europa, que, aunque no lo quieren reconocer, son los valores cristianos, con la esperanza puesta en un futuro nuevo.
Ahora lo que corresponde es, ante nuestros belenes, entonar los clásicos villancicos, esos que encantaban a Floreal:
“En el portal de Belén
m’ha trobat un delantal,
i en la bojaca un chiulit
pa tocar tota la nit.”