Isaac Montllor: “Me encuentro en mi mejor momento, espero seguir bailando mucho tiempo”
A sus 33 años y tras 15 como bailarín solista de la Compañía Nacional de Danza, Isaac Montllor siente que se encuentra en la madurez de su carrera. Ama la danza y se confiesa un privilegiado por poder vivir de ella. Sobrino del recordado cantautor alcoyano, Isaac es puro arte en movimiento. Sus palabras destilan una pasión por la danza difícil de canalizar de otra forma que no sea bailando. De esto hablamos con él.
–¿Cómo accedes a la Compañía Nacional de Danza?, ¿es habitual hacerlo con 18 años y en tan poco tiempo?
–“Pues mira, esas cosas pasan (risas), supongo que llegué a la Compañía en el momento justo, en el momento adecuado, pero yo siempre he creído que todo ocurre por algo y en base a un esfuerzo previo. Era aún un niño cuando tuve la suerte de que Mari Francis Richart (directora del Conservatorio de Alcoy) me llevara a trabajar a Valencia con África Hernández. Con ella aprendí muchísimo, aproveché el tiempo como nadie, intentando absorber todo lo que podía, le debo mucho a África Hernández. Y bueno, con 16 años ya empezaba a bailar a las nueve de la mañana y no terminaba hasta las diez de la noche, he trabajado duro y lo sigo haciendo por esta profesión. Está claro que mucha gente trabaja durísimo y no llega a una compañía nacional de esta talla, pero es cierto que las cosas vinieron rodadas
y aquí estoy, quince años después, me considero un privilegiado, la verdad”.
– Quince años en la Compañía Nacional de Danza, que se dice pronto…
–“Sí, es mucho tiempo, he bailado muchísimo, pero tampoco es nada extraño. Las compañías evolucionan y ésta también lo ha hecho a lo largo de los años. Para empezar han pasado varios directores, primero Víctor Ullate, después Nacho Duato, con el que debuté yo, y a finales de 2010 el Ministerio nombra a José Carlos Martínez, el actual, cuyo proyecto reserva un amplio espacio a la nueva creación española, sin olvidar a los grandes coreógrafos de hoy e incluyendo piezas de otros estilos como el clásico y el neoclásico, pero siempre sin descuidar la danza contemporánea y de vanguardia. El problema que hay en este país es que no se destinan recursos suficientes para llevar a cabo el proyecto completo. Pero bueno, para mí la Compañía Nacional lo es todo, la considero mi casa, me he dejado allí media vida”.
–¿Cómo es el día a día de un bailarín de primer nivel?
–“Empezamos a trabajar a las diez de la mañana. De 10 a 11 y 15 tenemos una clase de clásico y después de un cuarto de hora de descanso empiezan los ensayos, que suelen acabar a las 16.30 con descansos de un cuarto de hora cada hora y media dos horas. Cuando nos vamos de gira el horario es diferente. Las mañanas las tenemos libres y a medio día empieza el trabajo, primero con la clase de clásico y después ensayo general. Cuando tenemos función nos dan una hora y media antes de descanso para prepararnos y a la mañana siguiente volver a empezar”.
–Es una profesión muy disciplinada, ¿alguna vez te has arrepentido y has querido tirar la toalla?
–“Para nada, momentos bajos tenemos todos pero siempre he intentado tener presente porqué hago esto: la danza es mi pasión, mi vida, me sirve además como terapia para canalizar mis emociones, así que no me arrepentiría nunca de dedicarme a esto. Está también el apoyo de mi familia, que me ha ayudado mucho desde el principio, tanto mi padre como mi madre, la familia para mí es un puntal
muy importante”.
–¿Piensas en el futuro?, ¿qué te ves haciendo dentro de unos años?
–“Ufff.. Prefiero no pensar en eso (risas) pero es cierto que los bailarines empiezan a retirarse hacia los cuarenta años, porque es una profesión muy dura para el cuerpo. Hay distintas opciones, como la docencia o seguir bailando a otro nivel, pero yo aún no lo tengo nada claro, tengo 33 años y espero seguir bailando por mucho tiempo. Personalmente creo que me encuentro en mi mejor momento: soy un bailarín maduro y ahora estoy haciendo cosas muy interesantes con la compañía”.
–Para terminar, me gustaría que hicieras una reflexión sobre la danza.
–”Simplemente que ojalá estuviera valorada como corresponde en todos los sentidos: primero a nivel económico, porque el Estado es el primero en darnos de lado. Sólo con que te vayas a un país vecino como Francia, es otro mundo, y ya no hablemos de Rusia, donde un bailarín profesional tiene el mismo rango que aquí un jugador de fútbol. Por eso muchos tienen que irse fuera, donde los bailarines pueden llegar a triplicar un sueldo de mileurista en España. Y el reconocimiento social no llegará hasta que los políticos apoyen a la profesión y al sector de la cultura en general. Con la excusa de la crisis están maltratando la danza y la cultura en mayúsculas”.