La cueva

Paseaban dos perritos por el monte cuando de repente se encontraron delante de una cueva; el más atrevido de ellos animaba a su compañero a que entraran en aquel lugar tan oscuro, pero este, que era más miedoso, le contesto que sólo lo haría después de él.

El perro de manera decidida entró en la cueva y en poco tiempo se empezaron a oír unos ladridos terribles, mezcla de miedo y de rabia. No pasó mucho tiempo que el animal salió jadeante y con la mirada perdida después del rato tan agresivo que parecía haber pasado dentro de la dichosa cueva. Ahora le tocaba el turno a su compañero de viaje. Entró con el rabo entre las piernas, con pasos cortos debido al miedo que tenía. Una vez dentro no osaba ni a abrir los ojos, pero allí no pasaba nada.

Al poco tiempo se oían pequeños ladridos de alegría y se notaba como correteaba por aquel lugar. Una vez fuera le contaba a su amigo de viaje, que dentro había encontrado a unos perritos como ellos, simpáticos y alegres, con los cuales había pasado un buen rato, mientras el otro que lo escuchaba no dada crédito a lo que oía, pues él lo que se había encontrado era unos perros muy enfadados y violentos que no paraban de ladrar, enseñar sus grandes dientes y perseguirlo de un lado a otro de la dichosa cueva.

Estimados lectores:

¿Sabéis que había dentro de la cueva? No era otra cosa que espejos, los dos perritos sólo encontraron dentro lo que ellos mismos emitían. El que transmitía violencia, se encontraba con la misma y el que emanaba amor, se encontraba con lo mismo.

En este año que ha entrado tenemos dos opciones, hacer lo bueno o hacer lo malo, de nosotros depende la actitud que queremos tener en cada momento de nuestra vida.

Será mejor que hagamos caso al consejo que se nos da en el libro biblico de Proverbios 14:22

Los que buscan hacer lo malo pierden el camino; los que buscan hacer lo bueno son objeto de amor y lealtad. Os aseguro que es mucho mejor no perder el camino y ser objeto de lealtad y amor, aunque en ocasiones nos enfademos, incluso que ladremos, mucho mejor comportarse como el perrito que jadeaba de alegría y correteaba jugando, ya que el mundo es en muchas ocasiones como una cueva de espejos.

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