La memoria de nuestros mayores. FRANCISCO MANUEL MARTÍNEZ LÓPEZ. Profesor de Religión del I.E.S Cotes Baixes.
Recuerdo con nostalgia los últimos días de mí padre y sobre todo sus conversaciones. Le habían diagnosticado un cáncer que por su avanzada edad y según los médicos ya no se podía hacer nada más que esperar, pero la espera no fue tan larga como en aquel momento hubiera deseado. Fue un mes intenso y sorprendente. Intenso por las diferentes emociones que vas sintiendo frente a todo lo que va sucediendo y sorprendente por las conversaciones que mantuve con él. Conversaciones que giraban únicamente sobre su vida. En aquellas circunstancias decidí escuchar sus historias sin prisas y con serenidad.
Muchas de aquellas historias ya se las había escuchado pero ahora llegaban a mis oídos de forma diferente, tenían algo especial, eran profundamente nuevas y llenas de vida. Me abrieron los ojos del alma y en ellas descubrí quién era verdaderamente mi padre: un hombre sencillo que dedicó toda su energía y vida a su trabajo y familia.
El día 1 de Octubre celebramos el día internacional de las personas mayores. Después de casi cinco años los recuerdos de aquellos momentos de mi vida vuelven a mí como si se hicieran presentes en mis propios recuerdos. En este día de las personas mayores quisiera recordar no solamente a los que ya no están con nosotros sino también todas aquellas que viven cerca de nosotros.
Las personas mayores son y han sido las memorias de nuestra historia, no solamente la colectiva sino también la personal. Ellos forman parte de la historia de nuestro pueblo. Ellos con sus experiencias y vivencias, enriquecidas por los años, tienen la gran capacidad de comprender y superar las situaciones más difíciles, claro ejemplo de ello es la actitud de muchos de nuestros mayores que por culpa de la crisis han vuelto a abrir la puerta de su casa y su menguada economía a toda su familia para poder así sobrellevar lo mejor posible el paro, los desahucios, la alimentación de los nietos, etc.
Pero también hay ancianos que no tienen una familia que pueda acogerlos y tienen que vivir solos o en “residencias”. Estos “hogares” para ancianos deberían ser verdaderos hogares y no “prisiones”.
Muchas veces las personas mayores viven “olvidados, escondidos y descuidados” en estos centros. Algunos de estos centros solamente existen para lucrar los intereses económicos de sus dueños. Deberían existir más “hogares” públicos para cuidar de nuestros ancianos con la dignidad que se merecen. Y aquí me gustaría traer unas palabras del Papa Francisco sobre cómo deberían ser estos hogares: “Los hogares para ancianos deberían ser los “pulmones” de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser “santuarios” de humanidad, donde los que son viejos y débiles son cuidados y custodiados como un hermano o una hermana mayor”.
Hay que hacer un gran esfuerzo político y económico en lo referente a la ley de dependencia y sobre todo en el apartado del cuidado de nuestros mayores. Las sociedades que no cuidan de los más débiles están vacías de humanidad. Y la “humanidad” es lo único que engrandece a los seres humanos. Las personas mayores a lo largo de toda su vida han hecho mucho por la sociedad y la sociedad está en deuda con ellos.
Finalmente me gustaría recordar otra vez las palabras del Papa Francisco: “Un pueblo que no custodia a los abuelos y no los tratan bien no tiene futuro: pierde la memoria, y se desarraiga de sus propias raíces. Pero cuidado: ¡ustedes tienen la responsabilidad de mantener vivas estas raíces en ustedes mismos! Con la oración, la lectura del Evangelio, las obras de misericordia. Así permanecemos como árboles vivos, que aun en la vejez no dejan de dar frutos.”