Los alojamientos hoteleros se resienten en un atípico verano
La baja ocupación de los alojamientos en Alcoy aboca al sector a una difícil situación
Desencanto entre el sector hotelero de Alcoy después del bajo nivel de ocupación que están presentando los alojamientos en lo que llevamos de esta atípica campaña estival. Las previsiones eran moderadamente esperanzadoras, después de una pasada Semana Santa con cifras que se acercaron a la máxima ocupación, y sumado al convencimiento de que muchos turistas priorizarían el sosiego del interior de la provincia a la masificación de la costa. La llegada de julio ha supuesto un jarro de agua fría para el sector en nuestras comarcas, que ha visto como esas previsiones no se han cumplido.
El índice de ocupación en los cerca de diez establecimientos hoteleros de Alcoy rondó el 26% –posiblemente el peor que se recuerda– en 2020, prácticamente la mitad de los que se registró en el año pre-crisis sanitaria. Se espera que las cifras de 2021 superen a las del pasado año, aunque seguirán bien alejadas de las que se registraban de media antes de la llegada de la pandemia.
Ante esta difícil situación, el sector sigue apostando por atraer a un público con mayor poder adquisitivo; con un modelo que anteponga la sostenibilidad del territorio a las masificaciones que se producen en los núcleos de playa. La presidenta de la Asociación de Turismo Alicante Interior, Indira Amaya, también reclama para Alcoy la puesta en marcha de un plan maestro de recuperación de edificios donde instalar alojamientos hoteleros. Pone el ejemplo de la finca Brutinel –ubicada en la parte alta de El Salt– y de propiedad privada; o de distintos edificios con aire patrimonial ubicados en el centro de la ciudad. “Alcoy merece un proyecto estrella, con el que recuperar y potenciar el patrimonio industrial y convertirse en un referente en materia de ecoturismo”, afirma la presidenta de la entidad turística.
Por otra parte, apunta a la necesidad de poner en valor los recursos de los que dispone la ciudad, aludiendo a su enclavamiento entre dos parques naturales; la variada oferta gastronómica; las diferentes vías y senderos para recorrer caminando o en bicicleta; el valor patrimonial de recursos como las pinturas rupestres de la Sarga.