Maternidad y deporte, ¿misión posible?

Ana Pedrós compagina desde hace dos temporadas ser madre y jugar al baloncesto con su ocupación laboral como profesora de Primaria

Durante muchos años las mujeres deportistas se vieron obligadas a posponer su deseo de ser madres para no perder ciertas oportunidades, sobre todo si eran profesionales. Se pusieron de moda las cláusulas anti-embrazo que los clubes utilizaron como escudo ante situaciones como la sucedida en 2019 en Italia, en un club de voleibol, donde la entidad denunció a la jugadora por daños y perjuicios. Aunque se trata de un hecho extremo ocurrido hace relativamente poco, la sociedad actual afortunadamente avanza en otra dirección y son cada vez más los eventos –Juegos Olímpicos, Mundiales o Ligas profesionales– con mujeres compaginando la maternidad con la práctica deportiva profesional.

No hace falta buscar un referente en las grandes estrellas del deporte femenino –la tenista Serena Willians, la futbolista Alex Morgan o la atleta Allyson Felix o las españolas Gemma Mengual, Ona Carbonell o Teresa Perales, entre otras muchas–, también a nivel local encontramos ejemplos muy válidos. El más reciente es el de Ana Pedros, quien a sus 41 años sigue al pie del cañón, pero a diferencia de aquellos primeros pasos en el desaparecido Germaine de Capuccini del año 2000, con Gabi Sempere de entrenador y en el que Nuria Trenzano estaba jugando sus últimos partidos, que por entonces militaba en la categoría de bronce del baloncesto femenino español, era una universitaria que no sabía adonde enfocaría su vida laboral, ni por supuesto pasaba por su cabeza que un día sería madre.

En aquella primera temporada como sénior se tuvo que “tragar” más de un viaje por la geografía nacional sin tener la recompensa de jugar algún minuto. No obstante, su pasión por el baloncesto le hizo resistir, pero sobre todo se convirtió en mejor jugadora. Después de aquellos primeros pasos de “morder polvo”, su carrera como jugadora le deparó experiencias en Alicante –dos temporadas en el San Blas–, en Manacor –otras dos campañas en la isla– y vuelta Alicante, para jugar en el Akra, actualmente Lucentum, también en Primera División Nacional. Fue entonces cuando su vida deportiva sufrió un giro sustancial, puesto que el cartílago de la rodilla empezó a pagar las consecuencias de años de mucha exigencia física.

Tuvo que decir basta, estuvo dos años sin jugar, durante dos años colgó las zapatillas y empezó a correr porque su cuerpo no estaba hecho a no hacer nada. Terminado ese periodo de despresurización, apareció el NB Alcoi que le propuso volver a entrenar. “Me dijeron que probara, que me lo tomara con calma, algo que ni me plateé, a la semana ya estaba a tope. Recuerdo que por entonces vivía en Benidorm, donde estaba como interina en un colegio”, indica. Era la temporada 2014/15. Han pasado ocho campañas desde entonces, con el único paréntesis de su embrazo, coincidiendo los últimos meses con la pandemia. Neus nació en junio de 2020 y en septiembre ya estaba preparando la nueva temporada.

En la actualidad, además de la crianza de Neus y seguir en activo en el Mutua Levante NB Alcoi de la Primera Nacional, es profesora de tercer curso de Primaria en El Romeral. “Sin el baloncesto, mi vida sería trabajo-niña-trabajo y vuelta a empezar. Encima mi jornada laboral es estar con niños. Me ayuda a desconectar, empiezo a entrenar y veo las cosas de una manera, pero cuando termino tengo otro punto de vista totalmente diferente. También te tiene que gustar. Hay días que la carga es muy grande, porque mi hija encima tiene mal dormir”, admite Ana Pedrós, quien confiesa que sin el apoyo de Óscar, su pareja, jugador de baloncesto de la liga local, “sería imposible llevarlo todo adelante. Él constantemente me está apoyando. Sin esa ayuda, tras nacer mi hija, lo hubiera tenido que dejar. Entiendo que la crianza es una cosa de dos. Me parece injusto que una mujer no pueda seguir haciendo lo que le gusta por el hecho de ser madre”.

Desde entonces, sabe que su final está cada vez más cerca pero no se pone fecha de caducidad. “El juego de los últimos años desde que soy madre es el mismo. Yo dejo caer que si quieren me voy, el club que no, que hago falta, que ese perfil de jugadora con experiencia no lo tienen, y ambas partes nos dejamos liar y aquí sigo. No sé hasta cuándo. Si por mi fuera no lo dejaría nunca, porque estoy a gusto y disfruto mucho. Más de una vez me digo a mi misma: “¿Qué hago yo aquí?”. En el trabajo, niños, llego a casa, mi hija, voy a entrenar, y como compañeras tengo a júniors de 17 años. Sin embargo, me da la vida seguir, saber que estás haciendo equipo con tu experiencia y actitud”, desvela.

Su último acto de servicio está siendo “tirar del carro” de un equipo con un grupo de júniors que vienen empujando fuerte y que en su primera temporada en el equipo se han visto envueltas en el difícil trago de evitar que el Mutua Levante NB Alcoi deje la Primera Nacional y descienda a Autonómica. “Sí que es verdad que en la primera parte de la liga lo pasé bastante mal. La competición en muchos partidos me superó y pasó por encima de mí. Todos los equipos están hechos con jugadoras que solo se dedican a estudiar y jugar, muchas cobrando, mientras tu tienes lo que tienes. En esta esta segunda parte, ya con equipos de Autonómica, la competición se hace más llevadera. Sé el rol que tengo dentro del equipo y me encanta. Si tengo que quedarme sin jugar un minuto, lo hago encantada y nadie me tiene que dar explicaciones de porqué he estado todo el partido en el banquillo”, confiesa Ana Pedrós, quien no se ve corriendo “por correr” en un futuro para seguir en forma y su intención es seguir jugando al baloncesto cuando deje el NB Alcoi, no descartando hacerlo en la liga local junto a su pareja, algo que ya otras mujeres lo hicieron con anterioridad en esta competición.

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