Por una planificación de la gestión del patrimonio cultural de Alcoy

Imaginemos que nuestra historia es un barco que navega en el mar del olvido, un barco que hace aguas desde que zarpa del puerto del presente y cuyo destino es hundirse en la profundidad del tiempo, en el futuro que todo lo silenciará.

En ese viaje intentamos salvar aquello que mejor explica nuestra conciencia y aquello que por más singular tiene más valor en nuestra memoria.

Alcoy es más que un lugar un tiempo, una memoria que forma el ser de un pueblo que busca proyectarse en un nuevo futuro. Sin embargo en el naufragio del olvido, connatural a toda realidad, parece que nunca estuvo claro qué debíamos salvar primero.

Esta ciudad siempre ha carecido de un buen plan de rescate de la memoria, de gestión de su patrimonio. Resultado de esta falta de dirección Alcoy ha perdido, sigue perdiendo de forma irreversible, muchas de las piezas de su paisaje histórico.

Esta falta de planificación conlleva acciones inconexas y a menudo extrañas para las verdaderas necesidades de conservación de aquello que es más importante de nuestra historia. Mientras que nuestro patrimonio medieval, Castillo de Barxell, Casa del Delme, siguen en manos privadas y en el caso de la fortaleza en evidente riesgo de deterioro irreversible, planteamos nuevos museos para temas sin duda importantes, pero que pueden aguardar el tiempo necesario para salvar nuestro patrimonio más singular y único.

La memoria de la sociedad industrial alcoyana, de la clase obrera integrada en ella, sigue sufriendo el silenciamiento por parte de los gestores de nuestro patrimonio cultural. Con cada antiguo trabajador industrial que fallece sin haber registrado sus conocimientos y saberes perdemos una página insustituible de nuestra historia; con cada máquina que se convierte en chatarra perdemos una pieza de la realidad histórica que formó nuestra identidad, un bien tangible que nos conecta a través de los sentidos con la misma realidad que vivieron nuestros antepasados.

Como en un naufragio, primero hay que salvar a los más vulnerables. En la lucha contra la pérdida de la realidad histórica que explica Alcoy no se ha tenido en cuenta esta prioridad, y no parece que vaya a tenerse en cuenta en los próximos años. El capitán del barco primero salvará los cuadros.

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