La pajarera que será quiosco

La pajarera que se encuentra en La Glorieta pasará a ser un quiosco, con lo que los usuarios del parque podrán sentarse a tomar algo, en una zona que se encuentra junto al parque infantil del Tirisiti y así, mientras, los niños podrán estar jugando en él.

De momento, el Ayuntamiento ya tiene la memoria valorada de la propuesta para sustituir la pajarera por un quiosco, una actuación que busca poner en valor una construcción que actualmente se encuentra en desuso, puesto que había dejado de albergar pájaros, además de dar un servicio a los usuarios del parque. La propuesta que se realizará –de mano de PIC arquitectura– tiene un coste en torno a los 59.000 euros, se ha pedido una subvención para su desarrollo y se está a la espera de proceder al concurso de las obras.

La pajarera como base

La pajarera es una construcción singular, de base octogonal y estructura metálica, que conforma un cerramiento exterior de malla metálica y un cerramiento interior en la zona central formada por paneles de madera, tal y como se recoge en la memoria, en la que se indica además que la cubierta, a dos alturas, constituye un lucernario en la zona central, es inclinada, conformada por tableros de madera apoyados sobre las vigas también de madera y revestida al exterior con tela asfáltica autoprotegida.

Durante muchos años ha sido utilizada como pajarera, cumpliendo su función, si bien desde hace tiempo ha dejado de prestar este servicio, apuntando desde el Ayuntamiento los actos vandálicos sufridos y el hecho de que no se considerara una infraestructura adecuada para este fin. Ahora, la actuación que busca llevarse a cabo tiene como objetivo habilitar un quiosco dotado de los servicios necesarios en el interior, siendo una de las premisas del proyecto la conservación y protección de aquellos elementos estructurales del edificio. Así, el quiosco contará con electricidad, agua potable y conexión a la red de saneamiento, estando previsto que el acceso al interior se realice por uno de los ocho lados, el opuesto a la vista principal de la construcción. En su interior se proyecta un mostrador perimetral abierto por siete de sus ocho lados y una zona de almacenamiento en el espacio central.

La idea de transformar la pajarera en quiosco surgió a finales del año pasado y ya en ese momento el concejal de Medio Ambiente y Obras, Jordi Martínez, explicó que además de mejorar esta instalación emblemática se pretendía contribuir a la dinamización de este céntrico parque, incidiendo en que “no hay demasiados espacios en la ciudad donde las familias puedan tomar algo con un parque infantil cercano y en un lugar como La Glorieta, tranquilo y sin tráfico”. A esto, añadía que “dinamizar La Glorieta es dinamizar el Centro y dar oportunidades de ocio a las familias también es dar mejor calidad de vida a los ciudadanos”. Fue también a finales del año pasado cuando se inauguró el parque infantil dedicado al Betlem de Tirisiti, que está teniendo un elevado uso por parte de los más pequeños, por lo que se considera apropiado disponer un quiosco junto a él.

La idea es, siguiendo el ejemplo de La Glorieta, colocar quioscos en el resto de parques de la ciudad.

Un parque con historia

En lo que se refiere al parque de La Glorieta, el proyecto para habilitar el quiosco recoge diferentes datos sobre él, como son el que tiene sus inicios en 1835, cuando fue cedido a la ciudad un terreno que pertenecía al convento de Sant Francesc. Es en 1842 cuando se presenta el proyecto del arquitecto Francisco Carbonell que incluía en el paseo una fuente, un templete y un estanque, si bien con el paso de los años fueron añadiéndose diferentes construcciones.

Los años pasan y en 1899 se lleva a cabo un proyecto de reforma de la mano del arquitecto Vicente Pascual, que redistribuye el espacio interior del parque convirtiéndolo en un gran espacio elíptico con tres avenidas que distribuyen el interior en seis espacios triangulares. En el centro se proyectó un templete para la música y en los extremos irregulares desde pequeños parterres a un pedestal con esculturas. Aunque se han realizado diferentes actuaciones de mantenimiento, éste es básicamente el proyecto que se conserva en la actualidad.

Fue en 1930 cuando se proyectó la construcción de una pajarera en este parque y un año después un quiosco para la venta de bebidas y helados, en la esquina de la calle Sant Mateu con El Camí.

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