Estoy feliz

Ya me imagino que a la mayoría de ustedes, estimados lectores de este histórico ejemplar, el nº 1 de El Nostre Ciutat, les va a importar poco el estado de las cuentas familiares de quien desde hace unos cuantos años se dedica a este oficio de contar cosas y en el que, me da la cosa, no me voy a hacer rico. Supongo que lo que les debe preocupar es el estado de su propia economía. Y hacen bien. Porque las cosas no pintan bien pese a los 31 parados menos. No obstante, me van a permitir que les cuente lo que para un servidor ha sido un hecho insólito, digno de contarlo en esta columna y, si no fuera por lo especial de la edición, para haberlo titulado en grandes letras en una de las primeras páginas de este periódico. El director, claro, tiene mucho más criterio que yo y, evidentemente, no ha aceptado. Así es que se lo tendré que contar.

Y es que desde el pasado miércoles, cuando observo las últimas anotaciones de mi modesta y cada vez más paupérrima libreta de ahorros –por las cifras que muestra–, me siento como uno de esos afortunados que cada 22 de diciembre pasan de anónimos ciudadanos a protagonistas, a ilustrar portadas de periódicos y a aparecer, más contentos que unas castañuelas, en los informativos de radio y televisión. Estoy como si me hubiese tocado la Lotería, la Primitiva, el Euromillones y la Quiniela. Todo junto.

Vayan descartando invitarme al café que un servidor acostumbra a tomar cada mañana en el bar de turno, a darme palmaditas en la espalda y reirme las gracias. Mi cuenta corriente ha aumentado únicamente en 105 euros. Sí, ya lo sé. Con eso no tengo ni para una simple comida de los cuatro componentes de la unidad familiar. Pero ni eso me voy a permitir. Que septiembre será traumático por lo del retorno al trabajo –bendito trabajo– pero lo peor no es eso, sino el sablazo de los libros, el seguro, el IBI y todos esos gastos que se empeñan en encadenarse uno tras otro, curiosamente, tras alguna que otra alegría a cuenta de la tarjeta de crédito. Pero repito estoy feliz. Soy un afortunado. La Generalitat me ha pagado. Créanlo. Me ha pagado la beca de los libros de mi hijo ¡de hace dos años! Hubiese sido la releche si la adminstración hubiese tenido la decencia de abonarme los intereses de demora. Estoy feliz, pero tan cabreado o más que antes.

(LUIS PEIDRO es periodista de El Nostre Ciutat)

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