Precauciones y cuidado de los pies en verano
Ese cuidado es especialmente importante en el caso de las personas diabéticas, que no cicatrizan bien y cualquier pequeña herida puede derivar en una úlcera, y en el caso de las personas inmunodeprimidas porque al tener alterado el sistema inmunológico pueden generar infecciones complicadas y difíciles de curar.
Las dolencias más comunes en esta época del año son las ampollas y las laceraciones. Para evitarlas, desde el ICOPCV se recomienda realizar un cambio progresivo al calzado de verano porque, en caso contrario, las rozaduras son más habituales.
“Hay que tener en cuenta que con la llega de esta época tan calurosa, los pies tienden a hincharse y aumenta la sudoración en los mismos. Por eso, si pasamos de un calzado muy cerrado a sandalias directamente, estaremos incrementando exponencialmente la posibilidad de sufrir laceraciones”, ha afirmado Maite García, presidenta del ICOPCV.
En este sentido, el Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana ha elaborado un decálogo con recomendaciones básicas para hacer un cambio de calzado de una forma adecuada y favorecer la salud del pie son:
1. Siempre que el calzado lo permita, utilizar pinkies. Éstos deben ser de algodón y evitarse las fibras sintéticas porque incrementan la sudoración del pie.
2. No pasar de la bota cerrada a la sandalia, sino comenzar con el uso de un mocasín o similar, por ejemplo.
3. Escoger un calzado fabricado con materiales naturales y flexibles.
4. Si utilizamos un calzado nuevo, no realizar largas caminatas nada más estrenarlo. Esto es especialmente importante en esta época del año porque el pie va descubierto y no hay, ni siquiera, un calcetín que pueda hacer de barrera y proteger la piel.
5. El calzado sólo se puede utilizar de un año para otro si la suela no está muy desgastada y no se observan deformaciones. En caso de que se observe que el calzado está “viciado”, hay que sustituirlo. Además, será indicativo de que la persona no camina adecuadamente generando desgastes anormales indicativos de una marcha inadecuada . Por lo que será imprescindible acudir al podólogo para hacer un estudio de la pisada y realizar las compensaciones necesarias a través de plantillas para evitar sobrecargas que pudieran afectar tanto a los pies como al resto del aparato locomotor.
6. Si el calzado en la zona del empeine está desgastado o dado de sí, como puede suceder con las sandalias, también es importante sustituirlo porque al no sujetar adecuadamente el pie, no hay contención y puede propiciar sufrir esguinces en tobillos y producir más fricción en la piel generando más ampollas de lo que podría considerarse “normal”.
7. Es importante evitar llevar un calzado excesivamente apretado porque el exceso de contención y sujeción puede provocar un adormecimiento de los dedos de los pies debido a la compresión nerviosa que genera. Además, un calzado muy justo de talla o muy prieto puede provocar que se hinchen los pies porque no permite a la circulación venosa de retorno seguir su curso e, incluso, producir alteraciones y/o patologías en las uñas por estar en contacto continuo con el zapato ya que da lugar a microtraumatismos de repetición en ellas.