Leishmania en perros: la importancia de la prevención
DANIEL PÉREZ, educador y adiestrador canino en @adivoadiestra
¡Ya llego la primavera! Tiempo de ir a la playa y hacer actividades al aire libre. Pero además de los beneficios del aumento de las horas de luz y el buen clima, tenemos un gran problema para nuestras mascotas: la aparición de varios parásitos, como garrapatas, pulgas y sobre todo, el temido mosquito, en el que nos vamos a centrar hoy.
Por todos es conocida la enfermedad que transmiten los mosquitos, la temida Leishmaniosis. Esta enfermedad, endémica en nuestro país, se transmite a través de los mosquitos llamados flebótomos, concretamente la hembra, que es la que necesita alimentarse de sangre para poder producir los huevos.
El proceso por el que se transmite la enfermedad es muy simple: el mosquito debería picar previamente a un perro infectado por la enfermedad y a continuación picar al nuestro.
Los principales síntomas que podemos observar de que nuestro perro podría haber contraído leishmaniosis serían la perdida de pelo, especialmente alrededor de los ojos y en la punta de las orejas, crecimiento anormal de las uñas, dificultad para cicatrizar heridas, pérdida notable de peso pero no de apetito, apatía, úlceras, fiebre… entre otros, siendo estos los más fáciles de identificar por el propietario y que deberían ser la primera señal de alarma.
¿Cómo podemos prevenir la enfermedad?
Hay muchos productos en el mercado que pueden ayudarnos a prevenir la enfermedad, en este caso conviene consultar con nuestro veterinario cual sería el que considere más eficaz. Podemos encontrar productos en spray, pipetas y collares, cuya finalidad es la de repeler a los mosquitos. Dependiendo de la marca, tendrán mayor o menor duración en cuanto al efecto repelente y mayor o menor efectividad. Lo mejor, como digo, es dejarnos aconsejar y huir de los productos baratos, porque a veces ahorrarnos unos euros comprando productos de inferior calidad puede provocar que nuestro perro no esté correctamente protegido; y debemos tener en cuenta que ningún producto tiene una efectividad del 100%, el riesgo de contraer la enfermedad siempre existirá aunque sea mínimo.
Como capítulo aparte, también existe una vacuna contra la leishmania que se ha creado en los últimos años. Esta vacuna requiere un análisis previo de leishmaniosis que en caso de salir positivo nos impedirá administrarla. En cso de que diera resultado negativo, nuestro veterinario deberá inocularle tres dosis separadas tres semanas entre sí, al final de las cuales estará inmunizado, y deberemos hacer un recuerdo anualmente.
¿Es efectiva al cien por cien? No, en absoluto, el vacunar a nuestro perro no garantiza que no pueda ser contagiado por la enfermedad, además de que aún con la vacuna, deberíamos utilizar igualmente otros métodos de prevención, con lo cual la decisión de vacunarle o no deberá ser bien meditada y deberemos informarnos muy bien si creemos que es la mejor opción para nuestro perro. Particularmente, no soy partidario de la vacuna contra la leishmania, no obstante, como digo, debe ser una decisión personal.
Todo lo que hemos comentado se refiere en cuanto prevención de la enfermedad, pero, ¿qué pasa si nuestro perro ya la ha contraído?
La enfermedad, una vez contraída, tiene un periodo de incubación que va de los 3 a los 18 meses. En principio la enfermedad tiene cuatro estadios en función de lo avanzada con que la detectemos, siendo los dos primeros de pronóstico más leve (únicamente deberíamos tratar los síntomas) y los dos últimos, los de pronostico más grave, en los que podríamos encontrarnos con daños renales, que son los más perjudiciales para nuestra mascota y de mas difícil solución.
¿Qué tratamiento nos darán en el caso de que nuestro perro este afectado?
Una vez hayamos detectado que nuestro perro tiene el parásito, los fármacos utilizados para el tratamiento son compuestos antimoniales. Se aplican mediante inyección y el tratamiento puede durar varias semanas, posteriormente también nos recomendarán administrarle alopurinol por vía oral.
Por último, debemos tener en cuenta varias cuestiones, como que la leishmaniosis, una vez contraída, NO TIENE CURA, con lo cual el tratamiento que le demos será durante toda la vida del perro.
En segundo lugar, cuanto antes detectemos la enfermedad tendremos más posibilidades de que el tratamiento sea eficaz, y normalmente, la mayoría de perros podrán hacer una vida totalmente normal, sin recaídas, pero será muy importante que para ello sigamos el tratamiento que nos indique nuestro veterinario.
¿Qué pasará si no lo tratamos? En este caso, y a no muy largo plazo, inevitablemente la consecuencia será la muerte del animal.
Resumiendo, ¿qué deberíamos hacer para tener a nuestro animal perfectamente protegido? En primer lugar, utilizar el método preventivo que nuestro veterinario nos aconseje como más eficaz.
Hay que tener en cuenta que estos tratamientos preventivos se deberían utilizar, como mínimo, durante todos los meses en los que haga calor, que irá más o menos de marzo-abril hasta octubre, pero se puede utilizar durante todo el año, especialmente si se vive en un clima muy cálido.
En segundo lugar, es recomendable hacer un análisis a nuestro perro todos los años, una vez llegue el frío, para asegurarnos de que no haya contraído la enfermedad, y en caso de que hubiera sido así poder iniciar inmediatamente el tratamiento, para poder de esta forma tratarlo sin que la enfermedad haya progresado demasiado, lo cual influirá positivamente en la posibilidad de que nuestro perro se recupere de forma casi total.
En definitiva, conviene invertir en la salud de nuestro perro, porque no escatimar a la hora de proteger a nuestros animales de las enfermedades aumenta la posibilidad de que nuestro perro tenga una vida sana y feliz, porque a veces querer ahorrarse cuatro duros, con la idea equivocada de que todos estos tratamientos están hechos para sacarnos el dinero pero que no son necesarios, o que cualquier producto tiene la misma eficacia, lo único que conseguirá será que le hagamos pasar a nuestro compañero por problemas de salud considerablemente graves y que son fácilmente evitables.
Con lo cual, insisto, lo más importante, en todas las enfermedades, y en esta que nos ocupa ahora mismo en particular, es la PREVENCIÓN.