Un arqueólogo alcoyano data la espada islámica más antigua de Valencia
José Miguel Osuna Cervantes ha sido becado por el Servicio de Arqueología (SIAM)
El arqueólogo alcoyano José Miguel Osuna Cervantes, de 25 años, ha sido uno de los grandes artífices en el hallazgo de una importante reliquia histórica: la primera espada islámica encontrada en la ciudad de Valencia. Este descubrimiento tiene una singularidad notable, y es que solo existe una espada similar, descubrimiento en las excavaciones de Medina Azahara, la antigua ciudad califal de Abderramán III en Córdoba.
La espada, datada en el siglo X, fue localizada en una casa islámica y en un contexto doméstico. Se encontraba en posición vertical dentro de una fosa, la cual había sido rellenada con varios materiales. Esta particularidad ha llevado a los expertos a apodarla «Excalibur».
Después de ser sometida a un proceso de restauración, la espada ha sido datada gracias a la beca de arqueología otorgada anualmente por el Ayuntamiento de Valencia, específicamente por el Servicio de Arqueología (SIAM). Y, en este aspecto, es donde entra en acción el alcoyano José Miguel, quien empezó la beca el pasado mes de septiembre y que actualmente se encuentra en la recta final de esta.
Según él mismo explica: “Consideré varias posibilidades de investigación, pero al final decidí que la opción más viable era realizar un estudio sobre los metales desde la época romana hasta la medieval. Esto se debe a la apertura de nuevas interpretaciones dentro de un marco coherente y lógico, basado en diferentes excavaciones, y el discurso histórico que se puede desarrollar a partir de estas. Aunque mis estudios se centran únicamente en la ciudad de Valencia, no están desconectados otras localizaciones, puesto que cada objeto estudiado podría haber estado dentro del área de influencia de cada cultura en su época».
La especialización del beneficiario de la beca en metales ha favorecido la precisa datación de la espada encontrada. Como José Miguel menciona, dentro del marco de su proyecto de investigación, fue inevitable que se topara con este descubrimiento, aunque inicialmente desconocía su existencia previa. Según explica: «Era mi obligación estudiarla debidamente y considerar las posibilidades de su interpretación junto con los informes de la excavación donde fue encontrada”.
Así pues, el arqueólogo se adentró en la meticulosa investigación, que recuerda paso a paso de la manera siguiente: “A pesar de que había alguna suposición sobre la ubicación temporal de este objeto, el vaciado bibliográfico ha sido bastante exhaustivo. Lo primero que hice fue consultar a los arqueólogos del Servicio de Arqueología (SIAM), puesto que a causa de su amplia experiencia podían orientarme hacia un lugar u otro. Después, decidí buscar en bibliografías sobre armamentística, y en algunas revistas científicas dedicadas a la época islámica en Andalucía, porque contienen una gran cantidad de hallazgos de este periodo, muchos de ellos en condiciones extraordinarias de conservación. No encontré más que un paralelo más o menos contemporáneo en esta espada, pero gracias a las sugerencias y aportaciones del exdirector del SIAM, junto con la revisión de la cerámica del contexto estratigráfico de la espada, hemos podido llegar a una serie de conclusiones”.
Los resultados extraídos se centran en la probabilidad que la espada haya sido propiedad de un jinete, dado su diseño característico: una espada corta, sin guarda para la mano y con un solo corte, idónea para el combate cuerpo a cuerpo y el corte desde arriba. Según explica el alcoyano, uno de los detalles más significativos son “las ‘escotadures’ en su empuñadura, que permiten una mejor movilidad en la hora de su uso”. Además, por similitudes con una espada de Medina Azahara, y por su contexto sedimentario, se puede decir que se trata de una espada califal de finales del siglo X.
El proceso de investigación ha sido complejo, como el arqueólogo recuerda: «Aunque aparentemente las fases parecen sencillas, llegar a una conclusión sobre este tema no deja de ser cómo lanzarse al abismo de la incertidumbre. Todavía hay muchas preguntas cerradas en la espada, como el porqué se encontró de tal manera en el contexto sedimentario. Desde la realidad más próxima, podríamos decir que es casualidad, y desde la fantasía deseada, la rendición de un jinete ante la muerte o cualquier adversidad. Lo que no hay duda es que la arqueología es un mármol infinito que alberga en su interior la Historia tal como es, y a la cual no podemos acceder de manera llena. Para mí lo más difícil no es determinar la naturaleza del objeto, sino su posición en el discurso histórico y como puede ser empleado”.
Ciertamente, este hallazgo ha tenido un significado muy especial para el arqueólogo alcoyano: «a través de los resultados y su reconocimiento, puedo decir que todo el trabajo ha merecido la pena y que nada ha sido en vano». Después de la culminación de este estudio de gran importancia, José Miguel expresa su compromiso continuo con la disciplina: “Mi objetivo es continuar estudiando independientemente del periodo arqueológico. A pesar de tener inclinaciones personales hacia la protohistoria, estoy preparado para lo que venga. Pero sobre todo, continuar trabajando en Valencia y su zona, puesto que me parece una área con un potencial arqueológico muy mayor del cual creía y para el cual todavía hace falta trabajar mucho”.