Teresa Payá: Brindis de Champions
La delantera del Fraga de OK Liga hizo historia para nuestro deporte al convertirse en la primera jugadora local en levantar el título más importante a nivel de clubes
Cuando hablamos de deporte femenino en la ciudad, enseguida vienen a la memoria los nombres de las gimnastas Laura Casabuena, Maia Llácer y Daniela Picó o de la atleta Alba Sanegre, como buques insignias. También está el equipo del NB Alcoi, que milita en la Primera División del baloncesto femenino autonómico, y a nivel de entidades, los dos clubes de gimnasia artística –CGA Alcoi y L’Esport– y de rítmica –CGR Alcoi y CGR Sant Jordi–.
Sin embargo, son menos los que saben que a algo más de cuatro horas en coche, a 430km de nuestra ciudad, en Lleida, hace seis años que allí vive una niña a la que se le daba muy bien el hockey, pero a la que la normativa deportiva le impedía jugar con chicos de manera federada, al no estar permitidos los equipos mixtos, por lo que en su horizonte se le abrió un gran dilema: seguir entrenando con chicos pero no jugando al no haber liga federada de chicas en la Comunidad Valenciana, o salir de casa y marcharse lejos de su familia para cumplir un deseo, que era seguir formándose y jugando al hockey a muchos kilómetros de su hogar.
Fue entonces cuando Teresa Payá eligió el camino más difícil para su entorno, aunque el más fácil para ella, puesto que el hockey era parte y muy importante de su vida desde que se puso unos patines por primera vez y empezó a darle a una bola con un stick teniendo apenas 3 años.
Empezaba así, con aquella valiente decisión, una nueva vida, un camino que le ha llevado a perseguir un sueño que de momento no tiene techo y que le llevó en mayo pasado a hacer historia para nuestro deporte al convertirse en la primera deportista local en levantar una Champions, el máximo trofeo que se puede conseguir dentro del deporte profesional a nivel de clubes.
SEIS AÑOS FUERA DE CASA
Aquella niña que se fue de casa con 16 años teniendo delante un futuro incierto, hoy ya tiene 22 y es una jugadora asentada en la OK Liga femenina de hockey, que vive profesionalmente de su deporte y que defiende la camiseta de un equipo que esta temporada aspira a todo, y cuando se dice todo, son los cinco títulos en juego, incluido repetir victoria en la Champions, si bien es verdad que uno, el primero, que fue la Supercopa de España disputada a finales de octubre pasado, ha terminado quedándose en el camino tras caer eliminadas en semifinales y en los penaltis frente al HC Palau de Plegamans, la particular bestia negra del Fraga, el equipo de Teresa Payá.
Aunque la alcoyana juega en un club de la provincia de Aragón, vive en Lleida, ciudad que está de Fraga a media hora en coche por carretera, por lo que cuando termina de entrenar o jugar, regresa a casa junto a otras compañeras de equipo.
Fue en Lleida donde Teresa Payá fijó su residencia cuando decidió emprender esta aventura que le ha llevado hasta la élite del hockey femenino nacional, que es como hablar de la mayor potencia mundial de este deporte. Solo hay que remontarse a septiembre pasado, cuando la selección española se proclamó campeona del mundo tras derrotar 0-2 a Portugal en la final del Mundial celebrado en Italia.
Fue también en la capital de la comarca del Segrià donde se inició en un equipo íntegramente femenino, a la vez que completó sus estudios de Bachiller y terminó la carrera de Enfermería, compaginando en la actualidad jugar al hockey con trabajar en un hospital de Lleida.
“No tuve dudas en aquel momento. No quería quedarme pensando toda la vida si hubiera podido seguir jugando al hockey a un nivel más alto. Era tantas las ganas que tenía, que me fue fácil la adaptación, me adapté enseguida. Apenas noté el cambio porque estaba haciendo lo que verdaderamente me gustaba. Estaba persiguiendo mi sueño de niña. Por eso recomiendo siempre dar ese paso, no quedarse con la duda. Atreverse porque luego la recompensa es muy grande, al menos para mí”, explica Teresa Payá.
