Sudámerica en Vespa, la última epopeya de Emilio Turrión

El aventurero de Muro se encuentra en Chile para recorrer 10.000 km en los próximos dos meses

Emilio Turrión vuelve a la carga. El intrépido “vespista” de Muro, que ha hecho de sus viajes en su Vespa 200 de 1.999 su “modus vivendi”, cruzaba a finales de octubre el Atlántico en un vuelo regular hasta Santiago de Chile, la capital de Chile, país en el que lleva recorridos algo más de la mitad de los 5.000 kilómetros que le van a llevar al extremo sur del continente americano, en concreto hasta Usuhaia, ciudad argentina ubicada en el extremo austral de Sudamérica, apodada como el Fin del Mundo y vía de acceso a la Antártida.

Este viaje forma parte de la última epopeya del proyecto de vida que inició en 2013, cuando dejó a un lado su profesión como farmacéutico, para prescindir de las comodidades que le podían otorgar una posición económica estable y viajar por todo el mundo en su mítico scooter.

Once años después y unos 40 países recorridos –la mitad de los que ha visitado– encima de su inseparable Vespa 200, Emilio Turrión está llevando adelante su proyecto con una carga de mayor incerteza –si es que ha habido alguno no exento de cierto riesgo–, pero en este todavía más, por la inseguridad de la zona, una climatología adversa, la altitud por la que transcurre gran parte del viaje y la falta de accesorios, puesto que en aquella zona del mundo estas motos clásicas no se conocen, lo que ha obligado a incluir una gran cantidad de accesorios, desde bujías, cables, bobinas, rodamientos, bomba de gasolina, retrovisores o bridas, entre otros muchos repuestos que aparecen en su equipaje.

Turrión lleva en ruta desde hace algo más de una semana. Un proyecto que se puso en marcha en la capital de Chile y del que llevará consumido casi 3.000 kilómetros de los 10.000 de que consta esta primera parte del viaje, puesto que su intención es hacer América del Sur en dos partes: la primera, que tiene previsto completar en los próximos dos meses para regresar a casa en Navidad, con el objetivo de recorrer todo Chile en dirección sur por su salvaje carretera austral.

Es decir, por la Patagonia chilena hasta Usuhaia, desde donde comenzará su viaje por Argentina de sur a norte utilizando las carreteras de la ruta 40 argentina por la zona andina y evitando las grandes urbes como Buenos Aires. Esta primera parte acabará en Bolivia después de completar 10.000 kilómetros, 5.000 de norte a sur y otros 5.000, de sur a norte. La segunda parte de la ruta se reanudará a comienzos de 2025 en Bolivia, para continuar por Perú, Ecuador y terminar en Colombia.

“Voy sin prisa pero sin pausa”, explicaba esta semana Emilio Turrión sobre lo que están siendo estos primeros días en Chile. “En estos países con este tipo de moto nunca se sabe como pueden acabar los días, porque dependemos mucho del clima extremo de la Patagonia y de los Andes debido a la altitud. También de la mecánica porque no hay repuestos ni conocimientos de lo que es una Vespa clásica, de las carreteras de ripio o de pistas que son muy frecuentes y hasta de temas burocráticos en aduanas y cuestiones como la falta de gasolineras”, desvela.

“Es sin duda –añade– el viaje en Vespa clásica más desafiante de los que he realizado en los últimos años. No solo por lo que significa realizar tantos kilómetros en solitario por Sudamérica, sino por la inversión económica y de logística que supone traer la moto a otro continente. En Chile he tenido la suerte de estar apoyado en todo momento por una gran empresa alcoyana llamada Heligrafics y su CEO, Antonio Nácher, que me ha ayudado a solucionar imprevistos en aeropuertos, aduanas y de logística en los primeros días en ruta”.

Los primeros 2.500 kilómetros han llevado a Emilio Turrión desde la capital y la parte de la costa Pacífica hasta la ciudad de Concepción. Los siguientes días está previsto que transcurran por el interior de Chile, muy cerca de la cordillera andina, para evitar lo que allí se conoce como la zona roja o zona mapuche, que son áreas de alto riesgo o de violencia en la región de La Araucanía.

Después espera la ruta 5 o Panamericana, que nace en el norte de Alaska y cruza todo el continente americano con unos 30.000 kilómetros hasta el sur de la Isla de la Chiloé, en el archipiélago patagónico chileno. En esa tramo final de la Panamerica se nota el frío y el viento por transcurrir en una zona de gran belleza natural, con lagos, volcanes nevados y pueblos pintorescos. Un anticipo de lo que se encontrará más al sur, en la carretera Austral, considerada como una de las rutas más salvajes y espectaculares del continente americano.

El comportamiento de la Vespa, según reconoce, “está siendo bueno, aunque cierto es que la velocidad media está siendo bastante baja por los vientos. La gasolina o nafta como dicen por aquí, no está siendo difícil de encontrar, aunque más al sur sí que necesitaré llevar una garrafa extra para cubrir largas distancias sin problemas. La dificultad puede estar en encontrar aceite para la mezcla de la gasolina. Llama mucho la atención verme circular con una Vespa clásica, puesto que son motocicletas que no existen aquí. Muchos se acercan a preguntar, otros a curiosear, incluso me piden hacerse una foto con ella, pues es la primera vez que ven una”.

Aunque es primavera, cerca ya del verano, las temperaturas de allí no tienen nada que ver con las de España. “Voy bien equipado de ropa motera, de abrigo y llevo un traje de agua para las intensas lluvias, aunque no llevo todo lo que me gustaría, por peso y capacidad de la Vespa, además por las restricciones a la hora de facturar en el aeropuerto”. El próximo objetivo: el estrecho de Magallanes, en el extreno sur de Chile, principal paso natural entre los océanos Pacífico y Atlántico.

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