Pedro volvió a casa

Íbamos por el jardín, mi madre con su “taca-taca”, bueno así lo llaman y como todos los días, me hablaba de tiempos ya pasados, quizás no superados y que marcaron una época ya muy lejana. A veces me pregunto si nunca llegamos a olvidar ciertos acontecimientos que en realidad quedan en nosotros para siempre.

“Te acuerdas de ese señor que regentaba la piscina municipal?
– Pues en este momento creo que no. ¡Ha sí, estuvo en prisión por matar a su esposa. Fue una gran conmoción, la sorprendió con su amante. Y cosa curiosa, años después, él conducía el autobús que nos llevo a París.
– En aquel tiempo que no íbamos a la playa porque no teníamos coche, pasábamos el día en la piscina municipal. Sabes que tiene las dimensiones olímpicas?
– Pues no, no tenía ni idea
– Y que la hicieron los republicanos del derrumbe de la iglesia de Santa María?
– ¡No me digas!
– Bueno, pasábamos el día en la piscina. En un lado el solárium de las mujeres y en el otro el de los hombre. Llevábamos bañador, nunca biquini. Por las mañanas nos bañábamos, luego nos comíamos el bocadillo y por la tarde llegaban unas hermosas chicas y cantaban y todos nos poníamos a bailar.
– ¡Vaya qué bien! y ese señor que llega con la gayata arrastrado las piernas, quien es?
– Pedro, era un buen bailarín, mientras Antonio Machín tocaba las maracas, el bailaba con gran primor, con todas las chicas, que claro, se atrevían a seguirlo
– Y por que has dicho que volvió a casa?
– Sencillamente, se fue de parranda con una joven, pero su mujer no se imputó, pues sabía que Pedro volvería a casa.

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