Sol Picó: “No quiero frivolizar, solo quitarle hierro a las cosas”
El 18 de marzo el Teatre Calderón de Alcoy acoge la obra ‘Malditas plumas’
Buena muestra de que estamos recobrando atisbos de normalidad se aprecia en las carteleras de los teatros, que vuelven a programar actos culturales. El 18 de marzo el Teatre Calderón de Alcoi acoge la obra ‘Malditas plumas’, un espectáculo teatral donde la alcoiana Sol Picó interpreta un texto de la escritora Cristina Morales. El trabajo conjunto de las dos Premios Nacionales (de danza el de Picó en 2016 y de narrativa el de Morales en 2019) nos acerca al glamuroso mundo del cabaret de la Europa de primera mitad de siglo XX. Hablamos con Sol sobre los elementos centrales de la obra (declive, ironía, ‘showbiz’…) pero también de feminismo y empoderamiento.
– ‘Malditas plumas’ tiene una elevada carga interpretativa. ¿Ha sido difícil incorporar la interpretación actoral a tu propuesta escénica?
– La interpretación es un mundo que me interesa desde siempre, aunque la danza haya sido el plato principal en mi carrera. En ‘Malditas plumas’ hemos dado un paso adelante con el tema del texto, que se han hecho en exclusiva para esta pieza por parte de la Premio Nacional de Narrativa Cristina Morales. A parte de escritora también es bailarina; le comenté que estaba haciendo un espectáculo donde quería incorporar una carga textual y nos pusimos a trabajar juntas. Hay partes de la obra en que bailo a la vez que recito un texto, lo cual tiene cierta dificultad. Es sobre todo un experimento; algo nuevo que me parecía interesante poner en escena.
– La obra expone sentimientos muy mundanos, tales como la decadencia, los sueños no cumplidos, la frustración… ¿Te da la sensación de que estas pasiones se magnifican en el mundo del espectáculo?
– Sí, lo has definido bien. A pesar de que son sentimientos habituales que todos podemos sentir en algún momento de nuestra vida, aquí evidentemente están sobredimensionados. En este espectáculo en concreto me interesaba sobre todo jugar con la ficción y la realidad. El personaje protagonista está inspirado en aquellas artistas que habitaban el Paralelo barcelonés de los años 40. Muchas de esas mujeres que se quedaron por el camino en su sueño de convertirse en corista, o que llegaron a serlo pero solo de segunda fila. El personaje está creado alrededor de todo esto; cabalga mucho entre la ficción y la realidad. Soy yo pero no soy yo.
– Hablando de decadencia, las personas que os dedicáis a la danza estáis muy expuestas al desgaste físico. ¿Vuestra vida sobre las tablas puede ser más corta que la de artistas de otras disciplinas. Cómo gestionáis este inevitable declive físico?
– He de decir que yo desde que empecé mi carrera he alternado la interpretación con la dirección desde fuera. Me doy cuenta que es un lado donde también me encanta estar. Con el paso del tiempo es evidente que hay que rebajar un poco el esfuerzo físico, porque si no me romperé por la mitad. No hace falta llegar hasta ahí, ya está la cosa al límite (risas). Por el momento mi condición física me acompaña bastante bien; es cuestión de atender lo que te pide el cuerpo y responder a ello de forma natural. Yo sigo dando saltos durante una hora, pero los doy de manera diferente a como lo hacía hace 10 años. Aunque parezcan los mismos vas aprendiendo a medirlo.
– ¿Te sientes más cómoda en producciones intimistas al estilo ‘Malditas plumas’, o prefieres un puesta en escena con más participantes sobre las tablas?
– Son cosas muy diferentes y con las dos disfruto profundamente. En Alcoi estaré acompañada de Roger Julià, que es un actor y músico maravilloso. Es increíble sentirte acompañada en el escenario; compartes la energía. Sin embargo es verdad que el espectáculo parte de un apartado muy íntimo; parte de algo que me ocurre a mí, mientras que él sirve de acompañamiento y apoyo en la historia. En los espectáculos en los que estoy con mucha gente -ya sea en el escenario o dirigiendo- es otra locura maravillosa. Ahí está el ejemplo de ‘Dancing with Frogs’, en el que comparto escenario con otras 7 ó 8 personas. Son dos mundos diferentes en los cuales disfruto profundamente.
