El encanto de la droguería de siempre
Jorge Escoda lleva más de 20 años al frente del negocio familiar que abrió su padre en 1959
Más de seis décadas han pasado desde que la Droguería Escoda abriese sus puertas por primera vez, en 1959.
En la actualidad, 65 años después, este negocio familiar mantiene su plena esencia, carácter, personalidad y razón de ser: ofrecer un buen servicio al cliente y asesorarle cuando este se acerca al local ubicado, desde siempre, en la calle San Isidro 18.
Desde hace más de 20 años Jorge Escoda está al frente de la droguería tras tomarle el relevo a su padre, Luis. De su mano comenzó a conocer este mundo cuando era muy joven: «mi padre tuvo un problema de salud y la droguería estuvo unos meses cerrada. Yo estaba estudiando y me incorporé para ayudarle. Empecé a cogerle el gusto y vi que aquí había una salida».
No fue hasta un tiempo después cuando Jorge volvió para quedarse definitivamente en el negocio familiar, sobre el que reconoce que «empecé a cogerle el gusto». ¿Los motivos de ese encanto? «Ahí me has pillado», reconoce el responsable de esta tradicional droguería entre risas. Sin embargo, pasados apenas unos segundos argumenta: «sobre todo el agradecimiento. Muchas veces te equivocas, pero otras aciertas y que vengan y te digan ‘tenías razón en lo que me aconsejaste’. La satisfacción de las personas».
Somos testigos del cariño de su clientela cuando, durante la entrevista, Jorge explica que «intento asesorar bajo mi ignorancia. No lo puedo saber todo», y en ese momento entra una clienta y le contesta: «pero casi todo».
Y es que, el asesoramiento es una parte fundamental de este negocio, el cual se ha ido adaptando a los nuevos tiempos y a las demandas de la sociedad pero sigue manteniendo su esencia, marcas que no se encuentran en ningún otro sitio y también productos menos habituales como ceras, ingredientes para elaborar jabones o esencias, así como envases de todo tipo, algo de químicos o probetas. «Hay bastante demanda de ingredientes para hacer alcohol de romero, jabones, también bases de jabón para hacer experimentos con niños».
Asimismo, y aunque de forma menos habitual todavía disponen de productos propios elaborados.
Jorge Escoda comenta que la mayoría de productos con los que cuenta son de limpieza y que trata de «salirse un poco de lo que ofrecen los demás, de lo más comercial» para diferenciarse y tener productos que no se encuentran en otros sitios físicos.
La Droguería Escoda mantiene su especialización en lo que conocemos como droguería convencional, de ahí que su clientela sea de lo más variada: «personas más mayores que ya le compraban a mi padre y que continúan, gente del barrio o gente que viene por el boca a boca». Y es que, el ‘ves allí que a lo mejor te lo pueden solventar’, ha cobrado sentido muchísimas veces en este negocio con los consejos que ha dado Jorge a sus clientes cuando se acercan con cualquier tipo de duda.
La esencia de este local se mantiene también en su aspecto: «cuando entré yo tuve pensamientos de cambiarlo, pero al final no». Y es que, de esta forma, la personalidad de esta droguería también se ve en su presencia, con los materiales del mostrador, los cajones de madera que contienen productos de todo tipo, o el propio escaparate.
El trato personal con el cliente es otro de los valores añadidos, en ambas direcciones –para la persona que está detrás del mostrador, y la que está delante– en los tiempos que corren: «estar aquí, y hablar cara a cara, es muy de agradecer», destaca Jorge Escoda.
Aunque todavía le quedan años por delante a este negocio, sobre el futuro del mismo Jorge señala que es incierto y detalla: «yo tampoco me lo iba a quedar. Todo el mundo se echaba las manos a la cabeza pensando que esto se acabaría con mi padre. A mí todavía me queda, y espero estar aquí».
Haciendo alusión a sus hijos, comenta que ellos tienen sus propios planes, pero la droguería es algo «que han vivido toda la vida y conocen».