Su primer contacto en Cataluña fue el Vilasana, club en el que comenzó jugando en su segundo equipo, que militaba en Nacional catalana, para poco a poco ir abriéndose paso en el primero. “En mi primer año allí me llamaban para el primer equipo en caso de alguna lesión o sanción. Iba en la convocatoria pero no llegué a debutar. Estaba muy contenta porque veía que poco a poco iba entrando en la dinámica del primer equipo. A la segunda temporada, ya con 17 años, me incorporaron definitivamente al primer equipo y tuve la oportunidad de debutar en OK Liga. Aquello fue lo más grande para mí. Cada vez disfrutaba de más minutos hasta que entré en la rueda del equipo y empecé a ser una más”, recuerda.
Teresa Payá reconoce que le ayudó mucho la cultura del hockey que hay en Cataluña. “No es que sea el deporte más practicado, que allí también sigue siendo el fútbol, pero hay una cultura muy arraiga, como algo que les identifica, por ello un niño o una niña empiezan desde muy pequeños a practicar y competir. Esas ganas de crecer te hacía superarte en cada entrenamiento y a mi me hizo superarme desde el principio”, desvela.
CAMBIO DE AIRES
Sin embargo, aquellos primeros años tuvieron un punto de inflexión. Coincidió con el año de la pandemia. Problemas internos llevaron al club a una división. El entrenador de entonces del Vilasana decidió marcharse y arrastró a varias jugadoras del equipo, entre ellas a Teresa Payá, tentada por el proyecto que se iba a poner en marcha en Fraga, una población sin equipo de hockey femenino ni ninguna tradición en este deporte.
“Empezamos de cero, en Segunda División, con una plantilla hecha para ascender. Otras cuatro compañeras que estábamos en el Vilasana decidimos dar ese paso”, recuerda.
Aquella temporada acabó siendo un paseo militar. Terminaron campeonas, además sin perder ningún encuentro y con gran protagonismo de la alcoyana, que finalizó la competición como máxima goleadora del equipo con 27 dianas. En el Fraga cumple su cuarta temporada consecutiva y su intención es no moverse de este club, al menos a corto o medio plazo, puesto que el curso pasado renovó contrato por dos temporadas más, con lo que seguirá en tierras mañas hasta junio de 2026.
PARA EL RECUERDO
En Fraga, una localidad de apenas 15.000 habitantes y limítrofe con Cataluña, las jugadoras de su equipo de hockey son consideradas unas auténticas heroínas. No es para menos, un club fundado en 2021, sin ninguna tradición en este deporte, lograba desafiar y vencer a los mejores equipos de Europa, en una disciplina en la que el dominio catalán es evidente desde hace décadas.
De paso, el Fraga lograba hacer historia para el deporte de Aragón, convirtiéndose en el primer equipo de esta Comunidad que logra alzarse con el principal título de clubes del continente. Encima enfrentándose en la final al Vilasana, con la rivalidad que había tras el episodio de dos años atrás cuando cuatro jugadoras y su entrenador decidieron marcharse para crear el nuevo club. “Ganar la Champions es algo que nunca olvidaré”, recuerda la alcoyana. Hasta alcanzar la gloria fue un recorrido de hito en hito. El primero llegó en la clasificación.
El Fraga, como sexto clasificado en su estreno en la OK Liga, tuvo que disputar una eliminatoria previa frente a un equipo alemán, al que lograron superar a doble partido. “Para nosotras aquello ya fue lo más, no pensábamos nada más, nos conformábamos simplemente con jugar la Champions y más cuando ves el sorteo, ya que nos tocó el grupo de la muerte”, apunta Teresa Payá.
El sorteo deparó que el Fraga jugase la fase de grupos junto al Vilasana y el histórico Benfica, el mejor equipo portugués. No solo no finalizaron últimas, sino que acabaron primeras de grupo. Aquello les dio el pase directo a la Final Four, que tuvo por sede el Palacio de Deportes de Riazor, en A Coruña. En semifinales no tuvieron problemas en deshacerse de las anfitrionas del HC Coruña por 2-0. Quedaba la final. Era la quinta vez consecutiva que dos equipos españoles protagonizaban el partido más importante que decidía el ganador de la WSE Champions League Women.
