Un partido para aprender
Para empezar el año no está mal, ser uno de los afortunados que tuvo la oportunidad de ver un partido con mayúsculas como el que se vio ante el Intercity, culminando una primera vuelta impresionante y difícil de igualar.
Un duelo de colosos, un partido de gigantes, con un Alcoyano superior, con momentos en los que barrió al Intercity del campo por fútbol y orgullo, pero que tuvo enfrente a un rival que le hizo abrir los ojos, que se lo puso muy difícil y que se llevó un precioso botín, quizás excesivo para sus méritos, pero que le debe hacer recapacitar y aprender para cuando no estén los puntos por el medio y sí eliminatorias que pueden apartarte o seguir peleando por el objetivo del ascenso.
Los de Vicente Parras tuvieron diez minutos de flojera, de querer tomarse un respiro después de haber apretado los dientes durante más de media hora y viendo que quedaban pocos minutos y el marcador les sonreía. Pero calcularon mal, acostumbrados a que en otros momentos a los rivales les pesara un ambiente como el del Collao. El Intercity demostró que no es un equipo como el resto, y cuando muerde, lo hace de verdad. Relajación, falta de contundencia, no hacer una buena lectura del partido… Un poco de todo, pero no es la primera vez que a los blanquiazules les sacan del partido.
El técnico deslizó su malestar porque su equipo no supo jugar con el marcador a favor tras hacer lo más difícil. Este Alcoyano es un especialista en revolucionar los encuentros, pero sufre cuando le toca jugar a bajas revoluciones. Se pierde. Le cuesta asumir que hay momentos en los partidos en los que hay que levantar el pie del acelerador.
Ahí el Alcoyano se siente desprotegido. Tampoco tiene ese futbolista capaz de gobernar los partidos, ese jugador diferencial que sepa marcar los tiempos. Igual con ese futbolista también el Alcoyano perdería parte de su esencia de someter a los rivales con su fútbol sin rodeos