Kant, la legalidad y lo ético
El debate surgido alrededor de la actividad institucional del alcalde Toni Francés, asistiendo a una misa, y el error de usar la segunda residencia, porque la tiene, claro, en plena pandemia, no es algo que nos hemos inventado los contemporáneos de la covid-19. Ya en tiempos de Aristóteles se discutía sobre la diferencia entre ser un buen hombre y un buen ciudadano. El buen ciudadano es quien cumple las leyes. El buen hombre tiene otros valores además de la obediencia legal.
Para la escolástica medieval de Santo Tomás de Aquino, estaba claro que la razón siempre ha de someterse a la fe. O sea que las leyes civiles –la legalidad– quedan en segundo plano ante las leyes divinas –la moral católica–. Pero quien más profundiza en la dicotomía filosófica entre legalidad y moralidad es Kant: “Un pueblo de demonios puede funcionar si tiene unas buenas leyes”. Porque según Kant, el derecho establece leyes que nos rigen a todos por igual, mientras que la moral se mueve en la esfera más personal e íntima. Kant nos presenta así la contradicción de que un hombre malo pueda ser un buen ciudadano. Las leyes, lo legal, nos lo establecen otros, mientras que la moral, la conciencia y los valores, nos los imponemos nosotros mismos.
Hegel entró a su manera en colisión defendiendo la idea de que la justicia no es una institución ni la actividad de unos funcionarios aplicando una legislación sino que es un principio que se ha de corresponder con la conciencia mayoritaria de la sociedad y los hombres.
Todo este preámbulo desemboca en una auelà. Mi nieto no comprende que alguien tenga que pedir disculpas y reconocer un error públicamente, rectificando una conducta, si es absolutamente legal lo que ha hecho ¿Tiene que pedir perdón por hacer algo que no está mal? Es lo complicado de ser abuelo, cuando los nietos aún se creen que lo sabes todo.
A lo largo de la historia ha habido gente que ha sido perseguida, violentada y hasta torturada porque anteponía su conciencia a la legalidad vigente. Lo que no me consta, hasta la semana pasada, es que alguien se confiese culpable y víctima por haber hecho algo que es totalmente legal.
Y es ahí cuando entramos en el ámbito de la política. En este ámbito social la filosofía se retuerce como una tira de esparto para establecer lo que se ha dado en llamar lo “políticamente correcto o incorrecto”. Ellos se basan en otros principios, de ahí que sea habitual que en los parlamentos –nacional o autonómicos– se planteen comisiones de investigación buscando responsabilidades políticas por acciones que también están investigando lo tribunales de justicia. Y es que puede que haya actos que son legales pero políticamente incorrectos. Se puede ser un buen ciudadano pero una mala persona. Y eso es lo que no ha querido ser el alcalde de Alcoy.
Y en tales reflexiones andaba en voz alta cuando descubrí que mi nieto Yago, al otro lado de la videollamada, llevaba un buen rato sin escucharme, pasando de mi, tratando de arrancarle la cabeza a un madelmán para ver si en su interior, deduzco yo, pesaba más lo legal o lo ético.
San Cristian Salvador
Ya sé, por supuestísimo, y nada más lejos de mi pensamiento, que la fidelidad de Podem Alcoi al PSOE de Toni Francés no tiene nada que ver, absolutamente nada de nada, con el hecho de que le hayan dado la presidencia del Observatorio de la Vivienda sin mediar ningún pacto de gobierno que se sepa. Solo ellos sabrán lo que hay ahí, pero sea lo que sea, la abstención de Cristian Salvador, en la reprobación al alcalde, se merece un capítulo en la antología del disparate político, aunque hay que felicitar al grupo municipal morado por su habilidad para mantener, pese a todo, la paz en el Círculo. Se lo consienten todo. Y el PSOE tan contento con esa mayoría absoluta de 14 concejales que le ha llovido del cielo sin necesidad de muchas rogativas. Tienen al Jesuset del Miracle a su favor.
ALCOY SUPER REPRESENTADO
Nunca en nuestra historia democrática de los últimos 40 años estuvo Alcoy tan bien representada en los estamentos políticos del poder. Tenemos una diputada nacional (Patri Blanquer, PSOE), cuatro diputados autonómicos (Estefanía Blanes, EU; Nando Pastor, PP; Aroa Mira, PSOE; Naiara Davó, Podem) y un diputado provincial que además es portavoz de la oposición (Toni Francés, PSOE). Y a ellos hay que añadir, por proximidad, a los cargos de gobierno del conseller de Muro, Rafael Climent; las dos direcciones generales de Zulima Pérez y Manolo Gomicia, y la subsecretaria autonómica de Rafael Briet, los tres del PSOE. Todo un lobby alcoyano en la marisma del poder más cercano.
Y la pregunta inevitable es: ¿se nota en algo? Mejor sigo mirando a Yago en la pantalla del móvil.