La UPV en Alcoy: Un faro de progreso para una ciudad con historia

Por mucho tiempo, Alcoy ha sido conocida como una ciudad de raíces industriales, un lugar donde el eco de las fábricas textiles y el legado modernista aún resuenan en sus calles y en sus edificios    históricos. Sin embargo, en un mundo que avanza a pasos    agigantados hacia la tecnología y la innovación, Alcoy Podría    haber quedado relegada al pasado de no ser por un actor clave:    La Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y su Escuela    Politécnica Superior de Alcoy (EPSA). Este campus no solo es   una institución educativa; es un motor de vida, un puente hacia    el futuro y una prueba de que las ciudades medianas pueden    brillar en el siglo XXI.

La presencia de la UPV en Alcoy es, ante todo, una bendición   económica. Con 2.700 estudiantes y un objetivo de alcanzar   los 4.200, el campus inyecta vitalidad a una economía local   que, sin esta población joven,podría languidecer. Los estudiante   gastan  en alquileres, comercios y servicios, mientras   que los 318 empleos directos que genera la institución -entre profesores, investigadores y personal administrativo- ofrecen   estabilidad a muchas familias. Pero el impacto va más allá: la   colaboración con empresas locales, especialmente en sectores   como el textil y la química, está modernizando la industria   alcoyana. El nuevo Doble Grado en ingeniería Textil y Química  que arrancará en 2025 con prácticas remuneradas en 15 empresas,  es un ejemplo perfecto de cómo la universidad no solo forma  profesionales, sino que revitaliza sectores históricos con un enfoque  innovador.

Socialmente, la UPV es un antídoto contra la despoblación que amenaza a tantas ciudades del interior. Al ofrecer educación superior de calidad en Alcoy, retiene a los jóvenes de la comarca y atrae a estudiantes de fuera, evitando que tengan que emigrar a Valencia o Alicante para formarse. Esta mezcla de talento local e internacional -gracias a programas como Erasmus+- aporta diversidad y dinamismo a una ciudad que, de otro modo, podría estancarse en la nostalgia. Además, la universidad preserva y reinterpreta el patrimonio alcoyano. La rehabilitación de las antiguas fábricas Ferrándiz y Carbonell, convertidas en aulas y laboratorios, no solo ganó un premio Hispania Nostra, sino que simboliza cómo Alcoy puede honrar su pasado mientras abraza el futuro,

El verdadero valor de la UPV en Alcoy reside en su capacidad de proyectar a la ciudad hacia adelante. En un mundo donde la tecnología dicta el ritmo del progreso, este campus forma ingenieros, diseñadores y empresarios que no solo se integran en el mercado local, sino que lo transforman. Proyectos como laboratorios FabLab o la investigación en textiles avanzados están poniendo a Alcoy en el mapa como un núcleo de innovación, algo impensable sin la presencia universitaria. Esta conexión con el tejido empresarial no solo beneficia a las compañías, sino que eleva la reputación de Alcoy como un lugar donde se apuesta por el conocimiento y la sostenibilidad.

Criticar la presencia de la UPV en Alcoy sería ignorar lo obvio: sin ella, la ciudad perdería una oportunidad única de reinventarse. Es cierto que el crecimiento del campus plantea retos -como la necesidad de más infraestructuras o una mejor integración con la comunidad- pero estos son desafíos de éxito, no de fracaso. La UPV no es solo una institución educativa; es un faro que ilumina el camino de Alcoy hacia un futuro próspero, inclusivo y conectado con el mundo.

En definitiva, la Universidad Politécnica de Valencia en Alcoy no solo beneficia a sus estudiantes o a las empresas con las que colabora; beneficia a toda una ciudad que, gracias a ella, puede soñar con ser mucho más que un recuerdo industrial. Es un recordatorio de que la educación superior, bien anclada en las necesidades locales, tiene el poder de transformar comunidades enteras. Alcoy lo sabe, y por eso debe seguir apostando por su campus como el corazón de su renacimiento.

 

Rafael Balaguer. Coordinador Comunicación de SCdA