–La ironía suele estar bien presente en tus espectáculos. ¿Es importante el sentido del humor para afrontar la vida?
– Reflejo el humor en los espectáculos porque el humor es importante para mi vida. Afrontar los reveses de la vida con humor siempre va bien; no quiero frivolizar, solo quitar hierro a las cosas. La vida sin humor no tiene demasiado sentido. No tengo nunca interés por hacer reír, todo tiene una intención más irónica o satírica. En este último espectáculo hay un momento donde te das cuenta del patetismo absoluto del personaje. Queriendo alcanzar su sueño se enreda en los lugares más oscuros y patéticos del ser humano. Intenta hacer todo lo posible para llegar, pero no hay manera.
– Están siendo momentos difíciles para el mundo de la cultura y el espectáculo. ¿Cómo ha afectado la crisis sanitaria a tu trabajo?
– Son momentos difíciles, aunque también es verdad que todo depende de la cantidad de tiempo que lleves trabajando. Yo de momento cruzo los dedos, y todo lo que pueda cruzar de mi cuerpo. Tengo la suerte de estar trabajando mucho y de tener muchos proyectos firmados.
Mantenerme físicamente también me ha ayudado mucho. Tengo un espacio en Barcelona donde incluso en los momentos más rabiosos de la pandemia he estado aplicando una rutina de 2 a 3 horas de trabajo diario dedicadas al cuerpo. Todo depende también de tu actitud. Ha habido gente que se ha quedado un poco más quieta, mientras que otra gente se ha puesto a crear. Yo por ejemplo cuando estoy quieta se me dispara la mente (risas).
– Tengo entendido que el estreno de ‘Malditas plumas’ quedó atrasado el pasado año a causa del estado de alarma. Eso te daría más tiempo para prepararlo, ¿no?
– Tuve una suerte que no te puedes ni imaginar (risas), aunque lo digo con la boca pequeña. El confinamiento nos vino justo dos semanas antes de entrar a ensayar al Teatre Nacional de Catalunya. Y la verdad es que di las gracias, porque antes de un estreno siempre faltan días. Lo que ocurre es que después lo tenía muy bien preparado para noviembre, y en ese momento tampoco pudimos llevarlo a escena. Ahí ya no me lo tomé tan bien (risas). Ahora estoy esperando a ver si podemos llevarlo a Barcelona con ocasión del Festival Grec, porque allí aún no lo hemos estrenado.
– A tus obras siempre se les ha atribuido un carácter de empoderamiento femenino. ¿Compartes esa visión?
– Si te soy sincera, el feminismo está orgánicamente dentro de mí. Solo creo en la igualdad para poder construir un mundo mejor, lo tengo clarísimo, pero lo tengo clarísimo sin que nadie me lo dijera. En casa me enseñaron unos valores maravillosos y me imagino que eso (el feminismo) se desprendía, sin que nadie me lo inculcara de manera explícita. Sin embargo, tal y como la vida me ha ido llevando, cada vez me he reafirmado mucho más en ese espíritu. Muchas de mis obras nunca han intentado hablar explícitamente de eso –tampoco se puede estar todo el día hablando de lo mismo– , y sin embargo la gente sigue viendo empoderamiento en ellas. Otros espectáculos sí que los he dedicado exclusivamente a hablar de eso, como ‘La dona manca o Barbi Superestar’ y ‘We Women’. También en ‘Dancing with Frogs’, tratando la masculinidad y el exceso de testosterona. Me parece muy interesante que estos temas estén encima de un escenario; es importante que la sociedad los vea desde otro punto de vista, sin la palabra escrita, que se vean a partir de acciones y situaciones, y por qué no mediante la danza.