Mitos sobre perros

1. Un perro necesita vivir en un jardín para ser feliz

FALSO. De hecho, es todo lo contrario, aunque como siempre la respuesta es relativa. Un perro afincado en un chalet es un perro infeliz por definición. Eso no quiere decir que el hecho de vivir en el campo haga a un perro infeliz, sí lo es el hecho de no salir nunca de ese espacio. Da igual cuánto terreno tenga el perro, para él es siempre el mismo espacio. Los perros son una etoespecie del lobo, y como su ancestro, son animales sociales e inteligentes, que necesitan sentirse integrados en un grupo y explorar continuamente nuevos ambientes, superar nuevos retos, etc. De hecho, yo vivo en una casa de campo con 12.000 metros cuadrados de terreno, y mis tres perros – y mi gato – se pasan el día pegados a mis pies, esté donde esté, cuando la opción de salir fuera la tienen siempre disponible. Pero lo que más les gusta de nuestro día a día, es acompañarme a todos los sitios posibles. Los perros necesitan sentirse parte de una familia.

2. A los perros de presa se les bloquea la mandíbula cuando muerden

FALSO. Los perros de presa han sido seleccionados a lo largo de miles de generaciones para tener una mandíbula con una forma específica: más ancha, redondeada y sobretodo y lo más importante, que les permite respirar a la vez que mantienen algo en la boca. Ésta es una de las razones por las que cuando muerden algo, pueden permanecer más tiempo con ello en la boca. La otra razón por la que tienden a no soltar lo que muerden es simplemente porque tienen el instinto de presa – es decir, de coger cosas con la boca – muy elevado (no lo olvides, ¡lo hemos causado nosotros!), por lo que les resulta mucho más tentador mantener el estímulo en la boca que a otros perros. Por ello yo en los cursos para cachorros, cuando vemos la parte dedicada a razas e instintos, insisto mucho en que uno de los primeros comportamientos que se tiene que enseñar a un perro de presa es a “soltar”, porque además, los instintos son poco “moldeables”, el momento correcto para modificarlos es cuando el perro es cachorro – hasta aproximadamente los cuatro meses y medio -.

3. Los galgos son incapaces de aprender

FALSO. Por desgracia, esta afirmación la oigo más de lo que me gustaría, y lo más sorprendente, sobre todo en boca de personas dedicadas al proteccionismo de esta raza en particular. “Es una raza muy pasota, no quieren aprender”. Es cierto que hay razas con más predisposición a aprender que otras, pero los galgos son totalmente capaces de aprender cosas nuevas, incluso deportes caninos y obediencia. Uno de los factores que impide que estos perros reaccionen a nuestras peticiones como los otros perros, es que tienen un altísimo instinto de persecución, es decir, de perseguir cosas que se mueven – conejos, bicis, corredores… – y como cualquier instinto, una vez se activa la cadena de conductas es complicado frenarles. Simplemente necesitan más dedicación en cuestiones como una buena llamada con distracciones y como cualquier otro perro, constancia y paciencia. Si aún tenéis dudas, podéis venir a conocer a cualquiera de los galgos que acuden a nuestra escuela a practicar Agility o a obediencia, espectaculares.

4.A los doberman les crece el cerebro más allá del tamaño del cráneo y enloquecen

FALSO. Los doberman pasaron por una época en la que eran considerados demonios peligrosos, como pasa actualmente por ejemplo, con los pitbull. Además, se extendió la leyenda de que el cerebro les crecía más allá de la capacidad de su cráneo, y eso les hacía enloquecer y atacar incluso a los propietarios. Partimos de la base de que los doberman son una raza muy sensible, es decir, que cogen miedos rápido; y como cualquier perro ante una posible amenaza tienen dos opciones, huir o atacar. Los doberman tienden más a atacar ante esa amenaza fantasma. Este hecho se soluciona simplemente dedicando mucho tiempo cuando son cachorros a su socialización, es decir, a no tener miedo a nada. Un doberman correctamente socializado es un perro totalmente normal como cualquier otro. Por otro lado, sí existe lo que se conoce como Síndrome de la Ira, de hecho, se conoce como Síndrome de la Ira del Cocker Spaniel, ya que la raza que más muestra esta patología son los cocker. Esta enfermedad produce en los perros episodios en los que se aturden y pueden llegar a atacar a sus propietarios sin razón aparente; pero volviendo a los doberman, no son una de las razas que más muestra este síndrome.

5. Los perros de presa son por definición, perros peligrosos

FALSO. Con la famosa ley de Perros Potencialmente Peligrosos, los perros de presa – y particularmente pitbull y derivados – están en boca de todos. La realidad es que los perros de presa tienen la particularidad, como hemos dicho antes, de que tienen un alto instinto de mordida y sujeción con lo que ello conlleva; pero realmente son de los menos peligrosos a la hora de interactuar con personas – hablando en términos de genética -, la razón es muy sencilla. Este tipo de perros fue creado inicialmente para realizar peleas con otros perros, por lo que, al igual que los de caza, eran perros que debían ser fácilmente intercambiables entre las personas que se dedicaban a las peleas de este tipo, así que, al igual que la mayoría de retrievers – perros cobradores para la caza – tienden a ser muy amigables con las personas. Por supuesto, deberemos realizar una correcta socialización cuando son cachorros para que eso sea una realidad, exactamente igual que con cualquier otro perro.

Texto de Vanessa Carbonell, educadora/entrenadora canina y psicóloga

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