Los consejos del educador: cómo entrenar la llamada de un perro

VANESA CARBONELL. Educadora, entrenadora canina y estudiante de Psicología.

En este artículo continuamos con la enseñanza de lo que es uno de los ejercicios más importantes para la educación de nuestra mascota, la llamada, ya que una buena respuesta a la llamada supone poder prevenir accidentes, nos permite realizar sueltas de nuestro perro en espacios abiertos sin miedo a que se nos escape, y en definitiva, nos permite tener control.

Habíamos comentado la importancia de no condicionar la llamada con “se acaba lo bueno y nos vamos a casa”, simplemente no llamando a nuestro perro únicamente cuando queremos volver a casa. En esta ocasión hablaremos de la importancia de manejar el contexto de los entrenamientos y las distracciones.

Casi el 100% de propietarios comienza queriendo entrenar la llamada en ambientes muy complicados, por ejemplo: en un parque cuando nuestro perro está jugando con otros perros, olisqueando el ambiente o se aleja de nosotros porque ha percibido un olor o se ha asustado de algún sonido extraño. “Es que cuando está jugando con otros perros o persiguiendo algo, no me hace ni caso”. Claro, mi pregunta siempre es: ¿Has entrenado la llamada primero en un ambiente sin distracciones? La respuesta casi siempre es: No.

No hay situación más complicada que querer que nuestro perro acuda a nosotros, sin haberle enseñado previamente qué tiene que hacer en un ambiente tranquilo, –por ejemplo, en casa, un lugar aburrido y en el que se suelen pasar casi el 100% del tiempo sin hacer nada–. Y el mayor error no es simplemente intentar que nuestro perro venga en un contexto tan complicado como en un parque con otros perros, sino que cada vez que le llamamos y no acude a nosotros, estamos descondicionando la palabra que queremos usar para una llamada 10, por tanto estamos dando pasos atrás; esa palabra de “Toby, ven!” termina convirtiéndose en algo que no tiene ningún significado, por lo que les entra por un oído y les sale por el otro.

Vamos a lo importante, ¿qué tengo que hacer entonces? Como siempre, ya que en la educación en positivo, utilizamos motivadores para construir conductas, manejaremos todo el contexto de entrenamiento para conseguir un resultado diez. Con el perro con hambre –puede ser simplemente antes de la primera comida del día–, escogeré una situación en la que mi perro esté aburrido en casa, cogeré unos premios de alto valor –dícese, salchichas, un trocito de queso o pollo–, y le llamaré de la forma más emocionante que pueda, en el momento en que vea que acude hacia mi, introduciré la palabra que más adelante será la señal de llamada –por ejemplo, “ven”–. En cuanto llegue hasta mi, le entregaré el premio, le haré una fiesta increíblemente emocionante y dejaré que siga descansando.

Si repetimos este proceso varias veces, sobre todo cuando son cachorros, la asociación se creará rápidamente y en cuánto escuchen nuestra señal de llamada, acudirán a nosotros corriendo muy emocionados.

Una vez tenemos la señal perfectamente asociada en casa, solo entonces, comenzaremos a entrenar el ejercicio en ambientes con distracciones. Pero ¡ojo! Eso no supone que el siguiente paso sea entrenar en un parque con cinco perros alrededor; el simple hecho de entrenar en un parque vacío ya es suficiente aumento de dificultad, ya que el parque es un ambiente en el que no suelen estar, hay árboles que oler, pájaros que perseguir, etc. Por lo que escogeré una hora del día en la que sepa que el parque estará vacío, y comienzo a realizar el mismo proceso.
Una vez vea que mi perro responde perfectamente en esa situación, voy aumentando de nivel; por ejemplo, en ese mismo parque, con un solo perro –asegúrate de no llamarle cuando esté en pleno apogeo de juego, esa situación es más complicada; aprovecha los escasos momentos en los que estén juntos pero más tranquilos–.

El secreto de la educación en positivo es no dar pie a que el perro cometa errores, es decir, basar nuestros entrenamientos en el éxito. Cuantos menos fallos se cometan, más precisa será la asociación y más precisa la secuencia señal a comportamiento. Si estás en una situación en la que sabes que tu perro no va a acudir a tu llamada porque tus entrenamientos todavía no han llegado a ese nivel, es preferible que te acerques tú hasta él, le pongas la correa e inmediatamente le entregues un premio –para no condicionar negativamente que le cojan del collar–, así evitas descondicionar la palabra y basas todas tus interacciones en el exterior con tu perro con cosas positivas.

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