Nos quejamos, nos quejamos, sí, pero… ¿quién le pone el cascabel al gato?

Vivimos tiempos turbulentos, de inquietud ante el futuro. Nadie está contento, nadie tiene la culpa, ¿culpable, quién? ¡cualquiera menos yo! Se busca inmediatamente a quien “cargar el muerto”, antes que intentar solucionar el problema. Pero las quejas no nos van a llevar muy lejos.

Como siempre que se vive un cambio de era, las personas no percibimos, en nuestro día a día, los mínimos cambios paulatinos. Hasta que estos cambios se vuelven radicales, y despertamos una mañana dándonos de bruces con la “nueva realidad”. A lo que hay que añadir que muy, muy pocos son capaces de darse cuenta de las causas de los cambios, y menos aún de los vectores que originan dichas causas.

No se acuesta uno en la Edad Moderna y se levanta al día siguiente en la Edad Contemporánea. Aunque la Historia necesite hitos en el calendario, los historiadores no se ponen de acuerdo si el cambio se produjo el día de la caída de Constantinopla o el día del Descubrimiento de América. En realidad… ¿qué más da? Lo importante es el cambio del paradigma de vida de las personas, el cambio del escenario motivado por los distintos vectores que rigen los destinos de la nueva era. Vectores unas veces religiosos, otras, políticos, científicos, tecnológicos, militares, sociales, culturales… de todas clases los encontramos a lo largo de la historia del Hombre.

Pero al Hombre le suele interesar más su futuro que su pasado. Y aunque la Historia debería, al menos, dar a conocer los errores cometidos para no repetirlos, en modo alguno capacita para indicar el nuevo camino a seguir. El futuro lo debemos elegir, siempre primero individualmente, asumiendo las consecuencias de nuestras elecciones personales, entre las alternativas que nos planteamos. Y el futuro colectivo, en democracia, será el que decidamos, para bien o para mal, entre todos. Y este futuro colectivo será tanto mejor cuanto más acertada sea la meta planteada, cuanto más consensuado y demandado por la ciudadanía sea el objetivo a conseguir y, sobre todo, cuanto más cada uno de nosotros (co)laboremos en esa misma dirección, dentro de nuestras capacidades y responsabilidades. Y asumiendo riesgos. Sin arriesgar, nadie ha conseguido nada a lo largo de la historia.

La gran falacia que ha vendido el “pensamiento único intervencionista”, –en este gradual y sibilino cambio de era que vivimos, y que gran parte de la sociedad ha comprado, para mal– es “tu vótame y no te preocupes, que yo te arreglo la vida”. Y esto, unido a los cambios propiciados por el nuevo paradigma y por los vectores de la nueva era, está produciendo grandes turbulencias y una grandísima decepción social.

Por lo tanto, si no queremos encontramos como la rana cocida a fuego lento, que saltó al caldero con el agua aún tibia, y que se quedó en él plácidamente hasta que fue demasiado tarde, debemos reaccionar. Tanto a nivel personal como colectivo.

A nivel personal, dejando de lado actitudes quejicas, nostálgicas y victimistas, y adoptando decisiones responsables, después de habernos planteados objetivos vitales arriesgados, pero asumibles. Después de haber renunciado a los “cantos de sirena” de los políticos intervencionistas, para asumir que el futuro propio es sólo de nuestra responsabilidad individual. Y que nadie vendrá a solucionar nuestra casa si no empezamos primero nosotros a solucionarla.

Y a nivel colectivo, participando activamente en el moldeado del futuro de nuestra sociedad. Conociendo bien los nuevos vectores que condicionarán este futuro, aprovechando las oportunidades y esquivando las amenazas que presentan. Primero, a escala local, municipal. Y, a renglón seguido, a escala comarcal, autonómica, española y europea. Y participando, cada uno dentro de nuestras capacidades, posibilidades y voluntades, a través de las numerosas entidades presentes en la sociedad civil. El tema es tan importante que no puede ni debe estar sólo en manos de los políticos profesionales.

Con estos fines, –con el intento de “ponerle el cascabel al gato”, de forma coordinada– los integrantes del Foro Sociedad Civil de Alcoy, –alcanzada ya una mínima “masa crítica” de personas,– nos hemos organizado en una decena de Áreas de Acción, para así abordar, impulsar, difundir y colaborar en los proyectos que, a medio y largo plazo, consideramos van a modificar, para bien, la vida de nuestros conciudadanos.

Estas Áreas de Acción son: Estratégica; Relaciones Institucionales; Territorial; Social – Sanidad; Comunicación; Empresa; Infraestructuras – Suelo Industrial; Infraestructuras – Comunicaciones; Juventud – Formación; Jurídica; Histórico – Cultural; Deportiva; Turismo – Medioambiente. Cada una de ellas ya con una persona como Coordinador responsable de un equipo de varios voluntarios a participar activamente en pro de los proyectos específicos asumidos por cada área.

Siendo el Foro Sociedad Civil de Alcoy un movimiento libre, transversal, abierto y participativo, desde esta tribuna invitamos a unirse al mismo y, sobre todo, a alguno de sus proyectos, a cualquier persona inquieta que desee y se comprometa mínimamente a aportar “su grano de arena”, en pro del futuro de Alcoy y de su área de influencia.

El éxito del Foro no será otro que el éxito de los proyectos que impulsamos. Y los proyectos no se llevarán a cabo sin la necesaria demanda y presión social para conseguirlo. Por ello, cualquier colaboración, aún mínima y crítica, será bienvenida.

ENRIQUE MASIÁ. Coordinador del Foro Sociedad Civil de Alcoy

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