“Quizás mis olimpiadas sean las de Los Ángeles pero mi deseo es estar en París”

Laura hace un repaso a 2023 y mira el futuro, que pasa por ser olímpica este verano

La espectacular irrupción de Laura Casabuena en 2022 supuso una bocanada de aire fresco para la gimnasia artística femenina española. Muchos se preguntaban de donde había salido aquella figura esbelta y angelical, de mirada clara y con movimientos elegantes, que ilusionó de repente a los nostálgicos, a aquellos que evocaban una gimnasia más pura y menos industriosa.

Empezaron a ver en la alcoyana ese relevo generacional que buscaba nuevo referente tras la renovación habida en el equipo nacional de artística femenina. Laura Casabuena daba la impresión por sus resultados y la manera de desenvolverse en las grandes competiciones, que aquella niña con 16 años, camino de los 17, que apenas llevaba uno en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, no le afectaba que casi se le había empujado para que se las apañara como pudiera en esa vorágine que es la élite deportiva, con rivales muchas de ellas con una trayectoria internacional increíble, convirtiéndose casi de la noche al día en la nueva esperanza de la artística femenina española y en la principal baza del nuevo ciclo olímpico, con lo que ello significaba.

Todo parecía rodado, con los altibajos que siempre ofrecen una preparación tan intensiva y prolongada en el tiempo como la que tiene la gimnasia artística, con las Copas del Mundo, los torneos internacionales de preparación, los campeonatos nacionales, el Europeo y la guinda del pastel, el Mundial, donde este años se repartíán el grueso de las plazas para estar en los Juegos de París 2024.

Hasta que a comienzos de octubre pasado, precisamente durante la celebración en Amberes (Bélgica) del LII Campeonato del Mundo, donde todo estaba enfocado a que Laura Casasempere liderara esa clasificación para París 2024, cuando esos sueños se derrumbaban como un castillo de naipes por una escasa décima, algo insignificante para el resto de mortales pero que en gimnasia artística es todo un mundo, de meses de mucho entrenamiento, incluso de años.

“Es gimnasia”, resume la alcoyana, que esta misma semana ha celebrado su mayoría de edad. “En un primer momento me derrumbé, lo pasé muy mal porque significa que muchas de las ilusiones que has imaginado en tu cabeza, de repente se te viene todo abajo. Fue muy duro”, confiesa aún con mucho dolor, incluso cuando habla de ello le cambia su semblante para ponerse seria y ocultar esa sonrisa que le sale de manera natural. “En aquel momento lo cuestionas todo. Piensas que por una simple décima me he quedado fuera de unos Juegos Olímpicos, además en mi mejor ejercicio, que es el de suelo. Encima me quedé a un puesto de clasificarme en el concurso completo de los cuatro aparatos. Con el paso de los días, empiezas a relatilizarlo todo, piensas que si no me hubiera tocado a mí, el mal trago lo habría tenido que pasar otra gimnasta. A todo ello me fui de Amberes sin saber si estaba o no clasificada. Hasta una semana después no me lo confirmaron. Fueron días que me los pasé pendiente cada hora del móvil. De todo se aprende y aquello me sirvió para saber que tienes que seguir trabajando, que no puedes dar las cosas por hechas de antemano y que no siempre se consiguen los objetivos que persigues, que estos es deporte”.

Cuando llegó con apenas 15 años a Madrid, dejando atrás familia, casa, amigas y su club de toda la vida, el CGA El Pastoret, lo hizo pensando que su ciclo olímpico iba a empezar después de París 2024, que cuando tenía que estar preparada para dar el máximo iba a ser en Los Ángeles 2028, ya con 22 años. Sin embargo, su explosión de 2022 adelantó todo el proceso. “Soy consciente de ello, sé que mi ciclo olímpico por edad es en los próximos Juegos de Los Ángeles, pero una vez que estoy aquí, que tengo la oportunidad de estar este verano en París, lo voy a intentar con todas mis fuerzas porque sé que tengo esa opción en mi mano y voy a luchar con todas mis fuerzas para conseguirla. No clasificarme en el Mundial fue una decepción, pero aquello ya está olvidado, me lo tomo como parte del aprendizaje. Tengo nuevas oportunidades y quiero ir a por ellas”, apostilla.