Enfrente, otra vez el Vilasana, que se había deshecho del HC Palau de Plegamans. El partido fue de infarto. Terminó con empate a uno y hubo que recurrir a la tanda de penaltis. Entre los dos equipos lanzaron un total de veinte penas máximas, hasta que por fin María Sanjurjo anotó el gol definitivo que le daba al Fraga su primera Champions, además en su primera participación en esta competición.
“Fue una auténtica locura. Cuando te pasa algo así, a mí por lo menos, te empiezan a pasar por la cabeza muchos episodios de tu vida. Recuerdas personas, hechos, esos viajes interminables de 10 horas que nos pegábamos en muchos partidos para ir a jugar. Ahí me di cuenta que había valido la pena todo el esfuerzo de esos años anteriores, cuando decidí salir de casa y lanzarme a esta aventura”, admite la alcoyana. En una fecha que todavía desconoce, defenderá ese título continental en la Intercontinental, en formato de Final Four y frente a dos equipos argentinos como rivales.
Además de la Intercontinental, está la Copa de la Reina, la OK Liga y la Champions, títulos a los que el Fraga aspira esta temporada.
En OK Liga, todo puede pasar. Son cuartas, a tres puntos de Vilasana, Palau y Telecable, los tres comparten liderato. Esta temporada, además, se ha suprimido el play-off y el campeón será el mejor de la liga regular a 26 jornadas. “La competición no para de crecer cada año que pasa. La OK Liga es cada vez más competitiva y para los que aspiramos a ganarla, hemos de tener mucho cuidado con los equipos de abajo. Son partidos trampa y ganará la liga quien menos falle contra esos rivales porque entre nosotras vamos a dejarnos puntos”, anticipó la alcoyana.
VOLVER A CASA
Con 22 años, y lo mejor de su carrera aún por venir en pleno crecimiento deportivo, confiesa que tiene muchos sueños por cumplir, uno de ellos apunta directamente a la Selección. Como jugadora de élite de su deporte es normal que en algún momento se ilusione con defender algún día esa camiseta.
“Es un sueño y ojalá se cumpla, me haría muy feliz. Pero de la misma manera que pienso en poder conseguirlo algún día, también es verdad que soy consciente de que es muy complicado. Hay un bloque de jugadoras muy definido y es difícil hacerse un hueco. Son muy pocos cambios los que hay en cada convocatoria”, resume.
Teresa Payá reconoce que queda muy poco de aquella adolescente que con 16 años decidió liarse la manta al cuello y tirarse a la piscina sin saber si habría agua dentro. Había y bastante por lo que se vio después. “Me fui siendo una niña y ahora me siento una persona adulta, con su propia vida, su carrera universitaria y que afortunadamente ha podido cumplir su sueño de niña. Me siento muy orgullosa de todo lo que he conseguido. Gracias al hockey tuve que espabilar y he madurado como persona. Mi vida ha cambiado por completo desde entonces. Ahora valoro más las cosas, sobre todo las más pequeñas”, confiesa.
Esta escapada a casa de estas Navidades es una de las pocas que se puede permitir durante el año. Desde el verano que no había pisado nuestra ciudad. “Y ahora que he empezado a trabajar en un hospital de Lleida, todavía lo tendré más difícil”, esgrime.
Se marca una meta, estar seis o siete años más jugando al hockey y después colgar los patines. “Me veo jugando hasta cierta edad. Con 28 o 29 años, después no sé qué pasará. Tengo contrato con el Fraga para esta temporada y la que viene y luego ya veré que hago. Es mucho esfuerzo y un gran sacrificio estar jugando y trabajando a la vez. Afortunadamente me puedo compaginar las dos cosa, pero hay días que se hacen muy largos y luego los fines de semanas toca viajar”, apunta.
Lo que tiene claro, al menos ahora, es que su intención es volver a casa cuando cuelgue los patines. “Es lo que me gustaría. Mi pensamiento es regresar a casa cuando deje el hockey e iniciar una nueva vida. De momento estoy muy a gusto e ilusionada en lo que hago, pero llegará un día que el hockey se acabará y tendréque tomar una decisión. Ahora mismo esa decisión pasa por regresar a Alcoy”. precisó.