Un consolador unisex y tres edificios a cambio de un Juzgado
En condiciones normales habría sido tan sencillo como explicarnos a los ciudadanos, que no gilipollas, que a causa de la devastación económica de anteriores etapas, la Generalitat tiene menos dinero que Manolo Arjona, aunque pueda parecer imposible. No hay dinero, ni se le espera en algunos trienios, para poder hacer frente a cosas tan rocambolescas como pagar la inversión en un nuevo Juzgado, de ubicación y medidas muy discutibles, que nadie solicitó. Si queremos dinero contante y sonante para reabrir el Centro de Arte (CADA) o para poner en marcha el centro para enfermos mentales en el Barranquet, habrá que tragar con lo de aplazar algunas generaciones la compensación por el juzgado, por aquello de que a lo hecho pecho, sin que esta concesión a los jefes de Valencia comporte la renuncia a la vía judicial contra quienes metieron a las arcas municipales en la chapuza trilera de los tres millones y medio de euros por la cara.
Es lo que en condiciones normales habría sido tan sencillo. Pues no. Ya saben que el arte de los políticos, que no de la política, es complicarlo todo y enrevesarlo hasta el ridículo. Y a cambio de la inversión en los nuevos juzgados y el solar, nos dan algo que ya estamos utilizando como propio, gastándonos todos los años dinero en mantenimiento y reparaciones, y cuyo cambio de titularidad no va a suponer económicamente absolutamente nada, ya que nunca pagamos alquiler por usar estos tres edificios. Me refiero, como ya sabrán, al Riu-Rau convertido en escoleta en la Zona Nord, al centro social de la misma barriada y al edificio en la calle Mayor donde se puso en marcha una escuela taller en el Plan ARA. No nos han dado nada, papeles de titularidad, que vaya a saber lo que encima nos van a costar en gastos de notaria y registro, que no nos sirven para nada, sobre todo teniendo en cuenta que las propiedades de la Generalitat son, en virtud de nuestra ciudadanía, también nuestras.
Junto a los tres edificios nos podrían haber regalado también una medalla del Mago Andreu o un certificado oficial de “palmadita en la espalda”, pero no, nos han regalado un consolador unisex para que se nos vaya el semblante que a tantos se nos quedó con la noticia.
No resulta nada complicado comprender muchas veces la difícil gestión en la que viven inmersos los políticos. Lo incomprensible e intolerable es cuando actúan creyéndonos tontos o bobos y que sus triquiñuelas zafias nos van a dejar sonrientes con el consolador en la mano.
Pagar los tres millones y medio y sus intereses bancarios es algo que notamos los alcoyanos en la reducción de inversiones y aportaciones del Ayuntamiento. La compensación por ello, los tres edificios del monopoly que nos han dado, no nos afectan absolutamente para nada, como en nada nos afectó que durante los últimos 20 años fueran propiedad de la Generalitat, especialmente a la hora de cambiar las placas que se caían de la fachada del centro social.
El gobierno municipal, pese a su raquítica minoría, vive una especie de permanente viaje de novios que le permite actuar sin problemas. Situado en un imaginario centro virtual, sobrevive inclinándose según la temática hacia un lado u otro, donde le acogerán los suficientes votos para llegar a la mayoría necesaria. Toni Francés se está especializando en la poligamia política y así saca los presupuestos adelante, retrasa la aplicación del nuevo contrato de limpieza y basuras; aplaza la colocación de las placas de metacrilato en el Pont de Sant Jordi sin que nadie diga nada, quizá porque han sido encargadas a la NASA para la “retroalimentación con leed” o seguimos desalojando la Llotja Sant Jordi con cada tormenta –como las de esta semana– por las goteras, con riesgo para lo expuesto, dando por imposible la reparación con el beneplácito de una oposición que se rasga las vestiduras hoy y pasado mañana le pone ojitos al alcalde rendida a sus encantos.
Da la sensación, terrible sensación, que en estos momentos, más que nunca, la gestión municipal, la del gobierno y la de la oposición, está al servicio de los intereses de los partidos políticos y sus estrategias, mucho más que al servicio de los ciudadanos. Para nosotros siempre tienen a mano, eso sí, un consolador unisex.