Imágenes inolvidables, recuerdos de nuestra vida
Parece que ya, irremisiblemente, enfocamos el final de este año 2017 pleno de acontecimientos de toda clase, lamentablemente, la mayoría con un componente negativo.
Efectivamente, entramos en el último mes, ese que nos es tan querido a los alcoyanos, y en el que nos aprestamos a acoger a esa Navidad, que, como el chaval del turrón, vuelve a su casa por estas fechas.
Son días en los que nuestra ciudad se vuelca con infinidad de actos, de tradicionales celebraciones, de rifas, de sorteos, de visitas fraternales, y en los que se mantiene ese espíritu alcoyano tan familiar, tan amante de su pueblo y de sus tradiciones… Volveremos a las fechas navideñas.
Desde hace un tiempo, tenemos la suerte de contar con alcoyanos que están compartiendo en las redes infinidad de imágenes de Alcoy, de todas clases: antiquísimas, antiguas, y algo más recientes… pero, todas ellas, bellísimas. Todas son como un pedacito de nosotros, de nuestras vidas.
Muchas de ellas, desconocidas para mucha gente, aunque siempre hay alguien que nos pone sobre la pista, y siempre hay personas que nos instruyen sobre ellas.
Me parece una iniciativa maravillosa, y desde estas líneas me permito felicitar a quienes nos las proporcionan. No creo pertinente decir aquí sus nombres –aunque lo merecen– pero han de saber que lo que hacen es una iniciativa de mucho valor.
Esas imágenes son la muestra de la riqueza que siempre ha atesorado nuestro pueblo, esa riqueza que compartimos los alcoyanos, y que conforman nuestro entorno desde que nacimos, mientras crecimos, mientras vivamos.
Muchísimos las conocimos, las vivimos, y las disfrutamos… pero un gran número de alcoyanas y alcoyanos no llegaron a conocerlas, ni siquiera sabrán de ellas. Pienso que están en su derecho a conocerlas, a saber de todos los lugares que forman parte de su propia Historia.
Pienso –sigo aspirando al título de cursi del año– que poder realizar y ofrecer a todo Alcoy, una gran exposición de dichas imágenes sería una verdadera pasada, como una especie de estallido de recuerdos, de sentimientos –también para los más jóvenes– de alcoyanía de la buena.
Volver a contemplar nuestros cines desaparecidos por mor del progreso que todo lo arrasa, el quiosco del Parterre, el de la entrada a la Glorieta, la Bandeja a rebosar de gente, con las mesas de los bares… el Monterrey, la estación del tren e Gandía…
Una gran exposición de imágenes de nuestro Alcoy de toda la vida sería como un chute de moral y de adrenalina, pues de ambos estados parece que vamos cada vez más escasos. La crisis, el desánimo, la precariedad que nos aprisiona, nos ha restado kilos de alegría y de autoestima como alcoyanos.
No pretendo decir que lo que propongo sería la solución, pues por desgracia, son otros los caminos para conseguirla, pero sí que podría ser una pausa en nuestra preocupación diaria, aprovechando esos días cercanos a la Navidad, y al calor de los nuestros… Recordar lo que fuimos, recordar lo que vivimos y disfrutamos, puede ayudarnos a mantener viva esa llama que desde otras instancias persisten, día a día, en ir apagando…
Vuelvo a darles las gracias a estos paisanos que nos regalan esas imágenes, y que hacen que –sobre todo, los que vivimos lejos- nos sintamos reconfortados de todo lo que disfrutamos desde siempre…
Suele decirse que, de bien nacidos es el ser agradecido. Y hay tantas cosas, muchas ya desaparecidas, a las que después de tantos años, les seguimos teniendo un recuerdo y un cariño inevitable.