Se te olvidó
Cuando uno nace a los nueve meses y cinco días de la boda de una pareja ya se augura un futuro prometedor al ser fruto de un primer amor verdadero y sincero de esa pareja que empezaron a salir juntos cuando ella tenía tan sólo doce años y el quince. Después de bastantes años de noviazgo y estar separados dos años por atender a sus obligaciones del servicio militar, allí en Sidi Ifni, llegó el momento de tan bello enlace. Tú fuiste el primero en tomarme en brazos y desde ese mismo momento surgió algo entre nosotros dos que ha durado toda nuestra vida. Di mis primeros pasos cogido de tu mano, esas manos grandes y fuertes que siempre han sostenido a la familia. Íbamos juntos a todos lados, sentado a tu lado mientras jugabas a cotos o en la mesa de escoti en el Inde. Los domingos al Barranquet, al Camet Escolar –el Bellavista– a ver al equipo de tus amores, a animarlo en silencio pues fuiste persona de pocas palabras y con una gran discreción, de ahí que salieses en tan pocas fotos. En eso no nos parecemos. Todo eso a pesar de ser el único que formaste parte de todas las juntas directivas del Independiente, sin importar quien fuera el presidente y por más de cuarenta años llevando el montepío y la lotería. Con tu libreta y bolígrafo. Hacer la quiniela juntos, Y los domingos, Estudio Estadio así como Curro Jiménez. Recuerdo la mañana que al levantarme me viste con un pendiente, algo que en aquella época lo llevaban cuatro personas en Alcoy y no con buena fama. Recuerdo lo que me dijo, algo que no voy a repetir, sin embargo delante de los demás me defendía a capa y espada. Así eras tú, la familia ante todo. Durante muchos años trabajamos juntos y tenías tiempo para hacer tu trabajo y ayudarme en la parte que me correspondía. Enseñarme a conducir con aquel Seat 850 especial 4 puertas, ¡ahí es nada! y que muchas veces ibas a pie por dejarme el coche.
Papá, siempre has sido un hombre íntegro, con principios, con valores, tremendamente honrado, todos te querían y respetaban, lo que se llama un hombre de honor. De todo eso, algo hemos aprendido tus hijos, aunque quedamos lejos. Has sido un gran hijo, yerno, cuñado, suegro, hermano, tío, padre, abuelo, bisabuelo, inmenso como amigo. Un padre excepcional y no hay palabras para definirte como marido, entregado a la mamá durante toda tu vida. Pero la verdad es que tengo algo que recriminarte, se te olvidó enseñarme a vivir sin ti. Aunque sólo haga unos días que Dios tuvo a bien en llevarte a su presencia, te echo mucho de menos. Parece que te hayas ido de viaje y que pronto vas a volver, mas en este caso no hay billete de vuelta. Ahora toda la familia tenemos que aprender a vivir sin ti, algo que nos resultará difícil, pero tu presencia en nuestras vidas ha sido tan importante, nos has amado tanto, nos has dado tantas enseñanzas con tu actitud que a pesar de todo, siempre, siempre vivirás con cada uno de nosotros.
Papá, te amaremos por siempre y nunca te olvidaremos.