Partidor remozado
Desorganizar y organizar son antónimos que frecuentemente, en escapadas a la repanocha, se entrecruzan convirtiéndose en incapacidades mil, de ahí que, amigo, este año en la arrancà de la entrada de cristianos no hayamos podido darnos el más efusivo abrazo anual, ni paladear juntos, tú ese “plis-play” generoso y yo un herbero de la bota del racó (¡ah pilonets de Balaguer!). Ni pude ver a Eva, una sobrinita mía, portadora del banderín almogávar, montada en brioso caballo.
Sin embargo, hemos de congratularnos del magistral trastocado orden y la armonización reinante en el Partidor. Te busqué y rebusqué, amigo, arriba y abajo, es decir metro amunt, metro avall, no podía moverme, y eso después de haber escalado el Teide alcoyano. Doy por seguro que tú estabas buscándome, cierto. Todavía no sé tu nombre, pero no te preocupes algún día me lo dirás, porque allí, en el Partidor desremozado, nos volveremos a dar más abrazos de amigos de verdad, hasta me contarás el mismo chiste y soltarás la misma charrà, y en esos minutos, instantes mágicos, seremos felices, tal como lo hemos sido tantos años. Es la magia de Nostra Festa, amigo.