Octavio Cerdá o ser profeta en casa
Concejal de deportes y fiestas en Cocentaina, a sus 36 años sigue jugando en el Contestano con el que acaba de cumplir 300 partidos
Echar raíces en casa no es algo habitual en el mundo del fútbol. Pero Octavio Cerdá, nieto del mítico Octavio Cerdá, campeón de España amateur con el Serpis y después jugador de Primera División en el Alcoyano, Celta (pagó un traspaso de 250.000 pesetas a comienzos de la década de los 50 del pasado siglo) y del Jaén, lo ha conseguido a su manera, después de una larga travesía que comenzó en su etapa de formación, pasó por coquetear con el profesionalismo y tuvo su momento más bajo cuando decidió colgar las botas con veintipocos años. Fue a partir de esa etapa de hartazgo cuando surgió por primera vez el Contestano.
Y ahí sigue, trece años después es el emblema rojillo, el jugador más carismático y querido, un ejemplo para los nuevos futbolistas que se equipan con esa camiseta con más de cien años de historia. En el último partido en casa, disputado frente al Benifairó y resuelto con un marcador de 1-0, el único gol lo marcó precisamente Octavio Cérdá en el minuto 76, cumplió 300 partidos oficiales como rojillo, lo que le convierten no solo en historia del cuadro de La Via, también del fútbol valenciano en categorías regionales.
Octavio Cerdá ha jugado en las tres categorías regionales de nuestro fútbol. En Segunda y Primera Regional y en Preferente. Nunca en Tercera División. Es la espina que aún tiene clavada, puesto que quien le conoce no duda en asegurar que calidad futbolística no le ha faltado para haber disfrutado de esa oportunidad. Eso sí, participó dos fases de ascenso a Tercera, una con el Alcoyano B y otra con el Benidorm, pero en ambas ocasiones se quedó con la miel en los labios. También jugó en Preferente en equipos como el Muro, Benigànim y Atzeneta, que poco después de su paso por estos clubes, subieron a Tercera.
Aquel niño que empezó a despuntar en el campo del Patronat entrenado por su padre no tardó demasiado en llamar la atención. Con apenas 8 años fichó por el Ontinyent junto a los hermanos Insa, Nacho y Kiko. Jugó un par de años en su cantera teniendo como entrenador a otro mito del Alcoyano, Miguel, máximo goleador histórico blanquiazul, hasta que en su segundo año como alevín Pepe Aroca se lo llevó al Alcoyano y ahí comenzó su etapa en el infantil. Una de las razones por las que dejó Ontinyent fue la migraña, entonces no había autovía y lo que estaba era el Port d’Albaida y sus famosas curvas, que provocaban que el niño Octavio Cerdá llegara mareado a entrenar o de regreso a casa. Hasta que siendo juvenil apareció el Eldense que lo fichó para su equipo de División de Honor. En aquella temporada, que terminó con descenso, se enfrentó al Sevilla, Betis, Granada… todos los grandes del fútbol andaluz. En aquel equipo coincidió con Pedro Sánchez, en la actualidad futbolista del Alcoyano.
En el tercer año como juvenil, el Hércules se cruza en su camino y le incorpora a su plantilla de División de Honor jugando ese curso contra el Barça, Villarreal y Valencia, entre otros grandes. Sin embargo, a mitad de temporada hay cambio de entrenador y él se queda fuera de los planes del nuevo técnico, por lo que opta por volver a casa y fichar por el Alcoyano de Liga Nacional.
Termina su etapa como juvenil y decide fichar por el Muro, que entonces todavía jugaba en el Patronato, en campo de tierra. El Alcoyano está armando una plantilla para ascender de Segunda Regional hasta Tercera División con varios de los que habían sido compañeros suyos en el juvenil y decide regresar. Solo el Villena impide que ese ascenso sea posible. Decide marcharse al Benigànim en Preferente y al final de aquel curso acaba tan hastiado del mundo del fútbol que decide dejarlo y fichar por el Ye Faky de fútbol sala.
Acaba máximo goleador del equipo y su regreso a casa después de tanto tiempo le sirve para sentirse querido y empezar a filtrear en lo que iba a ser la etapa definitiva de su vida futbolística tras aceptar fichar por el Contestano. En la temporada 2013/14 el Benidorm viene a buscarle para jugar los últimos diez partidos de ese curso y las eliminatorias de ascenso a Tercera. En la siguiente temporada es el Atzeneta quien le tira el anzuelo y en El Regit vive su última experiencia lejos de La Morera. Después de aquella campaña no ha vuelto a vestir otra camiseta que no sea la del Contestano. Son ya 300 partidos como rojillo y 110 goles marcados. Contrariamente a lo visto en muchos futbolistas que han terminado por retrasar su posición a medida que cumplen años, Octavio Cerdá iba ocupando demarcaciones más adelantadas y en la actualidad puede jugar en cualquiera de las dos bandas o como enganche. Es el encargado de lanzar todas las faltas y los penaltis. Una temporada llegó a marcar 18 goles, en la actual, en la que se ha perdido más de un partido, lleva cuatro en cinco encuentros, uno de penalti, siendo el máximo goleador del equipo.
Con 36 años dice que aún le queda cuerda para rato. “No he sido jugador de lesiones graves. Me encuentro físicamente bien y mientras el cuerpo no diga la contrario, no me he puesto una edad para retirarme. Llegar a los 40, quien sabe”, asegura Octavio Cerdá que tiene los tres carnets de entrenador, tarea en la que se ve en un futuro, “pero ahora quiero seguir disfrutando del fútbol”, resume.
El 8 rojillo no solo ha tenido una carrera atípica, de muchas vueltas hasta encontrar su verdadero espacio. Sus tres pasiones: el fútbol, el Contestano y la Festa le llevaron al inicio de esta legislatura política que se cierra en mayo próximo hasta ser nombrado concejal de deportes y de fiestas del Ayuntamiento de Cocentaina. Su mayor preocupación en este tiempo es que nadie le recriminara que era jugador rojillo y arrimara el hombro hacia ese lado. “He tratado de ser muy cuidadoso y que los 34 clubes que forman la Junta Local d’Esports tuvieran su espacio y momento”, abunda. No sabe si seguirá o no, “estaría encantado de hacerlo”, para confesar que le gustaría cerrar antes de acabar la actual legislatura el proyecto de construcción de un velódromo para Cocentaina.