“Que pase pronto” es la frase más repetida de los comercios que abren durante la alarma sanitaria
Que pase pronto. Era la frase más repetida el lunes cuando, a las nueve de la mañana, los pocos establecimientos de la ciudad que podían hacerlo abrían sus puertas al público tratando de recuperar la normalidad perdida el pasado fin de semana, con la declaración del estado de alarma por el coronavirus. Comercios de alimentación, estancos, quioscos y farmacias –poco más– levantaban sus persianas para dejar pasar a los primeros clientes del día, en esta ocasión, ataviados la mayoría con guantes y mascarillas.
A esas horas la ciudad vivía una calma tensa y se respiraba en el ambiente la situación anómala y excepcional en la que vive sumido el país desde el pasado viernes. No se puede decir que no había nadie por la calle, como a lo mejor era lo que se esperaba. Se palpaba que después de un largo fin de semana de encierro eran muchos los que tenían que salir de casa para comprar, ir al banco o pasear al perro. En realidad, estas razones, junto a motivos laborales y de cuidado de personas mayores y niños, son las únicas de peso en estos momentos para ausentarse del domicilio.
Lo sabemos todos o casi todos. Y sino ahí están los agentes de Policía para recordarnos que los alcoyanos, como el resto de ciudadanos españoles, debemos permanecer confinados en nuestras viviendas hasta nueva orden. También intervienen para marcar las distancias de seguridad entre viandantes y evitar aglomeraciones en los establecimientos. “No se agolpen, sepárense señores. Ustedes son periodistas, ¿no?”, nos increpa a mi compañero y a mí.
Un orden que tratan de guardar también en el interior de los comercios. En la frutería solo permiten que cinco personas compren a la vez, el resto esperan en el exterior guardando cola. Mientras, en el banco, se autoriza la entrada de dos clientes a la vez solamente y manteniendo una distancia de más de metro y medio.
el dato | Tras agotar las mascarillas, los guantes, el gel hidroalcohólico y hasta los termómetros, las farmacias de la ciudad duplican ahora las ventas de paracetamol
Misma distancia y mismo número de compradores que aprueban en el quiosco o la farmacia, donde nos comentan que después de haber agotado las existencias de las populares mascarillas y los geles hidroalcohólicos, ahora se ha disparado la demanda de guantes y de termómetros para medir la fiebre, uno de los síntomas de los contagiados por coronavirus. Se combate con paracetamol, que también ha duplicado sus ventas en las boticas de la ciudad, tal y como nos informan.
En el Ayuntamiento ya no dejan ni pasar de la puerta, puesto que se han cancelado todos los trámites administrativos y han suspendido plazos en el pago de tributos, según confirman fuentes municipales. Justo al lado, el centro de salud La Plaça ha habilitado en su entrada un punto de toma de temperatura para los pacientes que acudan con síntomas evidentes, mientras todo el personal sanitario y de servicios trabaja ataviado con guantes y la llamativa mascarilla verde.
En Correos también han adoptado las medidas oportunas, además de adaptar horarios de atención al público –de 9’30 a 12’30 horas– y suspendiendo las notificaciones, tanto en el reparto a domicilio como en relación a la recogida en oficinas.
Los parques de la ciudad ya no reciben visitantes, clausurados como están donde es posible cerrar el recinto, o por el contrario las áreas de juego infantiles permanecen precintadas. Acuden solamente las mascotas acompañadas de un solo propietario, y las conversaciones entre dueños, muy habituales en una situación cotidiana y normal, ahora se desarrollan a dos metros de distancia.
En el centro histórico, la complicada fisonomía y distribución interior de algunos establecimientos obliga a establecer normas de acceso especiales por parte de los propietarios, como en el estanco de la calle Sant Francesc, en cuya verja cuelga un cartel que reza “Estoy dentro, llama y te atenderé”.
Terminamos nuestro recorrido del primer lunes laborable tras estallar la crisis sanitaria del coronavirus, visitando una tienda de alimentos congelados. Como el paracetamol en las farmacias, la venta de productos congelados “se ha duplicado como mínimo”, nos cuenta la dependienta, que asegura limpiar a fondo todas las cámaras frigoríficas cada vez que atiende a un cliente. Cerca hay abierta una panadería, que por la alerta sanitaria ha tenido que clausurar su servicio de bar-cafetería. ‘Solo venta de pan y bollería’ anuncia en una pizarra, mientras su propietario deja entreoír a través de la mascarilla un esperanzado “que pase pronto”.
Foto: Esta panadería-cafetería ha tenido que suspender su servicio de bar y únicamente está autorizada a vender pan y bollería | Xavi Terol