¿Por qué somos del Alcoyano?
Si hubiera que explicar en algún sitio porqué uno elige ser del Alcoyano, la mejor respuesta posible sería entregarle un vídeo del partido del domingo contra el Lleida que allí encontraría las claves y las suficientes razones de peso para enamorarse para siempre de un club que quizás no tenga el glamour de otros muchos, pero que tiene su particular teatro de los sueños que sigue siendo toda una bendición entre tanta Liga de las Estrellas, en el que aún es posible oler y ver el fútbol de toda la vida, ese donde los aficionados sufren y se emocionan con cada jugada y con cada gol. La tarde del domingo invitaba a todo menos a subir al Collao, además la situación del equipo era más una garantía de sufrimiento que de disfrute, pero ahí estuvieron más de un millar de valientes que decidieron desafiar a toda la lógica: una lluvia permanente, el frío, una situación en la tabla angustiosa, un rival que venía con las uñas afiladas y un equipo que se sostenía en pinzas. Nada de ello detuvo a estos incondicionales, que encima tuvieron que soportar que a los diez minutos su equipo fuera perdiendo, con lo que peor no podían empezar las cosas. Ni así se logró apaciguar una grada que lejos de desinflarse con el paso de los minutos, fue entrando en combustión. Hasta que afloró la magia del Collao, equipo y afición se fundieron en una mismo corazón y el partido dio un vuelto espectacular. Los jugadores del Lleida empezaron a ver Messis y Cristianos Ronaldos en el bando rival, los balones mandados desde las bandas les parecían bombardeos aéreos, no tardaron en llegar los primeros desajustes defensivos y el portero visitante no daba abasto ante lo que se le venía encima. Era cuestión de abrir la lata para luego tener paciencia porque el segundo acabaría llegando. Y vaya si llegó, a dos minutos del final, aquello fue el éxtasis total. Rubio se fue loco de alegría con los brazos abiertos hacia la grada de Lateral para festejar con los aficionados de aquella zona su gol. En la grada más de uno no pudo contener la emoción y soltó alguna lágrima de alegría. Otros se quedaron sin voz de gritar el gol con todas sus fuerzas. Hacía tiempo que no se festejaba una victoria blanquiazul como se hizo el domingo. Si a algún aficionado le preguntan las razones de porqué es del Alcoyano, el domingo se perdió una gran oportunidad para vivirlo en primera persona.