Planeta azul
Mirando por el espejo retrovisor de mi vida, recuerdo con cariño un programa del gran Félix Rodríguez de la Fuente, que se titulaba Planeta azul. Con añoranza me viene a la mente como mis compañeros de cole me llamaban así haciendo un juego de palabras con mi apellido Plá y que más tarde pasaron a llamarme Platero, cuando conocimos la lectura de Juan Ramón Jiménez, poeta onubense nacido en Moguer, recordado por su célebre escrito de Platero y yo.
Pero volviendo al tema que nos atañe, aquel programa nos descubrió un planeta limpio, sano, un mundo que no conocíamos, pues no habían los medios que tenemos ahora. Conocimos países, montes, animales incluso diferentes formas de vida de otros humanos. Era una gran ventana al planeta Tierra.
Sin embargo y con el paso de unos pocos años, tan siquiera ha pasado medio siglo y todo ha cambiado excesivamente y quizás no demasiado bien. Hoy en día lo que nos parecía normal ya no lo es. Da la sensación que nos hayamos dormido en un mundo y nos despertemos en otro. Se ha perdido la magia de Disney, el romanticismo de París, la opulencia de Nueva York, los gritos en el fútbol, el color de Sevilla, la multitud en las playas, incluso el poder disfrutar de la familia y de los amigos, el estar juntos en un mismo lugar. La muralla China ya no es una fortaleza, como ya predije hace tan sólo un año en uno de mis artículos, las iglesias de cualquier religión se encuentran vacías. Ya no importan los grandes coches ni las casas suntuosas, ni el preparar viajes, ni conocer otros países a bordo de un gran barco. Lo que era habitual y tan nuestro como los besos y abrazos, son ahora armas mortíferas; y el mayor amor que podemos demostrar es no visitar a padres, amigos y seres queridos. Te das cuenta que el dinero y el poder han perdido su valor, la enfermedad y la muerte no preguntan ni llaman para entrar. El mundo, nuestra Tierra continúa en su caminar y sólo las personas estamos encarcelados por nuestra mala cabeza y actitud. El mundo nos lanza un mensaje, no sé si de compasión o de orgullo, no somos necesarios para el aire, el agua, el cielo…todos están bien sin nosotros y nos recuerda que sólo somos sus invitados, no sus amos. La vida cambia en un segundo, lo que hoy es puede que mañana no lo sea, depende del cristal por donde lo mires.
Perdona y olvida y si es necesario, empieza de nuevo. Si el camino por el que andas no te gusta, cámbialo. Recordando las palabras de otro gran poeta Antonio Machado,” Caminante no hay camino, se hace el camino al andar”. Puedes elegir por donde quieres ir. Vive con entusiasmo y pasión cada día. Empatiza con los demás, abre tu corazón y ama.
En el libro bíblico de Proverbios encontramos un gran consejo. “ El simple todo lo cree, pero el prudente mira bien sus pasos”. Amigos lectores, es hora de caminar hacia adelante, eligiendo el buen camino y aunque la mochila cada día pese más; pero lo importante es mirar bien nuestros pasos para elegir bien nuestro camino y no volvernos a equivocar. Nunca habrá un borrador para corregir el pasado, pero siempre habrá un lápiz para escribir el futuro.