Otros 10.000 km en Vespa, ahora por el Cáucaso
Emilio Turrión sigue cumpliendo sueños viajeros
Aunque resulte difícil de creer por la cantidad de países y continentes que ha recorrido, Emilio Turrión aún tiene sueños viajeros por cumplir y uno de ellos era rodar con su Vespa Clásica por alguno de los países del Cáucaso, como Georgia o Armenia, cuna de civilizaciones entre Asia y Europa, y cruzando la interminable y pintoresca Turquía, incluido el Kurdistán.
En ese reto anda, en un verano que comenzó recorriendo el desierto de Túnez y que terminará por la Europa menos conocida, alejada del turismo de masas que nos invade, y por la que este farmacéutico de Muro ávido de nuevas experiencias, se encuentra transitando desde finales de agosto, añadiendo así otros 10.000 kilómetros recorridos, ahora en seis semanas.
Un reto que comenzó en el sur de Grecia, que incluyó la isla de Quios, recorriendo posteriormente toda la costa mediterránea turca, desde donde dio el salto a la Capadocia, Anatolia Central cruzando su hermoso río Eufrates y la zona del Kurdistán, hasta llegar a la frontera con Irán y visitar el famoso Monte Ararat, con 5.137m de altitud, “donde se dice que descansa el Arca de Noé, una zona en la que viví un pequeño terremoto sin consecuencias como sí pasó meses atrás”, cuenta Turrión.
Hasta alcanzar estos últimos días que le han llevado por Georgia, “he tenido que superar varios puertos de montañas turcos de unos 2.500m de altitud y temperaturas por debajo de cero grados, además de varios controles policiales haciéndome algún que otro interrogatorio, pues linda este zona con Armenia y desde la Primera Guerra Mundial son enemigos acérrimos, de ahí que no se pueda acceder a Armenia desde Turquía y sí desde Georgia”.
Entre sus planes ahora está regresar desde Georgia a Bulgaria por el Mar Negro, “quitándome así varios cientos de kilómetros, pues la Vespa ya empieza a dar síntomas de agotamiento y en más de una ocasión he tenido que hacer alguna reparación de no mucha gravedad, aunque la situación de la Guerra de Ucrania podría también influir en esa travesía”, relata.
Emilio Turrión confirma que “disfruto mucho viajando de este modo y más por estos países, que te abren la mente y te enriquecen. Aunque puedan dar la sensación de inseguros, nada más lejos de la realidad, y su hospitalidad y amabilidad siempre están muy presentes”.
En cuanto a la alimentación, “es algo monótona y nada comparable a la nuestra. Del clima, una de cal y otra de arena, con días de mucho calor y otros de frío para esta estación del año, incluido algún chaparrón que otro”, agrega para dar la clave del viaje, que según confiesa pasa “por que no falle la mecánica. Hace semanas que dejé de ver alguna Vespa por Grecia”, añadiendo que del esfuerzo mental y físico, “ando bien y aunque en mis publicaciones en redes pueda parecer que todo es fácil, se hace duro ir a esta velocidad con una moto clásica”.