Moved ficha. ANA PERIS. Responsable de l’àrea de Feminisme y LGTB+ de Podem Alcoi

Cada generación de mujeres nos enfrentamos a unas dificultades propias de la época en la que nos ha tocado crecer y vivir.
Mi trabajo de profesora me ofrece la enorme fortuna de relacionarme día a día con mujeres muy jóvenes que me enseñan continuamente, que me abren ventanas a una realidad a la que no puedo acceder por mí misma porque pertenezco a otro grupo generacional. Estas jóvenes comparten conmigo experiencias de vida, que con frecuencia se asemejan a las mías propias y otras veces difieren, inevitablemente. Me entristecen sus vivencias de opresión y violencia, más de lo que ellas imaginan. Algunos días, sus vivencias me enrojecen las mejillas, me humedecen los ojos, me cierran los puños.
Al mismo tiempo, me llena de esperanza verlas que saben distinguir cuándo son tratadas con injusticia. Ellas se están convirtiendo en mujeres adultas en un momento histórico en el que la palabra feminismo es un hashtag. Son listas, son sabias, son fuertes, saben los derechos que merecen y no disfrutan. No las pueden callar. Ya no nos pueden callar a ninguna. Aunque defiendo con firmeza la necesidad del trabajo de pedagogía y de empoderamiento para con las mujeres, creedme quienes me leáis: ellas les llevan mucha ventaja a ellos. Y no hablo de mis alumnos precisamente, que en su mayoría escuchan, intentan aprender, intentan empatizar, y se niegan a doblegarse al papel de macho en el que pretenden encorsetarlos. Pero, desgraciadamente, los alumnos que yo conozco no representan a toda la población masculina.
Mientras escribo, mientras lees, está contaminando el aire y las mentes un autobús del odio, de la vergüenza. Un autobús al cual los ayuntamientos no saben enfrentarse. Lo van pensando, lo van valorando, ya si eso lo miran. Y de pronto leo en prensa que algunos hombres han confrontado ese odio. No han necesitado solicitar una audiencia en el Vaticano ni consultar al Pentágono. Ellos lo han visto claro: es un atentado contra los Derechos Humanos (de las mujeres, en esta ocasión), y han manifestado que no quieren esa basura en sus ciudades. Han dicho alto y claro que ellos no son “eso”. Ellos solitos. Un notallmen con toda la razón del mundo, dirigido a sus iguales, no a las feministas. Porque no todos los hombres rezuman odio, prepotencia y maldad. No todos son misóginos, aunque haya muchos.
A todos estos hombres que no son misóginos apelo hoy: Las mujeres vamos muy por delante de vosotros. Nosotras nos hemos ido trabajando nuestras basuras patriarcales, desmontando al príncipe azul, estudiando para ser más sabias e independientes, aprendiendo a hacer solas lo que se supone que era vuestra tarea, aprendiendo a querernos y a gustarnos, a pesar de que nos lo ponen complicado.
Llevamos años, además, tratando de enseñaros. Explicando, discutiendo, debatiendo, compartiendo, recomendándoos libros y vídeos, contándoos intimidades para que entendáis, respondiendo a vuestros y qué puedo hacer yo.
Con cariño os interpelo: ¿no es hora de que os hagáis mayores? El 8 de Marzo es nuestro día, el de las mujeres (de todas). Inundaremos las calles, pararemos el mundo, gritaremos, cantaremos, nos abrazaremos y lucharemos pacíficamente, como siempre, de todas las formas que se nos ocurran. Ya lo estamos haciendo y continuaremos. ¿Y vosotros? El 8M es un símbolo y, como tal, es fundamental (y cada año lo es más). Pero no puede ser lo más importante para vosotros. Vosotros, los que no nos odiáis, tenéis trabajo que hacer a diario para desmarcaros de los misóginos. Es hora de que hagáis los deberes. Leed, escuchad, aprended y moved ficha.
Plantaos delante del odio, regañad a vuestros compañeros, parad a vuestros amigos abusadores, difundid nuestro trabajo, respetad nuestros espacios, encargaos de la mitad de las tareas y haceos a un lado en la mitad de todos los espacios.
No esperéis a que vuestra amiga feminista responda a un machista. No os quedéis en silencio en un grupo de whatsapp esperando que alguna mujer conteste a las barbaridades. No toméis a risa la opresión. No nos quitéis importancia. No deleguéis la responsabilidad en vuestra compañera feminista, esperando a que sea ella la que os avise cuando no respetáis. Es hora de que asumáis vuestra responsabilidad. ¿Quién ha dicho que cambiar el mundo es tarea nuestra únicamente? ¿Acaso no os apasiona construir un lugar mejor para toda la humanidad?
Moved ficha. Esta causa no sólo es justa: es apasionante. Reíos de vosotros mismos, disfrutadla. Aceptad el desafío y pelead. No por nosotras, sino junto a nosotras.

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