Esas oportunidades de las que habla Laura Casabuena pasan por lo que suceda de aquí a principios de mayo. El último tren de las Olimpiadas de París pasará por el Europeo, que este año se celebra en Nápoles (Italia). Antes de esa última llamada estarán las competiciones de las Copas del Mundo, cuatro citas en total (El Cairo, Alemania, Doha y Bakú), la primera de las cuales será en Egipto en febrero próximo.

“Las dos opciones son factibles”, certifica la alcoyana. “Más que buscar uno o dos buenos resultados, en lo que voy a centrarme es en tratar de ser regular posible, será fundamental, más que la calidad o en perfeccionar algún ejercicio para tratar de subir nota. Si en la Copa del Mundo no lo consigo, en el Europeo tengo que ser la primera entre las gimnastas que no tienen el billete asegurado”, precisa Laura Casabuena, quien se muestra segura de sus posibilidades y añade que “si me atengo a lo que sucedió en el Mundial, estaré en París, allí fui primera reserva en suelo y también en el All Around”.

Como un trabajo

Poco o muy poco queda de aquella niña que se fue con 15 años a Madrid con la ilusión de cumplir un sueño, que era ser gimnasta del equipo nacional y competir junto a las mejores. “Soy una gimnasta diferente, he cambiado a mejor”, se sincera Laura Casabuena. “Ahora mi perspectiva de la gimnasia es diferente. Sigue siendo la ilusión de mi vida, es mi motivación, la que me da fuerza cada día que me levanto, pero ahora la siento más como un trabajo, como mi trabajo. Disfruto igual, pero reconozco que hay temporadas que te cuesta más que otras, que llegas a entrenar y estás muy cansada, pero esa pasión me lleva a seguir adelante. No es fácil compaginar estudios con la gimnasia de alta competición”, apostilla.

Esa tenacidad en mejorar la hace acompañar de una fuerza mental que le ha ayudado a moldear una personalidad muy fuerte ante las adversidades. “No puedes quedarte lamentándote cuando las cosas no salen como te gustaría. Yo lo pasé muy mal tras lo sucedido en el Mundial, fue muy duro. Me ayudó a comprender que también hay baches en el mundo del deporte por mucho que quieras a la gimnasia como es mi caso. A veces es bueno que pasen estas situaciones y ver cómo eres capaz de darles la vuelta. Tuve un mal final de temporada, pero el proceso hasta ahí fue muy bueno, hubo más cosas buenas que malas. Voy a intentarlo y espero conseguir ser olímpica en París. Las cosas sucedieron así y es lo que debo de aprender a afrontar”.

Echando la vista atrás a lo sucedido en 2023, Laura Casabuena resalta su actuación en el Europeo de abril en Antalya (Turquía) donde fue décima en el All Around. “Supuso una gran satisfacción este resultado y tuve el regaló de meterme en la final de suelo. En el Torneo de Jesolo (Italia) acabé primera en suelo y por equipos fuimos segundas. En Rumanía terminé tercera. Ha sido un buen año en líneas generales”, admite la alcoyana.

El problema ha venido cuando se ha querido poner más presión de la que quizás le correspondía. “Debo pensar más en mí que en lo que pueda pensar la gente. Es algo que me está costando. Me sucedió en el último Nacional, donde creía que debía de terminar primera sí o sí. Entonces vinieron las caídas, no una sino varias, hasta cuatro veces me fui al suelo. Al final creo que terminé quinta, ni me acuerdo. También me pasó en el concurso completo del Mundial de Amberes. Me puse mucha presión y lo terminé pagando. Es verdad que en un Mundial el nivel de la competición es muchas veces superior al de una Olimpiada donde el objetivo es clasificarse. Yo lo voy a luchar y daré todo lo que tengo. Es algo que quiero, es mi deseo y también mi vida en estos momentos”.

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