La balanza

La gran noticia que para Alcoy arroja su actual Gobierno tras la primera mitad de la legislatura es que es un equipo que no lesiona los intereses de la ciudad. Que no provoca daño. Después de una década de calamidades del PP, esta inocuidad ya es, por sí sola, digna de aplauso. Si se añade el trabajo para curar algunas de las heridas que dejó sangrando el anterior Gobierno el balance puede llegar a ser notable.

Ahora bien, que el nivel estuviese por los suelos no justifica que apenas haya subido unos milímetros. Las dificultades para encontrar soluciones a los problemas de la calle Calderón y el acceso a las áreas industriales de Santiago Payà y Sant Benet representan una mancha importante en la hoja de servicio del Ejecutivo, por muchas dificultades económicas que encuentre en el ayuntamiento.

Por este tipo de cuestiones los ciudadanos ponen en duda, con razón, la eficacia del Gobierno, al que sin embargo aplauden su valentía a la hora de enfrentarse a empresas y otras administraciones para reivindicar las demandas de su ciudad. O al Bloc, que sigue todavía buscando el norte tras su fugaz sueño.

El único pero en este sentido es haber aceptado un vergonzante puente para unir el Viaducto y la Zona Norte. Diez millones de euros gastados en una obra que no contribuye a mejorar la ciudad y que apesta a intento por darle acceso al hospital desde la autovía (por malo que sea) para que la Foia de Castalla no se ponga dura reclamando un centro hospitalario propio.

Con las arcas vacías y una clamorosa falta de efectivos, el Gobierno se enfrenta a una segunda mitad de la legislatura en la que la oposición va a estar más centrada en las urnas que en el salón de plenos. Y una legislatura en la que corre el riesgo de acabar por convertirse en dañino. El cebo se lo ha colocado La Española con su proyecto industrial en La Canal.

Lejos de atender a intereses y dogmas partidistas, el PSOE y Esquerra Unida deberían sopesar qué es más lesivo para la ciudad: la pérdida de industria o la posibilidad de contaminar el acuífero de El Molinar. O mejor, qué es más lesivo a juicio de la mayoría de los ciudadanos. Deberían estar atentos al sentido en el que se inclina la balanza y seguirlo. Instaurarían así un modelo de gestionar grandes proyectos desconocido durante la última década en Alcoy.

Periodista

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